VALÈNCIA. Que a la muerte de uno de los pintores mayúsculos de un país, su obituario más céntrico comience destacando su militancia futbolística, es una señal. Un guiño. O quizá un juego. El de Juan Genovés, que murió la semana pasada de nonagenario, y el de Manuel Vicent, el mejor escritor de los vientos y el mar.
Teniendo en cuenta que uno de los dos había de morir antes, parecería que hubieran pactado el mensaje. ¿Glosar el trazo de las muchedumbres que pintó Genovés? Sí, de acuerdo, pero eso puede esperar, habrían decidido. “Hincha sin fisuras del Valencia C.F., al pintor le mantuvo vivo la ingenuidad en la lucha creativa por sus ideas marxistas”, resumió Manuel Vicent en El País. Comencemos por lo importante, se dirían: ‘Hincha sin fisuras del Valencia CF’. Así sea. Así fue.
El suceso es todo un guantazo para tanto arrogante convencido de abrir una sima entre el fútbol y la cultura, que no es más que un eufemismo para pretender hacer incompatible al intelectual con el futbolero. En fin: la manera sobrada de querer vaciar de inteligencia al fútbol. Genovés y Vicent, claramente, se aliaron para lanzarles un recado. No es que el fútbol, y no digamos ya el valencianismo, sea un honor provisto de especial distinción. No lo pretenden. Pero tampoco lo contrario. Desde luego contribuye a la autorrealización y, como casi todo, favorece o no el desarrollo personal dependiendo de su uso.
Genovés, acostumbrado desde su pequeña patria con vistas a Micer Mascó a otear la masa en senda a Mestalla, comenzaría a entender allí el poder de la multitud. El aprendizaje iniciático.
Es inevitable no herirse pensando por qué el Valencia no se camufló más en torno a sus intelectuales, como Genovés, socio hasta el final como un resorte para no dejar jamás de vivir cerca de Mestalla. Es inevitable, digo, no fantasear con cómo sería el Valencia si hubiera apelado más a los suyos y menos a los oportunistas políticos a los que se les bailó el agua hasta la debacle.
Pero de qué sirve. El comunicado, hace seis días, del Valencia dando el adiós a “un valencianista universal” es parte de un nuevo principio que no debe pasar solo por el club, sino por su entorno. Ese prejuicio de ida y vuelta es el que debe sanar. No puede mirarse a Genovés, al propio Manuel Vicent o a Vicente Verdú como extraños a los que tomar con sospecha. Justo ellos, que han mirado al Valencia cargados de argumentos, son los mejores aliados para fortalecer el principio de que el Valencia no son solo los partidos que juega.
El Valencia juega contra su propio reflejo, solía explicar Verdú, el escritor, pintor, poeta con algunas de las mejores lecturas que jamás se han hecho del club. Miremos más a ese reflejo.