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9/11/2021 - 

VALÈNCIA. Tras un discurso como el pronunciado por Bordalás tras el empate contra el Atlético y todavía con la lógica euforia de una remontada en el último minuto, quedan pocas dudas de que el entrenador aspira a algo más que vagar en la zona de nadie de la tabla clasificatoria (entre el 9º y el 13ª, que es lo que un servidor hace años ya bautizó como "la zona Meriton").

Es bueno y aconsejable que el entrenador recuerde que hay que mejorar, que entiende el subidón final pero que le disgusta cómo se recorre el camino, que en la jornada 13 no puedes llevar 20 goles encajados...

Y es positivo que lo haya hecho el propio técnico porque si lo llegamos a hacer cualquiera de los periodistas malvados o de los falsos valencianistas, hubieran faltado segundos para salir a increpar a los "todomalistas". Hasta la cutrez tiene sus obstáculos aunque se empeñen en decirnos cómo y cuándo hay que festejar los goles, a qué futbolistas hay que aplaudir y a cuáles no se les puede aplaudir y en qué minutos se puede hacer y en qué minutos no se puede.

Y no es el único mensaje lanzado en ese sentido en las últimas fechas. Tras el empate también in extremis contra el Mallorca, Gabriel recordó que esto es el Valencia y que él no renovó para quedar el que hace 10 en la clasificación; que aquí había que pelear para llegar a Europa.

Mientras el núcleo deportivo del club (entrenador y jugadores) se imponen la autoexigencia de recuperar puestos europeos, las prioridades entre quienes mandan siguen siendo las de silenciar las voces críticas. Volvimos a tener una buena muestra el domingo cuando trataron de impedir la protesta promovida por la plataforma Libertad VCF (aquella que defiende los intereses de los accionistas minoritarios de manera activa), e intentaron censurar la entrada al estadio de un poster para ilustrar dicha disconformidad. Por más que lo intenten, no se le pueden poner puertas al campo. Mestalla va despertando poco a poco aunque aún siga a años luz de lo que es capaz expresar en momentos de disconformidad. En otra época por mucho menos de algunas de las "performances" de Anil en el palco, la protesta hubiera sido épica. De momento triunfa la desafección.

Que el equipo y el entrenador tienen alma, es tan evidente como que carecen de ella (y de la más mínima intención) aquellos que debieran dotarles a estos primeros de las herramientas para alcanzar objetivos otrora casi obligatorios en un club de la dimensión que tenía el Valencia CF antes de caer en las manos actuales. Ahora las prioridades son otras en los que toman las decisiones, por eso es tan importante no pararnos a aplaudir un empate más allá del subidón por cómo se produjo. Es importante que Bordalás esté tan claro y certero como estuvo en la sala de prensa, para que ni siguiera la propaganda pueda confundir al personal. 

El entrenador no se conforma, alguno de los jugadores tampoco, ya sólo falta que la grada exprese con mayor continuidad su disconformidad con aquellos a quienes les da igual todo esto. Que para su desgracia, y la del club, son aquellos que toman las decisiones.

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