Tras un verano en el que se ha podido consolidar la base de la campaña pasada, el VBC se pone a trabajar en busca de una temporada que permita consolidar un salto de calidad
VALENCIA. Una vez sonada la bocina en La Fonteta por última vez en la temporada 2015/16, la idea sobre el futuro más inmediato de Valencia Basket era casi unánime: "El año que viene es el año". Por primera vez, la idea de poder darle continuidad a un proyecto y a una manera de trabajar era real, aunque no ha sido fácil.
Tras un verano en el que tan solo se ha sufrido la marcha de Justin Hamilton, algo esperado desde el primer momento, y se ha conseguido retener a Guillem Vives, el equipo valenciano ha logrado quedarse con gran parte de la base de la campaña anterior.
La renovación de Pedro Martínez antes de empezar cualquier movimiento estival fue el primer paso para planificar la temporada. La confianza en el trabajo del técnico catalán es total, tras un final de temporada en el que el equipo sacó el carácter en la adversidad, y acabó con gran sabor de boca, después de dos eliminaciones en Copa y Eurocup que dejaron el récord de 28 victorias como un esfuerzo inútil a la hora de la verdad.
El mensaje de confianza en el proyecto ya asentado no solo se basa en Pedro Martínez, sino en la plantilla. Ocho jugadores de la pasada campaña continuarán jugando en La Fonteta. El objetivo es, a partir de una base ya construida, conseguir hacer un equipo fuerte, capaz de dar un paso en ACB y que pueda ganarse una plaza de Euroliga, en la complicada Eurocup.
Para ello, Mulero ha removido el mercado y se ha hecho con cinco fichajes para cerrar una plantilla de trece fichas. Con John Bryant se espera un nuevo referente para la pintura, de Jankovic y Will Thomas, experiencia y competitividad al máximo nivel, con Joan Sastre se espera otro exterior fiable, mientras que Pierre Oriola llega para ser un jugador siempre dispuesto a sumar en cualquier momento.
Con esos fichajes y con lo que ya tenía en plantilla, el cuerpo técnico taronja -sin Carles Duran y a la espera de un segundo entrenador, que apunta a Ponsarnau-, buscará volver a formar un equipo sólido en todas sus citas, a la espera de tocar madera y tener suerte en las lesiones, especialmente en el caso de Van Rossom, un jugador clave que sigue recuperándose.
El camino será largo, pero ya empieza. Del trabajo en estas primeras semanas, en las que el equipo taronja disputará ocho amistosos en tierras nacionales e internacionales, antes del debut en Zaragoza el 1 de octubre, empezarán a verse las primeras ideas y sensaciones sobre un proyecto que, este año sí, espera que sea el suyo.