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análisis | la cantina

El Valencia Basket necesita cariño

25/03/2022 - 

VALÈNCIA. Aún tengo fresco el recuerdo del inicio de la nueva temporada. El Valencia Basket femenino, que venía de cerrar un ejercicio sobresaliente, iniciaba el siguiente casi eufórico. Lo primero que hizo fue ganar la Supercopa ante el mismísimo Perfumerías Avenida y, de inmediato, jugar para entrar en la Euroliga por primera vez en su historia. Era el siguiente paso para un equipo que venía ascendiendo sin parar desde que estaba fuera de la Liga Endesa. Pero nadie habló entonces de que el club, cuando todo el mundo esperaba que saltara la banca, dio un paso atrás. Juan Roig no escatimó algo de dinero únicamente con el equipo femenino, también lo hizo con el masculino, el maratón o el Proyecto FER. Y nada se le puede reprochar porque todo sale de su bolsillo y puede hacer con él lo que le plazca.

El caso es que el conjunto de Rubén Burgos, que sopesaba subir a trece fichas, empezó la temporada con once. Y un equipo concebido para jugar la Euroliga acabó cayendo a la Eurocup. Pero bueno, aún había grandes aspiraciones y el entrenador siguió trabajando para ir haciendo camino. Hasta que se lesionó Raquel Carrera, una de las jugadoras con más proyección del baloncesto europeo, y la respuesta del club, como también sucedió con el masculino, fue que buscaran el recambio en l’Alqueria, que no podían fichar.

La decisión tuvo su lado bueno, que yo se lo veo, y es que Awa Fam, una jugadora de 15 años de la que ya se venía hablando con insistencia en los corrillos del baloncesto, pudo tener minutos en el primer equipo. Y a finales de enero llegó, incluso, a firmar unos números de vértigo: once puntos, doce rebotes y cuatro asistencias. Muy bien, pero Fam es una adolescente y da para lo que da.

Después se lesionó otra pívot, Laura Gil, con lo que la rotación del juego interior del equipo quedaba limitada a la alemana Marie Gülich, la estadounidense Celeste Trahan-Davis, que tampoco es la de otros años y que puede estar apurando sus últimos meses en València, y la inexperta Fam. El club, entonces, sacó algo de calderilla para fichar a Itziar Germán, una veterana del baloncesto valenciano que llegó para ayudar. Yo vi sus dos primeros partidos y me encantó, pero estaba claro que iba a ser útil en la Liga Femenina ante rivales de menor calado. Luego llegó un duelo realmente complicado, como la vuelta de la Eurocup ante el Venecia, y se pudo ver que Germán, que ya había cumplido con creces, tenía sus limitaciones cuando la competición entraba en otra dimensión. Y lo mismo pasaba con Fam, con quien sería un error tener prisa.

El Valencia Basket cayó ante el Venecia, que hizo un planteamiento muy valiente, y encima perdió a otra jugadora, Ángela Salvadores. Y así, con tres bajas de un equipo de once, llega la Copa de la Reina a la Fonteta. Yo imagino que cuando se pidió acoger esta competición sería en aquellos lejanos momentos de euforia, cuando el club se ponía a la altura de los mejores, cuando el equipo tuteaba al Spar Girona y al Perfumerías Avenida, Y ahora, meses después, da la sensación de que el equipo está como de resaca y que lo prometía ser una fiesta, llega en el típico día que no te entra ni un chupito.

Que nadie espere milagros, pues un milagro me parecería que el Valencia Basket pudiese optar a ganar la Copa de la Reina. Sinceramente, creo que el equipo de Burgos ahora mismo no está a la altura del Perfumerías Avenida y que puede sufrir contra otros. Esta noche se antoja ya complicada ante el Casademont Zaragoza. Luego, siempre desde la teoría, esperarían el Spar Girona y, ya en la final, el Perfumerías del gran Roberto Íñiguez, que es el favorito indiscutible.

¿Qué le queda al Valencia Basket? Le queda mucho. De entrada, un equipo que, aunque limitado, lleva mucho demostrando que anda sobrado de carácter y amor propio. Un equipo con una líder, Cristina Ouviña, que está en lo mejor de su carrera. Y debería quedarle también un pabellón volcado con su equipo, un equipo que se ha ganado de sobra que la gente compre una entrada o un abono y vaya a apoyar a un grupo de jugadoras que lleva semanas sufriendo y haciendo equilibrios para que no se noten sus carencias. De ellos también depende que esta Copa no sea de trago corto.

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