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entrevista al número dos de la lista del pSPV AL AYUNTAMIENTO DE VALÈNCIA

Emiliano García: "El auge de la extrema derecha me ha empujado a entrar en política"

17/02/2019 - 

VALÈNCIA. Cuenta que fue dicho y hecho. A principios de semana, Sandra Gómez lo convocó a una cena con Ximo Puig y Manolo Mata para cerrar el acuerdo. "Me lo dijeron y me quedé temblando", relata Emiliano García (Requena, 1955) acerca del momento en el que le propusieron ser el número dos de la lista del PSPV al Ayuntamiento de València. Accedió, y el miércoles ya fue presentado oficialmente. Es bien sabida su simpatía por los socialistas, si bien nunca se ha afiliado al partido. García es, en realidad, un empresario conocido y reconocido, especialmente por su regencia de la bodega Casa Montaña, en pleno barrio del Cabanyal. A partir de ahora, el negocio pasará a manos de sus dos hijos.

La convicción de que la sociedad civil debería entrar en política y el auge de la extrema derecha le han empujado a aceptar la propuesta del PSPV. El hostelero admite ser "muy crítico con el Partido Socialista", precisamente porque es el partido al que ha votado siempre. Le atrae el proyecto porque la formación del puño y la rosa "está con la economía de mercado" a la vez que se preocupa por la cultura y las políticas sociales. No cree que haber estado en la trinchera privada sea un hándicap, aunque es muy consciente de que le va a costar adaptarse a "la política dura", la política de partidos y mítines. Ahora bien, no cierra la puerta a integrarse en el PSOE ni a continuar en política más allá de los cuatro años del próximo mandato.


A sus espaldas lleva ya haber sido vicepresidente de la Federación Española de Hostelería, miembro de la directiva de la Confederación Empresarial de la Comunitat y de su homóloga en el campo de las pymes, entre otros muchos cargos en el mundo de la empresa y la hostelería. Actualmente, es patrono de la Fundación Étnor, la Fundación Bancaja y Valencia Port.

Valencia Plaza se acerca al barrio marítimo, a los aledaños del mercado municipal del Cabanyal. Atrae la atención de vecinos y vendedores sin esfuerzo, con especial confianza. "¿Sabes la cantidad de mensajes que he recibido de gente que no votaba o votaba a otro partido y dicen que me van a votar porque tienen absoluta confianza en mí?", comenta. García, con especial sensibilidad por el vecindario de la zona, cree que la recuperación del barrio ha avanzado, pero con lentitud.


- Enhorabuena por su elección, Emiliano.
- Gracias. Es una responsabilidad muy grande. ¿Sabes la cantidad de mensajes que he recibido de gente que no votaba o votaba a otro partido y dicen que me van a votar porque tienen absoluta confianza en mí? Me abruma un poco. Hay que pensar también que es una oportunidad de influir de verdad porque voy a estar donde se toman las decisiones. Yo vengo a aportar, no vengo a quitar a nadie. Y no estoy constreñido ni ceñido a las disciplinas de partido porque no estoy en ninguno.

- ¿Le da miedo sentirse un poco intruso?
-  No, al contrario. Me ha tocado a mí pero pensaría igual si le hubiera tocado a otro. Yo pienso que lo normal es que se despolitice la gestión. Es bueno que haya gente de fuera para no mirarse el ombligo. Cuando uno entra en política, tiene que asumir que está de paso. Por uno mismo, y porque lo primero es el ciudadano; no se entra para asegurarse un porvenir.

- ¿Tendría que haber menos políticos gestionando?
- No tengo ninguna duda. Porque tengo un talante liberal y porque yo me he sentido siempre de la sociedad civil. Si la sociedad civil hubiera ejercido más, no hubiera pasado todo lo que ha pasado. Ha habido una dejación.


