VALÈNCIA. El gran derrotado de la semana pudo haber sido Diakhaby, por méritos propios, claro. Su manera de desatascar los lances defensivos es impropia, su inmadurez es palpable. Podemos adornarlo mucho, podemos corroborar que con otro envoltorio luciría de otra manera... pero el resultado al final es el mismo: Diakhaby quita más que da. "No te pido que evites los balones que vayan dentro, pero por lo menos no te metas los que vayan fuera”, le diría el Di Stéfano de 2020.
En cambio, no. El gran derrotado de la semana no fue Diakhaby sino su entrenador. Que Celades confunda pronto su perfil bajo y se encubra en los penaltis del francés, en realidad descubre su inseguridad. Celades se había promocionado como una dulce conexión con la plantilla. Un entrenador que les habla a los suyos de “tío”. Un colega. El míster amigo. Pero, ante la diana fácil, dardos en abierto. El culpable es Diakhaby, no lo fui yo. Qué impropio, Celades.
Celades señaló el coste que había producido Diakhaby al equipo. El lastre que suponía. Quien conduce un grupo, en ocasiones muy contadas, puede utilizar el recurso del escarnio público para intentar azuzar a los suyos. No parece que esta sea la mejor ocasión. Tampoco que Celades sea el más apropiado para usar la treta.
Podría ocurrir que, señalando al prójimo, tuviéramos una ráfaga de lucidez y comenzaramos a preguntarnos otras cosas. A saber: ¿qué ha aportado él?, ¿Celades le da más o le quita a este grupo?, ¿por qué un grupo que defendía con una solvencia respetable pasó, sin solución de continuidad, a ser una defensa blandita?, ¿dónde está el maná ofensivo que prometía Celades a cambio de resquebrajar los valores que heredó?
Un error no forzado. El penalti de Celades sobre sí mismo abre una grieta en la única línea que podía mantener compacto el proyecto del entrenador. La calma en la plantilla y la capacidad para conciliar egos e intereses, su función de pararrayos. Sin eso, ¿cuál es el proyecto de Celades en este club?