VALÈNCIA. El empresario Fernando Roig, que ahora cumple veinticinco años como presidente del Villarreal CF, ha amado el fútbol con pasión desde que cuando era pequeño jugaba con sus hermanos y soñaba con ser futbolista hasta que ha podido cumplirlo en otra vertiente como presidente de un club que surgido casi de la nada ha llegado a lo más alto.
Su relación con el fútbol se centró en el Valencia, del que su hermano Paco fue presidente en los últimos años del pasado siglo, por lo que vivió de cerca una experiencia que le sirvió para conocer de primera mano lo bueno y lo malo de este mundo.
Tras colaborar de joven con la empresa cárnica familiar y abrirse más tarde un hueco personal a nivel profesional, se hizo cargo de Pamesa, a la que llegó hace ahora cincuenta años, y donde ha desarrollado su proyecto más importante.
De su mano, la empresa cerámica afincada en Almazora, ciudad vecina a Vila-real, dio un salto definitivo y pasó a ser una de las punteras a nivel mundial.
Este crecimiento le permitió a Roig pensar en una vía alternativa con la que “devolver a la sociedad lo que ganaba en el capítulo empresarial”. Por ello, junto a su hermano Juan, decidió apostar por el baloncesto y entró de lleno en el proyecto Pamesa, equipo representativo de la ciudad de València, del que fue presidente y con el que ganó la Copa del Rey de 1998. Para entonces, ya combinaba baloncesto y fútbol.
Por lo que respecta al Villarreal, Fernando Roig había optado un año antes por hacerse con las acciones del club de la ciudad vecina a su empresa y para ello es clave entender que el presidente de Pamesa Cerámica era un asiduo en Vila-real, ya que sus amigos y muchos empresarios cerámicos, tienen en esta ciudad su punto de encuentro profesional.
Esa vía, hizo que el mandatario conociera de primera mano la situación del Villarreal, a lo que se sumó, que el Valencia de su hermano Paco, firmó un convenio con los castellonenses para que el club contara con una vía de mejora económica y deportiva, a lo que se sumó el acercamiento a José Manuel Llaneza, consejero del club.
Tras un par de años, en 1997 llegó un momento clave para el Villarreal como entidad, ya que el presidente, Pascual Font de Mora, estaba enfermo, lo que obligó a su familia a tomar decisiones y Roig valoró entrar en un proyecto deportivo en la provincia de Castellón, donde tenía conformada su vida profesional.
Llaneza conoció ese interés y decidió ofrecerle la posibilidad de hacerse con las acciones del Villarreal y mantener con vida el proyecto de Font de Mora. Para Roig el Villarreal era una buena opción, ya que era un club que estaba en Segunda, un proyecto en el que podía llevar a cabo su idea sin tener enfrente a nadie, además de una posibilidad de entrar de lleno en el mundo del fútbol.
Con Llaneza como ejecutivo, Roig se incorporó con el objetivo de llevar al Villarreal a Primera en tres años a base de mejorar la entidad y sus instalaciones y apostar por la cantera. Así empezó su dedicación constante a la entidad que ha dejado de ser únicamente el equipo de una ciudad de 50.000 habitantes para verse implantado a nivel nacional e internacional.
Durante este tiempo, la ciudad de Vila-real decidió hacerle hijo adoptivo como reconocimiento a su aportación a un lugar que ha cambiado mucho en el cuarto de siglo en el que Roig ha hecho crecer al club.