VALÈNCIA. Más allá de filias y fobias y pese a que, en el caso que nos ocupa, las fobias están mucho más justificadas que las filias... Me parece una muy buena noticia que el Valencia CF quiera reactivar el proceso por el cual podamos llegar a ver algún día terminado el nuevo estadio siempre y cuando sea verdad y no una nueva maniobra disuasoria. El club tiene ofertas sobradamente solventes -cuanto menos una que yo conozca- sobre la mesa desde hace más de un año para desbloquear la venta de las parcelas y, a partir de ahí, retomar la construcción del estadio, pero la verdad es que hasta ahora no han hecho absolutamente nada que no sea ‘marear la perdiz’ y marear a aquellos que llegaron con una propuesta firme después de haber protagonizado su enésimo ridículo con aquella aventura cooperativista construida con humo y engaños.
Si el hecho de haber desoído dichas ofertas cuando llegaron a su mesa y haber movido ficha a sólo un mes de la expiración de la ATE responde a una nueva cortina de humo para acabar no haciendo nada, sólo lo sabe Murthy e imagino que algún camarero amigo, pero lo que sí es cierto es que el movimiento se ha producido y, si de verdad sirviese para encontrar una solución de futuro, debería entenderse como bienvenido.
Lamentablemente, la inutilidad y las malas intenciones de Meriton en todo este asunto ha provocado que el poder político vuelva a intervenir en las cosas del Valencia con los rifirrafes electoralistas que suele conllevar la injerencia política y aquí es, precisamente, donde reside la razón del por qué no hace un año y sí ahora. El tacticismo electoral de cara a las futuras elecciones municipales ha movilizado a la ‘fontanería fina’, que agita el avispero de unos grupos políticos contra otros e incluso entre las diversas facciones dentro de una misma formación política, para llegar bien colocados a un posible reparto de medallas. De ahí que, por ejemplo, desde Compromís salga un discurso y desde el PSPV otro radicalmente distinto pese a ser socios de legislatura, y que incluso que dentro del seno de Compromís -que no es un partido sino una coalición de formaciones con diferentes aspiraciones- haya quien pretenda tomar posiciones de cara a futuras candidaturas a la alcaldía de Valencia.
No es casualidad que Ribó matizase que ‘la alcaldía’ había mantenido reuniones con el Valencia CF y no el Ayuntamiento puesto que los conciliábulos que se han venido produciendo en las últimas semanas se han celebrado a espaldas de la vicealcaldesa que, para más inri, es la titular de la concejalía de urbanismo. Lo que seguramente no le han contado al alcalde de la ciudad es que dichas maniobras comenzaron antes de estar él en ‘el ajo’ y que le pueden adelantar sin poner el intermitente para arrebatarle la foto del próximo cartel electoral.
Pero todos estos ‘tejemanejes’ de los malos imitadores de los Borgen, siendo importantes para el futuro de la ciudad, pueden no ser preocupantes para el futuro del Valencia si es que la cosa acaba con el nuevo estadio terminado, lo cual sería una magnífica noticia de acabar siendo cierta.
Lo que sucede es que, pese a la solvencia de los promotores que están dispuestos a llevar el proyecto adelante y de los fontaneros que se han arremangado, sean cuales sean los intereses que les mueven a hacerlo... todo sigue estando en manos del mono con pistolas que ‘malgobierna’ el Valencia CF y, a la vista del escaso valor de su palabra, será absolutamente necesario que aporte todas las garantías necesarias que acrediten su verdadera voluntad. Algo que brilla por su ausencia en el escrito presentado ayer.
Puede ser -y yo seré el primero en aplaudirlo- que le haya dado un ataque de responsabilidad y se haya propuesto cumplir con lo que no ha cumplido desde hace siete años y puede que hoy le parezcan aceptables las propuestas que ignoró hace más de un año pero... también puede que acabe volviendo a engañar al alcalde, a los promotores e incluso a los fontaneros como lleva engañando a todo el valencianismo desde el maldito día en el que puso sus zarpas en el Valencia CF.