Hoy es 14 de octubre
VALÈNCIA. Los tres niños le han devuelto la vida al Valencia CF en la liga. Han resucitado a un equipo muerto y lo han hecho con calidad, con descaro y con valentía. Con sentimiento de pertenencia, con ganas de ser, de querer y de estar. Estos niños son una bendita locura, este parvulario diabólico está sacando del fango el enésimo petardazo de Meriton. Gloria a Javi Guerra, a Diego López y a Alberto Marí (aunque calma con ellos).
Ellos tres le han sacado los colores a mucho jugador que no está aportando nada desde hace ya meses (Ilaix, Thierry, Yunus y Castillejo en el punto de mira) y están dándole la razón, y premiando la valentía de Baraja y de Marchena de jugársela con quienes sí quieren.
Tampoco me olvido de que le están sacando los colores a Míguel García Pérez-Roldán y su incompetencia a la hora de confeccionar la plantilla y de planificar la temporada (por acción o por omisión, igual me da). Si el director técnico tuviera un 0.1% de la vergüenza torera que han demostrado los tres niños, recogería sus trastos y desaparecería de noche en la madrugada para no volver jamás a ver ni siquiera por la tele un partido del Valencia CF. Pero el toledano es el mejor exponente del refrán español "dame pan y dime tonto", y si mañana desde Mériton le piden que salga en los descansos a Mestalla a bailar canciones de Leonardo Dantés ataviado únicamente con un tanga, su única duda será conocer de qué color será la prenda que le encasqueten.
Por eso es necesario y obligatorio preguntarse qué sería del equipo sin estos tres niños, sin el gol de Javi Guerra ante el Valladolid, sin la asistencia de Diego López en el 0-1 de Balaídos y sin el testarazo de Alberto Marí, y hay que hacer la reflexión por un cuádruple motivo. Primero porque pone en valor la aportación de los chavales por encima de la de muchos otros profesionales de la plantilla mucho mejor pagados y cuya escasa aportación está siendo una rémora. Segundo, porque no es habitual que salgan tres niños a salvarle la vida a un equipo con el agua al cuello con la presión añadida que ello supone. Tercero, porque pone en valor la valentía de Baraja en una apuesta arriesgada, y a la vez ganadora. Y cuarto, porque da la auténtica medida de lo mal hecha y planificada que está la plantilla. Aunque entiendo que para alguno es mejor vivir sin hacerse preguntas y sin exponerse a ciertas incomodidades que te dicta la conciencia.
También es mala suerte, que una vez abandonada la milonga de la Meriton Youth Policy por parte de los mariachis de Lim por haber quemado la excusa, salgan ahora los niños a salvarte la vida. Y por ahí es por donde me temo que puede llegar la acepción negativa (ajena absolutamente a los chicos) de lo diabólico del parvulario. El Doctor No (Peter Lim), ya tiene su nueva coartada para no invertir ni uno el próximo verano. La milonga de lo mucho que cuidan la cantera (no olvidemos el récord de bajar al Mestalla dos categorías en un año) y de que esa será la base del futuro proyecto con ADNVCF.
No les importará un cuerno quemar a tres niños con un futuro esperanzador si se gestiona con cabeza su carrera y no se les echa a los leones. Porque los chavales están para aportar frescura, descaro y sentimiento de pertenencia en este tramo final y para continuar creciendo hasta acabar convirtiéndose en lo que apuntan. Para que no se quemen por el camino como Álex Blanco o como Esquerdo. Y sobre todo para apostar de verdad y no por postureo -es decir, poco a poco y no dándoles la responsabilidad de la próxima temporada- por los chavales para que pudieran liderar un Valencia CF que en el futuro no juegue por huir del descenso.
Porque la auténtica diferencia es que tú sueñas con verlos liderar el Valencia del futuro, y el Doctor No y sus mariachis sueñan con la cantidad de dinero que podrán sacar en un futuro por estos tres chavales. Que aquí ya nos conocemos todos.