- Estaba muy orgulloso en la presentación. ¿Cómo fue el fichaje?
- No había mucho tiempo. Me llamó Sandra [Gómez] para decirme que ella y Ximo [Puig] querían hablar conmigo. Quedamos el lunes de esta misma semana para cenar. Vinieron ellos dos y Manolo Mata. Hablamos de todo. Me lo dijeron y me quedé temblando. No me lo esperaba para nada. Yo siempre he pensado que Sandra será una gran alcaldesa, pero yo no soy amigo suyo exactamente. Tenemos relación, pero no tan cercana. Quizás he tratado más con el president que con ella. Me genera mucha confianza porque es muy fresca. Hay gente que lo pone como un defecto, pero la juventud es una cualidad positiva: una mujer tan joven, tan inteligente, con esa vitalidad, esa energía... El hecho de apostar por mí ya dice suficiente, porque habrá tenido sus más y sus menos. Ella tiene muy claro que lo importante es el interés general.

- ¿Qué ofrece el Partido Socialista que no pueda ofrecer otro partido del espectro de izquierdas?
- Yo soy muy crítico con el Partido Socialista porque es al que he votado siempre. Es en el que me siento más cómodo.

- ¿Por qué?
- El Partido Socialista está con la economía de mercado. Yo no dejo de ser un empresario, un comerciante en minúsculas en realidad. También le preocupa la cultura, el progreso, el aspecto social. Yo tengo dos vertientes. Una que me emborracha, el turismo, tiene que ver con lo que he hecho siempre. La otra, menos glamurosa, es la social, y tal y como soy yo puedo irme todos los días a casa llorando. Las políticas sociales del PSOE me han gustado siempre.

- ¿El auge de la extrema derecha ha tenido que ver con su elección y con su decisión de acceder?
- Absolutamente. No porque vaya a haber un auge aquí en València, que no lo sé. Pero sí por el que ha habido ya. Me ha preocupado mucho.

- ¿Le ha empujado a implicarse más en la política?
- Sí. Siempre he ejercido de sociedad civil. Además desde la individualidad. Por ahí tenía cubierta mi parte más espiritual, digamos. Pero el temor a que haya un retroceso importante, una amenaza que está ahí, me ha influido mucho.

- Se presenta como independiente, pero ¿ha pensado alguna vez en entrar en el PSOE?
- Hace muchísimos años, como era tan afín, lo pensé. No lo hice entonces, y es difícil que lo haga ahora.

- ¿Cierra la puerta?
- No. En la vida, uno no puede decir 'de este agua no beberé'. No creo que sea imprescindible. Y me siento mucho más cómodo así. Yo estoy aquí porque Sandra Gómez es muy potente. Con otro 'partner' hubiera dicho que no, seguro.

- Ha advertido que su compromiso es para los cuatro años de mandato. ¿Se plantea seguir en el Ayuntamiento más tiempo si se dan las circunstancias?
- Lo mismo digo. Estas cosas pesan mucho. Los diez años que estuve en la Federación Española tuve un desgaste muy grande. Pero en principio, sí. ¿Por qué no?

- ¿Qué aptitudes cree que le hacen valer el puesto que va a ocupar?
- Mis aptitudes son la frescura y la gestión. Tengo mucha experiencia de gestión. Además, yo conozco mucho la ciudad y las gentes. Voy a aportar frescura y también sentido común.

- ¿No cree que es un hándicap el hecho de haber estado siempre al otro lado de la barrera?
- No, yo no he estado al otro lado. Yo soy consecuente. No pienso como muchos empresario, pero sí coincido con otros. Me siento muy orgulloso de ser empresario porque generamos riqueza económica y espiritual. La empresa es muy importante en el Estado de Bienestar.

- ¿El hecho de que proceda de la sociedad civil y especialmente del Cabanyal puede ayudar a recuperar votos? ¿Cree que justamente eso ha sido un factor importante a la hora de elegirle como número dos?
- No por eso me han elegido. Yo no he nacido en el Cabanyal. He sido una de las partes que puso resistencia a la destrucción del barrio, pero no fui la más grande. Fui la que despertó el interés de parte de la sociedad, para hacer ver que no todos somos trotskistas ni comunistas, que es lo que se vendía entonces. Aquí está el mundo de la empresa y el comercio también. Si Sandra hubiera buscado alguien de ese perfil, se tendría que haber ido a la Asociación de Vecinos o alguien que hubiera estado en los orígenes de la lucha. Eso ha dado la posibilidad de que se conozca mi talante liberal y de consenso, y mis convicciones firmes. Ahora lo son más que nunca. Tengo una edad donde lo importante para mí es no traicionarme.

