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El síndrome de Gary Neville

6/05/2021 - 

VALÈNCIA. Entre los extraños vaivenes que provoca el destino, acabaremos teniendo simpatías por Gary Neville. Como si hubiese un Gary Neville bueno -el que opina- y un Gary Neville malo -el que entrenó-. Como si el error no hubiera sido traer a Neville, sino traerlo para entrenar al Valencia en lugar de para analizar los partidos en Á Punt. 

Pero pese al esfuerzo, la mandanga de Neville disfrazado de liberador del fútbol con esencias, en lucha frente al totalitarismo del fútbol moderno, resulta una hipocresía caprichosa. La de quien mira por encima del hombro a los que no están en el cogollito de la Premier. La misma junta de la trócola en el engranaje de Lim, se permite ser líder rebelde frente a los Glazer, usando en su contra el mismo argumentario que respaldó en el VCF. 

Me temo que el problema no es ya que Neville aconseje o no a Lim, que le repita justo lo mismo que le pide a los propietarios del Manchester United. El problema -la gran síntesis de la desfesta- es que el Valencia se haya mirado desde el metropolitanismo con el que se observa una sucursal cualquiera. 

Dice Neville, el bueno, que Joel Glazer “nunca dijo una palabra. Si echas la mirada atrás ves que eligieron en 2004 el club tenía el mejor estadio del país, un equipo que llegaba lejos en la Champions y ganaba la Premier cada dos años como mucho. Ahora el estadio está oxidado y el equipo no ha llegado a semifinales de la Champions en 10 años y lleva sin ganar la Premier ocho". 

Es una gran noticia para los aficionados del United que a su alrededor haya una masa social que incluya a exjugadores así de cristalinos. La terrible noticia para el Manchester es que los Glazer hubieran puesto a Ricardo Arias a entrenar a su primer equipo dada la gran amistad entre el mítico líbero y los magnates estadounidenses.

Qué tufillo de superioridad tribal denotan las palabras de Gary. A ese fútbol especulativo en el que importan los que de verdad importan. Paradójicamente, una Superliga imaginaria en la que los grandes propietarios deben ser respetuosos con clubes históricos y tomar decisiones racionales… mientras allá a lo lejos, al borde del Mediterráneo, se puede experimentar en probetas como Mestalla. Poner a debutantes a hacer el ridículo con la pizarra táctica a cuestas. Bromear con constancia a propósito del destarifo que supuso nombrar a los hermanos de la Class of 92 técnicos del Valencia. 

El marchamo hipócrita cotiza al alza en Inglaterra, donde sin solución de continuidad el mismo país que más representantes aportaba a la Superliga se convirtió en la palanca liberadora del fútbol de siempre, sin apenas días de disimulo.

Por todo eso las protestas de los aficionados del United se consideran una rebelión razonada con la que recuperar la vida de los equipos tradicionales, mientras que la manifestación del sábado de los valencianistas será tomada como que en ‘Valencia vuelven a estar de líos’. 

El Valencia se juega media vida en los próximos meses. Y su principal subsistencia tiene que ver con recuperar su soberanía. 


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