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Es lo que hay, Voro

Pero Voro tiene un par de afirmaciones con las que él no se engaña, ni engaña a nadie. "El objetivo es el que es"; "esto es lo que hay, no hay más". Son sus lacónicas sentencias ante un auditorio que se niega a escuchar

8/03/2017 - 

VALENCIA. Con Voro ocurre lo que con Pako, que los lunes tras victoria sólo escuchas y lees odas exageradas, hasta sonrojantes, a su labor. Odas que desaparecen cuando el Eibar te mete cuatro, el Alavés te remonta andando, el Celta te humilla en Copa o no se presenta nadie en el Calderón. Dando paso al despiece contra los jugadores. Personas que nunca tienen culpa en el triunfo, pero siempre en la derrota.

Es una manera folclórica de profundizar en el autoengaño, en querer ver lo que no hay en uno de los nuestros por el mero hecho de serlo.

Pero Voro tiene un par de afirmaciones con las que él no se engaña, ni engaña a nadie. "El objetivo es el que es"; "esto es lo que hay, no hay más". Son sus lacónicas sentencias ante un auditorio que se niega a escuchar.

Los primeros en hacerlo son unos dirigentes que osan acusar a un entrenador dimitido de atacar públicamente a la plantilla, dejándoles un marrón, para acabar publicando una crónica hiriente en la web oficial que escapa de los margenes de la sensatez. En un golpe de realismo mágico desearía ver un día de estos a los 22 en sala de prensa leyendo un comunicado arremetiendo contra la propiedad, no se merecen otra cosa.

Porque todo esto es un intento de ocultar su dejadez, ignorancia y sobo, tras un ramalazo populista en el enésimo ridículo del año.

Pero lo peor no es eso, es haber dinamitado la labor de Voro. Que no es la de entrenar, sino la de apagar incendios. La de convencer a gente que no quería estar aquí de acabar el año sin hacernos daño; convirtiendo la estancia en lo más plácida posible, sin broncas o reproches. La misión del señor Lobo era despejar nubarrones y alejar fantasmas; aislar y proteger de ataques internos y foráneos a una plantilla que se siente desamparada como vía para evitar el descalabro. Era su condición a la directiva para aceptar el puesto, y se lo concedieron.

Ahora, una vez más, demuestran el valor de su palabra traicionando a un hombre que lo arriesgó todo por el bien de la entidad.

Y esto, queridos, es lo que hay que entender para entenderlo todo. Para entender el porqué nunca veréis a Voro atacar a sus futbolistas, ni exigirles nada que no sea ganar los partidos imprescindibles para mantenerse a flote.

Aunque quisiera tampoco podría hacerlo. Voro sigue siendo futbolista, es el colega, el hombre que les ha sacado de marrones, se ha ocupado de sus intimidades y se los ha llevado de cena. No tiene autoridad moral para enfrentarse a un grupo que le ve como uno de los suyos. Él lo sabe; ellos lo saben; nosotros lo sabemos. Y en esas tuvo la suficiente capacidad de conseguir pequeñas conquistas que espabilaron al muerto. Ése es su gran triunfo.

Además de ser un equipo vulnerable, inconsistente y vulgar, estamos ante la descripción de uno de los principales problemas de este roster: la falta de liderazgo interno. Tanto en el club, como en el vestuario. No hay confianza, ambiciones, exigencias, ni motivaciones. No hay causa por la cual luchar ni pastor que haga rebaño. Pocos tienen su mente puesta en el equipo, y muchos cuentan las horas para acabar la temporada e irse.

Queda ese burbujeante sueño vivido por todo canterano en pleno debut llamado Carlos Soler. La obsesión de Mangala por ganarse un puesto en el Manchester City y la resurrección de un Zaza que despierta tras una depresión, encontrando en la playa y en la posibilidad de volver a jugar una ilusión arrebatada. Un islote de profesionalidad llevada al extremo llamado Rodrigo y una alegría con patas en Mina. Insuficiente para hacer un equipo con mayores aspiraciones. Lo bastante para que la labor de hormiguita de un señor anónimo abriera camino hacia un fin de curso sin más alicientes ni padecimientos que dejar caer las hojas del calendario.

Ahora está por ver las consecuencias del nuevo acto perpetrado por la cultura del "Tarde y Mal" que representa Meriton. Es lo que hay. Es lo que vimos el año pasado y lo que seguiremos viendo el que viene como algo, o alguien, no consiga dar un giro de 180 grados a la situación. Porque este Valencia, como le leí en tuiter a J.I. Ferrer, no es más que un porro hecho crónica.

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