Hoy es 11 de octubre
VALÈNCIA. Perdón por ser un aguafiestas de manual, pero la ocasión lo merece. Entiendo que el personal sigue de merecida y dulce resaca después de los
fastos del Centenario y de un partido de leyendas que fue un éxito, porque
consiguió revitalizar ese sentimiento heredado de padres a hijos. Faltaría
más. Y se entiende que el día a día del club pase por rearmarse ahora de
cara al final de temporada, batallar la cuarta plaza en Liga, preparar los
cuartos de final en Europa y seguir teniendo licencia para soñar en la
Copa. Sin embargo, como a la fuerza ahorcan, me veo en la imperiosa
necesidad de preguntar en esta tribuna de opinión por la postura oficial
del Valencia CF sobre la más que posible sombra de esa Superliga planean
ECA y UEFA, que amenaza el futuro del fútbol, al menos, tal y como lo
conocemos ahora. El asunto es capital. Va sobre la supervivencia del club,
afectará a su economía, su estructura, su futuro patrimonio deportivo y
sobre todo, a su gran aval, su afición. Impulsados por la fiebre del oro y
porque hace años que han esquilmado el jamón nacional, los presidentes de
los clubes más poderosos del continente han alumbrado un proyecto que Tebas
califica como “de barra de bar a las cinco de la mañana”. Y parapetados en
una asociación, la ECA, de 232 miembros, están dispuestos a plantar sus
reales para recaudar más dinero, creando una Superliga que jugarán 32
equipos y en la que los otros 200 socios quedarán marginados, sin comerlo
ni beberlo. El objetivo de la ECA, que espera “luz verde” de los ingleses –
ellos sí prestigian su competición y tienen los ingresos más que
suficientes para sobrevivir-, es establecer un cordón sanitario entre ricos
y pobres, a partir de 2024. El torneo se jugaría los fines de semana,
porque las televisiones asiáticas pagan mucho más en esas franjas horarias,
mientras que las competiciones nacionales quedarían relegadas a tener que
jugarse entre semana.
En la ECA hay 232 clubes y 9 son españoles. Una delegación de cada club ha
viajado a Amsterdam para conocer, de primera mano, cómo está el asunto. Y
Gianni Agnelli, el patrón de la Juventus y presidente de la ECA, se lo ha
dejado claro: se ha puesto la primera piedra de un proyecto que acabará
reventando los campeonatos nacionales. Miembros de la ECA son *Real Madrid,
Barcelona, Atlético, Valencia, Sevilla, Athletic, Villarreal, Real Sociedad
y Málaga. De esos, sólo tres tendrán garantizada su presencia y por tanto,
supervivencia, en esa Superliga: los dos de siempre, Madrid y Barça; y el
Atleti, en calidad de invitado en la primera edición. ¿Qué pasará con
Valencia, Sevilla, Athletic, Real o Villarreal? Pues ahí, la UEFA, para no
quedar fuera del “invento” de la ECA, pasará por el aro y ofrecerá a estos
clubes que jueguen una Europa League que, posiblemente, tenga dos
divisiones. Allí, a esos clubes se les dará el chocolate del loro, para que
no protesten. La parte del león, lógicamente, se la llevarán, a dedo, los
que han impulsado una cruzada particular para destrozar el fútbol nacional
de cada país, simplemente porque necesitan engordar sus arcas todavía más.
Pan para hoy, hambre para mañana. Pan para ellos y hambre para el resto,
claro. ¿Qué pasará, más tarde o temprano, con los clubes que no formen
parte del Club del Millonario de la ECA? Pues que quedarán heridos de
muerte, porque verán reducidos sus ingresos por televisión, tendrán menos
músculo económico y estarán condenados a sobrevivir sin la más mínima
oportunidad de crecer de manera sostenida, porque serán donantes de
órganos para abastecer a los ricos cuando lo necesiten. La pregunta del
millón es ¿de verdad el Valencia CF está dispuesto a hacerle el caldo gordo
a los que impulsan la Superliga? ¿Nadie del club va a salir a a la palestra
para aclarar en qué posición y lugar se encuentra el VCF? Y lo más
importante ¿el Valencia CF, de qué lado está en todo esto, de los que
quieren más millones o de los que creen que acabar con la liga de cada país
es matar al fútbol? Ardo en deseos de conocer, más pronto que tarde, una
respuesta oficial del club. No es ninguna broma. En juego están otros cien
años por cumplir.*