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El séptimo de caballería

El valencianismo anda  ilusionado con la llegada de Luciano Vietto, fundamentalmente, porque tras lo sucedido en los últimos meses, todo aquello que venga de la mano de Marcelino es extraordinariamente bien recibido...

6/01/2018 - 

VALÈNCIA. Los Reyes Magos se anticiparon a la tradición el jueves y dejaron un bonito regalo envuelto en una llamativa sudadera que llega para afrontar un reto profesional muy importante ya que Simeone lo tenía aparcado en doble fila. Pero, además, llega a Valencia a completar una plantilla exitosa que, en las últimas semanas, se muestra algo ‘renqueante’ porque está pagando caras las ausencias y porque el fondo de armario es más bien escaso ante un objetivo ambicioso. El valencianismo anda  ilusionado con la llegada de Luciano Vietto, fundamentalmente, porque tras lo sucedido en los últimos meses, todo aquello que venga de la mano de Marcelino es extraordinariamente bien recibido. El asturiano se ha ganado a pulso el crédito del seguidor valencianista y… si Marcelino dice Vietto, todos somos de Vietto y si Marcelino dice Marcano -que lo dirá o... lo ha dicho ya-, todos somos de Marcano. En ese sentido no hace falta que les recuerda que , en sus manifestaciones públicas el técnico asturiano no se significa, ni mucho menos, por reclamar las incorporaciones que necesita para seguir adelante con rumbo firme, y... no acabo de tener muy claro si dicha actitud responde a la desmedida fe que tiene en la plantilla de que dispone actualmente, a que cree que de la noche a la mañana se van a recuperar los ausentes y ya no va a volver a lesionarse nadie más o… simplemente, y es lo que prefiero pensar, a la discreción a que obliga el cargo. Quiero pensar, sinceramente, que se trata de una pose de cara al exterior pero que en sus conversaciones con Mateu Alemany y Anil Murthy sí aprieta lo necesario para que en el vestuario se presente el séptimo de caballería y así acometer lo que está por venir con toda la fuerza que tantas satisfacciones nos ha deparado en los primeros meses de competición porque ahora el calendario no concede respiros y el propio entrenador se ha puesto el listón altísimo con un aterrizaje en el Valencia en el que todo ha salido a pedir de boca. 

Esa es una de las cuestiones que deben ocupar, y mucho, al cuerpo técnico del Valencia y en las próximas fechas comprobaremos hasta dónde se alarga la apuesta del Club pero… no es la única: tras el empate en el estadio de Gran Canaria no dudaron ninguno de los protagonistas en hacer hincapié en la pobre intensidad que mostró el equipo en la primera mitad. Rodrigo, en caliente y sin pasar por el vestuario donde podría haber recibido alguna ‘recomendación’ echó mano de un discurso sincero y crudo llegando a decir que al grupo le había faltado la humildad que le hacía ‘equipo’ allá por el mes de septiembre u octubre. Algo que, desde mi punto de vista, es de agradecer porque no existe mejor manera para corregir un error que tener claro el diagnóstico y es muy importante que sean capaces de hacerlo cuando hace poco tiempo hubiera sido imposible por la podredumbre que se había hecho dueña del vestuario. Pero que es algo que, repito, debe ocupar al cuerpo técnico puesto que uno de los pilares en los que se ha sustentado el éxito que ahora gozamos tiene mucho o todo que ver con el compromiso, la humildad, la exigencia y la intensidad que Marcelino ha impuesto en el vestuario. Todos esos valores, con los que tan íntimamente se identifica el aficionado valencianista, deben ser innegociables y hoy mismo, esta tarde, se presenta una oportunidad magnífica para evidenciar que siguen estando más vigentes que nunca. 

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