VALÈNCIA. El binomio formado por el Valencia CF y los futbolistas asturianos siempre ha sido muy provechoso. Antes de la época de la que hoy venimos a hablar nombres como Paquito, Abelardo, Carrete o Fuertes se ganaron un lugar de privilegio en la historia del club valencianista, y posterior al episodio que hoy relatamos, encontramos nombres tan ilustres como Angulo, Mata o el campeón del mundo David Villa.
A finales de la década de los 80 el Valencia CF decidió dar un salto hacia adelante. El desastroso comienzo de decenio (descenso a segunda incluido) debía quedar inmediatamente atrás para un club de la historia y solera del que en aquel entonces dirigía Arturo Tuzón.
Para ello, el equipo valencianista tuvo que afrontar la travesía en el desierto que supuso el descenso de la 1985/86, el paso -breve, pero paso al fin y al cabo- por la segunda división en la 1986/87, y la vuelta a primera de la 87/88 en la que se alcanzó (no sin más de un sobresalto) la permanencia; superado ese tifón, había que volver a mirar hacia arriba.
El encargado de diseñar ese cometido no es otro que Roberto Gil. El capitán de la Copa del 67 y hombre confianza de Arturo Tuzón y su directiva para comandar la parcela deportiva comienza sentando las bases y trae a un entrenador que casa perfectamente con el estilo rocoso y competitivo que siempre había caracterizado al equipo: el uruguayo Víctor Espárrago. El preparador venía de realizar dos campañas brillantes con el Recreativo de Huelva en segunda división y otra notable con el Cádiz en primera.
Como los cimientos eran importantes se apostó por un joven guardameta vasco suplente casi inédito en el Real Madrid: José Manuel Ochotorena. La apuesta saldría tan redonda que el portero valencianista sería uno de los tres elegidos por Luís Suárez para defender la portería española en el mundial de Italia 90 junto con Zubizarreta y Ablanedo.
Con la defensa y el centro del campo más que fiables (con los Quique, Arias, Giner, Camarasa, Fernando, Arroyo, Nando y un largo etcétera) Roberto Gil centró sus miradas en reforzar el ataque. Para ello se centro en tres jugadores que habían sobresalido en el Sporting de Gijón dos temporadas atrás (en la 1986/87) y que dejaron al conjunto asturiano en cuarta posición en la tabla clasificatoria.
El primero de ellos fue Eloy Olaya. Internacional español, el pequeño punta gijonés era un habitual en los planes primero de Miguel Muñoz y más tarde de Luís Suárez. De hecho el Valencia CF contactó con él estando en el hotel en el que el combinado nacional se hospedaba para disputar la Euro 88 en Alemania. La insistencia de Roberto Gil tuvo la culpa de que el menudo delantero diestro aterrizara en Mestalla. La inversión fue eficaz a la par que brillante. Eloy Olaya disputó con el Valencia 233 partidos y marcó 38 goles entre todas las competiciones (liga, Copa y Copa de la UEFA).
Formó junto a Lubo Penev (quien llegaría una campaña más tarde) una dupla letal y temida en primera división y fue un jugador de un gran rendimiento en el club de Mestalla. En la campaña 1994/95 Carlos Alberto Parreira prescindió del atacante que se volvió al Sporting de nuevo hasta la temporada 98/99 en la que jugó un último año en el CD Badajoz antes de retirarse.
No fue el único jugador del Sporting en el que se fijó el Valencia CF para reforzar su línea de ataque. Si en aquel Sporting la banda derecha de la delantera era para Eloy Olaya, la izquierda era para un voluntarioso futbolista llamado Carlos Horacio González González, "Zurdi". El Valencia apostó por traerse a este interior zurdo que si bien no era titular indiscutible con los gijoneses (27 partidos jugados pero sólo 12 como titular) fue un futbolista que cayó en gracia a la grada del entonces Luís Casanova.
De hecho una de las críticas que solía recibir Espárrago del público valencianista era su reticencia a darle minutos al voluntarioso zurdo gijonés. De hecho Mestalla no pudo verle como titular hasta la jornada 22 y hasta ese momento sólo había disputado 45 minutos en tres partidos diferentes (10 ante el Málaga en La Rosaleda, 11 ante el Espanyol en Mestalla y 22 ante el Oviedo también en Valencia. Su explosividad en la carreras con los rivales hizo que la afición valencianista (siempre propensa a premiar al jugador que se esfuerza) le tomara en estima hasta tal punto que popularmente se le bautizó como "Motoret", nombre de uno de los personajes que utilizaba para contar sus chistes el desaparecido cómico valenciano Manolo Meliá, "Don Pío".
El rendimiento de Zurdi fue más discreto que el de Eloy aunque jugó 35 partidos en tres temporadas. Sabadell y Avilés Industrial fueron sus dos últimos clubes. A día de hoy Zurdi vuelve a estar ligado al club de Mestalla al que llegó como fisioterapeuta en el equipo de trabajo que comandaba Marcelino García Toral.
El de recorrido más corto fue el mexicano Luís Flores Ocaranza "Lucho Flores". El delantero azteca se dio a conocer en el mundial que México jugó como selección local en 1986. Aquel equipo que tenía como delanteros a Negrete, Hugo Sánchez, el "Abuelo" Cruz o el propio Lucho, puso a los dos últimos en el escaparate para venir a España (Cruz llegaría más tarde al Logoñés). Flores recaló ese verano en el Sporting de Gijón e hizo 12 goles en 31 partidos. Acabada esa temporada se volvió a su país para jugar en el Pumas, pero en verano de 1988, el Valencia CF lo trajo de vuelta a la liga española.
Pese a un prometedor inicio en el trofeo Naranja (con gol de falta al Vasco de Gama y otro al Oporto), en la liga la cosa se torció. Tan solo 3 goles en 31 partidos hicieron que el Valencia CF le buscara al final de aquella campaña un traspaso al Cruz Azul. En el cambio saldría ganando el equipo valencianista porque su recambio fue ni más, ni menos, que el gran Lubo Penev.
Todo aquello ayudo a que el Valencia de Espárrago acabara aquella campaña 1988/89 en el tercer lugar de la clasificación. Por aquel entonces un niño de Tuilla con 6 años empezaba a dar sus primeras patadas al balón. Su nombre era David Villa...