- En política, especialmente ahora, es necesario aprender a traicionarse también un poco y ceder.
- No creo que haya que traicionarse. Sí que hay que tener cierta flexibilidad porque nadie está en posesión de la verdad. El consenso es fundamental.

- Usted no está acostumbrado al día a día de la política. ¿Qué cree que le va a costar más?
- Es una incógnita. También me lo he planteado a mí mismo. Yo no voy a ser una persona de mítines porque no soy un político. Hablar ante grandes públicos me ha costado, aunque lo he superado. Voy a llevar fenomenal el consenso y el trato con las entidades y la sociedad en general. Lo que más me puede costar es la política pura, pero tampoco es mi obligación. Hay un equipo de gente preparada para ello.

- ¿A qué se refiere con política pura?
- A los mítines y las cosas de partido. Yo no soy un hombre de partido. Eso me costaría y puede que no lo hiciera nunca. Lo demás lo llevaré perfectamente. Me adaptaré un poco a ser más conocido, aunque ya lo soy.


- Imagino que ha estado al tanto de las políticas del Ayuntamiento que afectan al sector. ¿Qué se podría haber hecho mejor?
- Conozco muchísimo mejor la hostelería de España. También de València, pero no he seguido paso a paso los últimos cuatro años. Lo que hace falta siempre entre administración y colectivos es comunicación. No se puede hacer el 'ordeno y mando', aunque la administración ha de ser contundente con sus decisiones.

La persona que tiene un negocio, tiene gente a su cargo y a veces se autoemplea. En ocasiones funciona bien, pero muchas otras, no. Hay que tener en cuenta esa resistencia. Lo que sea de sentido común, hágase. Debe primar siempre el interés general. Ahora, antes de ello, para conformar el decreto, hay que contar con el sector.

- ¿Qué le parece, por ejemplo, la aplicación de la ZAS en el Carmen?
- Desde luego, no soy muy partidario de que haya puerta sí, puerta no, un bar. Es un peligro que se corre aquí en el Cabanyal. A veces se cree que lo digo por miedo a la competencia. Nada más lejos de la realidad. Tiene que haber bares, peluquerías, farmacias, etcétera. Sólo bares, al final, convierten las calles en lugares fantasma. Pueden generar pobreza para muchos. Dicho eso, son necesarias unas reglas de juego en las que todos hagamos un esfuerzo por situarnos también al otro lado sin perjudicar al ciudadano.

- Dijo usted que lo lógico sería que, de ocuparse de alguna área, fuera la de ocio y turismo, porque es su especialidad.
- Sí. Es un deseo (ríe). Dije eso pero yo estaba pensando en turismo. En los últimos años he participado mucho en el ámbito. Es una vocación. En ello me desenvuelvo muy cómodamente, pero también me sentiría igual con todo lo social. Pero preferiría no hacerlo por mi naturaleza y a mi edad, me preocupa irme a casa todos los días con dolor de riñones (ríe). Soy egoísta en ese aspecto.

- ¿Qué medidas necesita implementar València en cuanto al turismo?
- Necesitamos elevar el nivel. Tenemos que ser distintos, poner en valor nuestro patrimonio cultural y arquitectónico, y las ventajas de un clima tan privilegiado. No necesitamos más turistas, sino mejores turistas. Ahora, la oferta turística se está nivelando con la recuperación afortunadamente de Túnez y Egipto, por ejemplo. Es el momento de apostar por el turismo de calidad. Eso además eliminará otros problemas: zonas de mucho ruido, por ejemplo. No habrá negocio para el que no lo haga bien y el que no lo haga diferente. Es importante atraer a turistas con mayor nivel adquisitivo porque van a generar más riqueza y van a ser unos prescriptores extraordinarios.

