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Florengate

17/07/2021 - 

VALÈNCIA. Aunque el periodismo es mucho más que eso, siempre he comulgado con el aforismo que afirma que “el periodismo consiste en contar lo que otros no quieren que se sepa”, por eso debe ser incómodo para el poderoso. Cierto es , también, que en el momento que la información se convirtió en un negocio perdió, seguramente, una parte importante de su interés porque las cuentas de resultados no casan bien con el principio de independencia y el poderoso se afana, favoreciendo o no dicha cuenta de resultados, en que la información publicada deje de ser una incomodidad o que, incluso, pase a convertirse en una útil herramienta de su propia propaganda.

El preámbulo viene a cuento de lo acontecido la última semana con el fenómeno bautizado como ‘Florengate’ y la repercusión -muy contenida en algunos casos- en los grandes medios de comunicación de nuestro país. Vaya por delante que en mis casi 35 años de supervivencia en este bendito oficio no habrá nadie que pueda decir que le grabé una conversación privada sin su consentimiento: no la he hecho jamás y no me parece un procedimiento honesto sea la víctima Florentino Pérez o quien sea. Pero me llama poderosamente la atención la fertilidad con la que afloran quienes minimizan la impactante información vertida en los últimos días aferrándose a la pretendida defensa de una deontología profesional que tantas veces vulneraron cuando les interesó. Algo así como pretender invalidar la gravedad del Watergate acusando a la ‘garganta profunda’.

Las opiniones de un personaje relevante y poderoso como lo es el actual Presidente del Real Madrid son de interés público siempre y el hecho de que se hayan recabado de manera ilegítima, aún dejando en mal lugar a quien las consigue haciendo uso de una trampa, no las hace menos interesantes. En este caso, y por el explosivo contenido de las mismas, más bien al contrario. Don Florentino, faltaría más, está en su pleno derecho de acudir a las instancias que considere para proteger el derecho a la intimidad que ha podido ver violado pero , lo que ya no puede evitar es que Iker Casillas conozca que su presidente lo considera un personaje muy ‘corto’, que Vicente del Bosque sepa que es un ‘zoquete’ o -lo que es mucho más grave- que los españoles conozcan cómo y de qué manera el ‘ser superior’ ha venido moviendo los hilos en determinados medios de comunicación para movilizar a la opinión pública en beneficio propio. Si el proceder de quien graba sin permiso es denunciable, que lo es desde mi humilde punto de vista, lo desvelado en las grabaciones es absolutamente deleznable.

Pero, lamentablemente, lo de Don Florentino no es , ni mucho menos, un hecho aislado. El hecho de que no existan , o no hayan salido de momento, grabaciones de otros muchos ‘Florentinos’ que pululan por el panorama futbolero patrio, no quiere decir que no haya quien intenta constantemente manejar la tramoya de los medios y lo peor es que, en muchos casos, lo consiguen por la falta de escrúpulos de unos y por la necesidad de otros. Sucede en Madrid, en Valencia y en todas partes hasta el punto de que el periodista se ve en la necesidad de emplear más tiempo en esquivar misiles que en desarrollar honestamente su labor periodística. 

Con todo y con eso, lo sucedido en los últimos días puede, perfectamente, servir para que el consumidor de información en Madrid, Valencia o donde sea esté más alerta, que interprete los apoyos incondicionales y -sobre todo- los silencios de manera inteligente, y que confíe en que, aunque la independencia absoluta es una utopia, la decencia… es posible.

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