VALÈNCIA. Fútbol y ligar son un binomio inseparable. Parece raro pero es así. No porque se ligue en el fútbol -que nunca me ha pasado-, sino porque son casi más cosas las que unen ambas cosas que las que las separan.
Dos terrenos donde cada cual utiliza sus armas para intentar conseguir su objetivo: triunfar. Por eso, no entiendo la polémica o los lloros que hay desde media liga por el juego que hace el conjunto de Mestalla. Todos en nuestra vida hemos sido el Valencia CF de Bordalás en algún momento, y no nos gustaba que nos señalaran así.
Porque Bordalás hizo el partido que tenía que hacer contra el equipo al que se enfrentaba. Le salió bien. No hablamos de sobresaliente porque no se consiguieron los tres puntos, pero casi. Por falta de oportunidades no fue.
Hizo un partido sólido en el centro del campo, con una contención a la creación de la Real. Merino y Silva no pudieron desplegar su fútbol y ese era el principal objetivo de la contienda. Seguridad atrás, transiciones rápidas y mucho orden. Como todo, faltaron cosas con el balón pero, sin él, el equipo valencianista hizo un partido encomiable ante un rival difícil.
Mirad, en el fútbol, como en la vida, cada uno utiliza sus armas para lo que puede o quiere. Cuando salía de fiesta me pasaba igual con mi grupo de amigos. Aún seguirá pasando en muchos grupos porque la historia, como el fútbol, viene siendo cíclica.
Hay personas que utilizan su belleza, donde solo viendo cómo se contonean, caminan o sonríen ya sabes que están a otro nivel y van a tener éxito. No les hace falta más. Son otro nivel porque se lo han currado o porque les viene de lejos, pero en la discoteca solo con caminar, moverse y hablar un poco sabes que tiene todas las papeletas para triunfar. Es el caso de la Real Sociedad o el Sevilla FC este año que, tras años de duro trabajo y constancia, se han puesto guapos. Tocan, juegan y ganan. Tienen mimbres y los cuidan. Quizás no tanto como el FC Barcelona de Guardiola o de Luis Enrique, pero son dignos merecedores de jugar bien bonito a fútbol.
Luego está quienes campeonan por dinero. Todos conocemos a alguien que va a full cuando sale y no se priva de nada. Quienes les viene de cuna, de familia de casta. Que sí, que de vez en cuando reciben alguna ayudita extra que no mencionaré, pero que campeonan. Sobre todo si algún día fueron humildes y luego consiguieron triunfar en los negocios o en su profesión. Que se lo digan al Real Madrid en el primer caso, o al Atlético de Madrid en el segundo. Ganan casi por decreto futbolístico. De los equipos ingleses ni hablamos en este apartado.
Y luego están los simpáticos. Esos que caen bien. Que son más feos que picio hasta moviéndose, no tienen ni uno para gastar pero, por contra, son majos. Tienen su público -y yo que me alegro- y son el alma de la fiesta. En la Liga también tenemos muchos como por ejemplo el Rayo Vallecano este año, el Cádiz el anterior o el Leganés algunos años atrás.
Pues el Valencia CF no triunfa ni por su belleza, ni por su dinero, ni por su simpatía. No tiene ninguna de esas cosas por mucho que nos prometieran los que mandan que íbamos a tener. El Valencia CF triunfa ahora mismo por dos cosas muy básicas: la personalidad y la constancia.
El Valencia CF es como ese amigo -y si no lo tienes, es que eres tú- que sale a ligar y solo puede conquistar por su personalidad y esfuerzo. Sin prejuicios, sin clichés, sin estereotipos. Lo amas o lo odias; te gusta o no te gusta, no hay termino medio. Y siempre va unido a una martillo pilón de constancia. Es estar hablando con la persona que te gusta o que te atrae toda la noche, posiblemente hasta que se te agoten todos los recursos pero con constancia, fe y optimismo. Así y solo así consigue el Valencia CF de Bordalás ganar los partidos.
Partidos que pueden variar depende del objetivo, ya que en algún caso requiera modificar algo tu esquema pero sin perder la esencia que tanto te define. Y con la humildad de ir corrigiendo siempre errores.
El problema viene cuando Bordalás consigue ganarle la partida o, al menos, igualar al más guapo, más simpático o más rico del grupo. Ahí es cuando empiezan las movidas, las envidias, los dimes y diretes.
No siempre tiene que ganar el que más bonito juega ni el que más dinero tiene. Ni tampoco el que cae mejor porque empatice más con todo el mundo. A veces gana - al menos no pierde- el que más claro lo tiene. Y en eso el equipo de Bordalás lleva un trabajo intenso a pesar de las limitaciones que hay de todo tipo.
Luego siempre hay quien tiene flor y ligan sin querer -como Unai Emery-; los que se tienen que cambiar de peinado o de look para ligar algo -como el Getafe de Quique-; o quienes no ligan nunca -como este año el Levante UD- por mucho empeño que le ponen al bailar sobre el césped.
Pero no hablemos de bailar esta semana en Valencia, que suficiente hemos tenido que sufrir con el nacimiento de un nuevo “bailarín” en el club... y lo más parecido que queremos al respecto es un go-go... home.