- Hablemos de pisos turísticos.
- Quisiera saber más sobre todo eso. Yo tengo un edificio de apartamentos turísticos. Era una casa grande donde he hecho siete apartamentos de mucha calidad. Cuanto más sé sobre el asunto pienso: 'menos mal que lo he hecho con mi pareja', porque hace falta mucha profesionalidad también. Creo que los apartamentos turísticos son bienvenidos siempre que cumplan las reglas del juego: que estén dados de alta y paguen a Hacienda como cualquier otra empresa. Deben estar en sitios calificados como terciarios. Si es una planta baja y un primer piso, con el permiso de la comunidad, se podría hacer, como un despacho de abogados.

- Pero, ¿qué hay de todas las quejas que estamos viendo en muchos barrios por las molestias de este tipo de negocios? Sin ir más lejos, en el Carmen.
- Cuando los vecinos denuncien, hay que atenderlos. Lo prioritario es el ciudadano. Yo tengo mucho miedo a que ocurra esto. Para que una ciudad sea atractiva para el turista, debe serlo primero para el conciudadano, es una máxima fundamental. Durante muchos años, se han abierto muchos establecimientos porque no había regulación. Por otro lado, la gente que empezó a poblar el Carmen también ha envejecido y ahora son de mi edad o mayores y tienen otras necesidades, con otra percepción distinta. Se juntan muchas cosas.

- ¿Contribuyen los apartamentos turísticos a la gentrificación de un barrio?
- Sí. Pero también muchos extranjeros, cuando se estaban derribando casas, vinieron aquí [al Cabanyal] y gracias a ellos se conservaron las casas. No eran turistas al uso, eran extranjeros que valoraron el patrimonio y el color del barrio. Influye, pero la gentrificación no es mala per se. Es normal. Barcelona se pobló de andaluces y la gentrificaron. Esto es así. Lo que debe es estar todo regulado.

- Respecto a la recuperación del Cabanyal, ¿cree que se ha sido lento?
-  Sí, creo que sí se ha sido lento. Aunque es cierto que en todo lo que ha sido urbanización, se ha avanzado. Pero hay que pensar también que no todos los okupas están en propiedades del Ayuntamiento. También están en propiedades privadas. Y si los propietarios no denuncian, hay poco que hacer. Hay propietarios que en ese momento no veían valor a la casa, eran de tercera generación con veinte primos, y abandonaron las casas. El Ayuntamiento no puede proceder si ellos no lo hacen. Por otro lado, soy partidario de que haya instalaciones públicas que obliguen al ciudadano a entrar y salir en esa zona de mayor conflicto. Es importante atender los focos marginales.

- La zona cero.
- Exacto. Si la zona cero se hubiera resuelto, todos diríamos que esto ha ido rápido. Es el símbolo. Pero uno va por ahí y ya se ve totalmente distinto. Es cierto que en ciertas horas, hay vecinos que sufren molestias. Para mí, sí que es lento, sinceramente.

- ¿En qué se mueve por la ciudad?
- Cuando vivía en València, me movía en bicicleta, pero ahora vivo en El Puig y necesito coger el coche. Aparco aquí porque tengo aparcamiento. Pero muchísimas veces prefiero el taxi o el autobus. Especialmente el taxi.

- ¿Y cómo ve la política de movilidad de la ciudad?
- Voy poco por València. Leo mucho y sé que hay controversia. Al ciudadano le duele mucho que le cambien las costumbres. En general soy partidario de que las calles y los centros de las ciudades sean para los ciudadanos y no para los coches. Eso no quiere decir que si cierras algunas calles al tráfico, vas a arruinar a los comercios. Pero hay que hablar.

- Respecto al carril bici, ¿qué opina?
- Hace muchísimos años, si me hubieran oído, igual me hubiera fichado Ribó. Llevo mucho tiempo diciendo que esta ciudad es perfecta para la ciudad. Había lugares donde la red de carril bici se cortaba. Ahora es una continuidad que está bien. Quizás haya alguno que no sea apropiado. Yo no lo he analizado. En Oslo, por ejemplo, en las afueras de la ciudad hay grandes aparcamientos donde dejas el coche y con el ticket del parking, puedes moverte en todos los servicios públicos. Las administraciones, cuando no saben cómo resolver algo, lo prohíben. Primero hay que buscar alternativas y luego sancionar o prohibir. Pero primero hay que poner alternativas al ciudadano.

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