Hoy es 4 de octubre
VALÈNCIA. Las protestas del sábado tenían la carga estética de una manifestación contra Lim, se escuchaban gritos contra Lim, todos los manifestantes coincidían en su aversión a Lim, pero no era un acto contra Lim. Y eso es una buena noticia.
La marcha promovida por Libertad VCF -su persistencia algún día merecerá un reconocimiento amplio- ayudó a visibilizar algo muy básico, pero que se da muy poco: la constatación de que el valencianismo se justifica por su vínculo a València; es de esa raíz desde donde se entiende el club, más allá de que puedan existir seguidores en Osetia del Norte. Como en la procesión por el centenario, los aficionados parecían el curso de un río encajando en su caudal: la ciudad. Las coordenadas urbanas dibujan el contorno del Valencia.
Pero no, no era contra Lim. Eso, como el valor, ya se presupone (aunque haya excepciones, normalmente de origen freudiano o económico). Otro logro. La marcha tenía por objetivo encontrar una puerta, un lugar donde llamar y en el que alguien espere detrás. El principal motivo de frustración del club no reside en tener a un caudillo casquivano al mando, sino en la imposibilidad para aporrear su puerta y pedirle explicaciones. Si Lim viviera en Campolivar, Lim ya no seguiría conservando al Valencia. Es la diferencia entre el nuevo y el viejo orden. Como me comentó la periodista Inma Lidón "el problema no es que se llame a la puerta y no haya nadie, el problema es que no hay puerta".
Ante un escenario extendido de economías desubicadas y de culto al fútbol fake, la masa crítica valencianista ha detectado en buena parte que si hay una salida, ya solo pasa por contar con aliados locales que estén dispuestos, ellos sí, a abrir sus puertas.
Por primera vez desde que la hinchada se hizo a las calles, se sabe quién está domiciliado en los lugares en los que se protesta. Meriton, cuya ubicación real sigue siendo un misterio debido a un engranaje repleto de pantallas intermedias, no tiene domicilio.
El momento del Valencia, el cadáver de su viejo estadio en Benicalap, causan un daño reputacional evidente, aunque menos escandaloso de lo que podría parecer. ¿Pero y la oportunidad de reflotar a un club hundido por la especulación financiera?, ¿y el prestigio que eso supondría en mitad de un contexto donde los mismos métodos que fulminaron al club se han convertido en sistémicos en infinidad de ciudades?
No era una manifestación contra Lim, era algo más acertado.