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Frasier: consejos vendo... y para mí no tengo

Como todo médico de la mente humana, Frasier Crane estaba más necesitado de ayuda que la mayoría de sus pacientes. A cambio, provocó una terapia mundial de risas que hizo de esta serie un clásico

| 16/03/2019 | 5 min, 23 seg

VALÈNCIA.-Hace unos meses se propagó la noticia de que Kelsey Grammer, el actor que dio vida a Frasier Crane, estaba hablando con una cadena de televisión para revivir la sitcom que le convirtió en estrella. No se ha vuelto a saber mucho más del tema, pero si hacen que vuelva la serie, no lo van a tener fácil para mejorarla. Frasier es una de las mejores producciones que ha dado la televisión americana. Una comedia inteligente, armada con unos diálogos brillantes y unos personajes perfectamente construidos que entre sí encajaban tan bien como las piezas de un reloj suizo. Durante las once temporadas que duró, Frasier elevó la comedia de la pequeña pantalla hasta un lugar donde nunca antes había estado. Hasta la aparición de Modern Family, ninguna otra serie de humor había conseguido llevarse cinco Emmys. 

El personaje de Frasier Crane procedía de la mítica Cheers, a la que llegó casi como una circunstancia. Su popularidad creció tanto que acabó teniendo su propia serie. El propio Kelsey Grammer se encargó de desarrollar el proyecto junto a los guionistas y productores David Lee, David Angell  y Peter Carey. Si estos hubiesen dejado hacer a Grammer, Frasier hubiese sido una serie muy distinta a la que conocimos. El actor hizo todo lo posible para desmarcarse del proyecto de Cheers. Para empezar, intentó que el protagonista no fuese el psiquiatra Frasier Crane, una idea que no fue bien recibida, puesto que justamente este era el personaje que había que amortizar. De hecho, el resto fue apareciendo casi por casualidad. Por ejemplo, Niles Crane, el atildado hermano de Frasier. Un ayudante del casting vio por casualidad una foto del actor David Hyde Pierce, y por su parecido con Grammer, pensó que sería una buena idea crearle un hermano pequeño que a su vez ejerciera como contrapunto cómico en las tramas. Fue uno de sus grandes aciertos.

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Otro elemento clave fue el patriarca Crane. El policía jubilado que ha de convivir con su hijo mayor nace cuando uno de los guionistas ha de cuidar a su progenitor. De este modo, el sibarita y esnob Frasier se encuentra viviendo con su padre y el perro de este, Eddie, intentando aceptar como puede que entre los lujosos muebles de diseño —una réplica del sofá del taller de Coco Chanel, sillas Wassily a tutiplén— que decoran su lujoso apartamento, esté la remendada butaca abatible de su padre. Martin es la réplica perfecta para los hermanos Crane, y el elemento que termina de enriquecer y complicar esa relación es nada menos que la fisioterapeuta que ha de cuidarlo. El papel de Daphne, que se convierte en el amor imposible de Niles, estuvo a punto de recaer en Rosie Pérez. Finalmente se optó por que fuera inglesa y así nació Daphne Moon. 

El otro personaje femenino es Roz Doyle, la productora del programa radiofónico en el que el doctor Crane aconseja a sus oyentes. Las llamadas de estos siempre eran interpretadas por voces invitadas: Kevin Bacon, Helen Mirren, Ben Stiller, Elijah Wood... El programa era el motivo por el cual Frasier abandona Boston y se traslada a Seattle. Al menos en el guión. La realidad es que los responsables de la serie querían poner distancia con Boston para evitar la tentación de que los personajes de Cheers se colaran cada dos por tres en Frasier. En 1993, año en el que se estrenó la serie, Seattle era, además de la meca del grunge, una ciudad en la que las cafeterías gourmet estaban en boga. Uno de esos establecimientos —el Café Nervosa— se convirtió en uno de los puntos de encuentro habituales de los personajes. Dicho escenario, al igual que el apartamento de Frasier y la emisora de radio, se construyó en los estudios de la Aguja Espacial, el emblemático edificio de la ciudad. Ese es el motivo por el cual solamente lo vemos en el rótulo principal de los títulos de crédito.

La cadena tenía miedo de que el personaje de Frasier fuese demasiado británico para los gustos americanos (Grammer y Jane Leeves, la actriz que da vida a Daphne, son ingleses). No fue así. La serie se emitió entre 1993 y 2004 y se terminó exactamente cuando tenía que hacerlo, sin necesidad de alargarla. Fue uno de esos casos en los que la calidad conecta sin problemas con los gustos del gran público. Hubo capítulos memorables, dignos del mejor teatro, y diálogos y frases insuperables. Cada personaje tenía su talón de Aquiles en alguno de sus compañeros. Ese fue el motivo de que Lisa Kudrow (Phoebe de Friends) no pudiera interpretar a Roz Doyle. Los productores necesitaban una mujer alfa que le parara los pies a Crane. Peri Gilpin fue la actriz idónea para ello. Finalmente, varios de los personajes de Cheers acabaron haciendo alguna intervención en Frasier. La única que se negó fue Kirstie Alley, que alegó que, al ser ciencióloga estaba en contra de la medicina mental. Lo más divertido es que nadie la había invitado.

Es lógico que Grammer quiera hacer una secuela de la serie. Ninguno de los trabajos que ha realizado a posteriori ha conseguido superar el de Frasier Crane, el cual interpretó durante dos décadas. Ni siquiera su papel de alcalde diabólico en Boss ha logrado congraciarle con las audiencias, así que se ha tenido que conformar con hacer de mutante segundón en X-Men. Si Frasier vuelve, nada será lo mismo. John Mahoney, el actor que encarnaba a Martin, murió el pasado año por un cáncer de garganta. Hay cosas que es mejor no intentarlas por mucho dinero que puedan dar. Ojalá Frasier se mantenga como una de ellas.

* Este artículo se publicó originalmente en el número 52 de la revista Plaza

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