De la misma manera que cualquier españolito de a pie tiene que hacer ingeniería financiera para abordar el arranque de 2018 sin descalabros tras los excesos de las navidades, también el Valencia CF debe hacer un ejercicio de ponderación máxima para que enero no termine convirtiéndose en sepultura de una gran ilusión compartida.
VALÈNCIA. La búsqueda del equilibrio es, quizá, la más importante en cualquier orden de la vida, algo así como la búsqueda del Santo Grial en la antigüedad, y el fútbol no es -ni mucho menos- una excepción. El entrenador debe tratar de ser equilibrado y compensar su principio de autoridad con las concesiones mínimas necesarias para sacar partido a su plantel y también tiene que dotar de equilibrio al equipo sobre el terreno de juego para que la fase ofensiva sea suficientemente agresiva sin sacrificar la defensiva. El futbolista debe encontrar el equilibrio necesario para que su vida privada no altere su rendimiento en el campo. Los preparadores físicos equilibran la exigencia en el rendimiento con la administración adecuada de descanso para no ‘reventar’ una plantilla.
Así podríamos seguir renglones y renglones en los que encontraríamos al ‘equilibrio’ como pócima milagrosa con la que dar solución a todos los obstáculos que pueda presentar un equipo de fútbol de élite. Y... posiblemente el Valencia CF se encuentre ahora, a punto de abrirse las puertas de 2018, con una de esas ocasiones en las que, más que nunca, sea necesario dar con el equilibrio justo para acometer con ciertas garantías la temida ‘cuesta de enero’.
De la misma manera que cualquier españolito de a pie tiene que hacer ingeniería financiera para abordar el arranque de 2018 sin descalabros tras los excesos de las navidades, también el Valencia CF debe hacer un ejercicio de ponderación máxima para que enero no se termine convirtiendo en sepultura de una gran ilusión compartida. A tal efecto, parece una obviedad que hace falta de manera urgente apuntalar el vestuario porque se está pagando con derrotas todas aquellas contingencias en forma de lesión y el equipo sangra por cada ausencia de aquellos que todos tenemos interiorizados como ‘equipo titular’. Hay que hacerlo y hacerlo bien pero... aquellos que estén en dicho cometido: los funcionarios de aquí y los magnates de allá deberían remar en la misma dirección porque son muchas las aristas que aconsejan el máximo equilibrio en las decisiones a tomar.
Claro está que lo primordial es la mejora efectiva de la plantilla pero sería necesario llevar a cabo el trabajo de manera que Marcelino no pierda el control del grupo que alcanzó en tiempo récord, entre otras cosas, por disponer de una plantilla lo suficientemente escasa en número como para evitar desconexiones inoportunas de aquellos jugadores que pudieran dejar de sentirse importantes, o sea que hace falta reforzar, sí, pero no sobre poblar una demarcación que pueda dejar daños colaterales a largo plazo: equilibrio.
Como cualquiera de nosotros de cara a Enero habría que hacer los movimientos justos como para que no vuele por los aires la planificación económica del Club porque la historia reciente ya nos ha dejado suficientes experiencia de descalabro económico que, por ejemplo, han llevado a que la entidad más representativa de la Comunidad Valenciana haya terminado en manos de un Señor de Singapur: equilibrio.
También sería, y de hecho es, un asunto importante que aquellos que lleguen a instalarse en el vestuario valencianista no despierten envidias incómodas -tan frecuentes- entre sus nuevos compañeros por disponer de un salario mucho más elevado porque dichas envidias acaban, en algunos casos, derivando en merma de rendimiento: equilibrio.
La fórmula no es, ni mucho menos, sencilla porque por encima de todo sobrevuela siempre la necesidad de acertar sin desmontar la armonía reinante que tan buenos resultados ha venido reportando al valencianismo desde que arrancó la temporada y la premura lógica que aconsejaría disponer de los refuerzos mejor mañana que pasado mañana. El principio de año va a ser muy complicado, se multiplican los compromisos y se endurece el calendario liguero: a la vuelta de la esquina se presentan envites de máxima dificultad como Real Madrid, Atlético y Barcelona en los que hay que ‘rascar’ lo que se pueda y no descolgarse de la zona de privilegio.