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El toro que le ha de matar

6/02/2021 - 

VALÈNCIA. Los designios del fútbol son inescrutables o... casi. Su grandeza reside, entre muchas otras cosas, en la posibilidad de la sorpresa. En el morboso aliciente de que el pez chico se coma al grande o en la irrupción de una estrella inesperada. Pero también tiene mucho de empírico y las sorpresas acaban siendo hechos puntuales porque, de no ser así, no serían sorpresas. Con ilusionantes excepciones, los clubes que mantienen cierta coherencia en su gestión y se rigen por procesos profesionales acaban recogiendo sus frutos y aquellos que viven en la anarquía y la improvisación... también los recogen porque lo que mal empieza, mal acaba. 

En el caso del Valencia CF los procesos siguen siendo impropios de un Club profesional y, pese a que ha hecho lo que debía hacer -aunque tarde- que era contratar a un jugador por línea, el apuntalamiento de la plantilla tiene mucho más que ver con la ilusión de que salga un conejo de la chistera de Jorge Mendes que con el trabajo concienzudo de una estructura deportiva profesional que se emplee a fondo en la defensa de los intereses de la entidad y no en los de un agente que -facultado para ello por el máximo accionista-  utiliza al Valencia para pagar favores a sus otros clientes. 

Miguel Ángel Corona es un objeto decorativo como lo fue César Sánchez y sólo los diferencia la dignidad que tuvo el segundo marchándose al constatar que no pintaba nada y la poca que está demostrando el primero aferrándose a un cargo totalmente vacío de atribuciones reales más allá de cuatro filtraciones interesadas con las que intentar aparentar lo que no es.

A partir de ahí el relato queda prostituido por los voceros del amo y surgen ciertas comparaciones no exentas de la trampa. Poco necesita Cutrone para mejorar las prestaciones de Sobrino, poco tendrá que ofrecer Ferro para dar más que Mangala y también lo tiene fácil Oliva porque a nadie tiene que mejorar al no haber nadie en su demarcación natural pero, en realidad y puesto que el Valencia decidió no contratar a nadie en verano que era cuando realmente lo necesitaba para no verse en la situación en la que ahora se encuentra, las comparaciones deberían ser otras bien distintas: Cutrone debería mejorar a Rodrigo Moreno, Ferro a Ezequiel Garay y el uruguayo Oliva hacer olvidar la marcha de Parejo y Coquelin. 

Aunque dichas incorporaciones sonarían extrañas en aquellos tiempos en los que nos contaban que la llegada de Peter Lim comportaría la irrupción en el Valencia de estrellas rutilantes del fútbol mundial y que podría fin al expolio sistemático de nuestro mejores activos, cabe -como no podría ser de otra manera- desearles la mejor de las suertes y esperar de ellos que tengan la motivación necesaria para ofrecer en el Valencia la mejor de sus versiones. Que sean capaces de sorprender a los más escépticos y que, sobre todo, contribuyan con su trabajo a completar esta aciaga temporada sin mayores sobresaltos y lo más alejados que sea posible de la zona de peligro. Son, y eso creo que es compartido por la gran mayoría, un desahogo en forma de ‘fondo de armario’ para que Javi Gracia no se vea -como hasta ahora- obligado a echar mano del filial cuando fallan las primeras opciones aunque lo que necesitaba el equipo, lo necesita desde verano, eran futbolistas contrastados para formar parte del once inicial con garantías desde su aterrizaje en Manises pero, como a nadie hubiera extrañado que no hubiese venido nadie y como ya nadie esperamos nada de Meriton, no cabe otra opción que no sea aferrarse a la posibilidad de que mejoren al equipo como el equipo necesita.

Quedan bajo la administración de Javi Gracia y es él quien debe valorar en qué momento y en qué circunstancia debe ponerlos en liza sabedor de que todas las miradas están puestas sobre él y que el Club ya ha ‘movido hilos’ para desatar una campaña mediática en su contra. Sabedor de que está en el punto de mira de la propiedad desde que elevó la voz a principio de temporada. Sabedor de que ha perdido gran parte de su predicamento entre la afición por no haber aportado gran cosa a la plantilla que le dejaron. Sabedor de que, si no alinea a los nuevos, será acusado de sabotear los fichajes. Sabedor de que... el toro que le ha de matar ya pasta en la dehesa.

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