El nuevo futbolista del PSG llega a Europa procedente de las calles de Rosario, donde se respira fútbol del de verdad, de gambeta, habilidad y mucha técnica, como lo define Menotti
VALENCIA. Las calles de Rosario se tiñen de fútbol cada fin de semana. O quizá, durante toda la semana. La pasión por el fútbol en una de las cunas más importantes para Argentina es única. Un estilo singular, “de gambeta, de habilidad y mucha técnica”, como lo define Luis César Menotti, se ha exportado al mundo con multitud de jugadores que llevan el estilo “rosarino” en sus venas.
Rosario es sinónimo de fútbol. La historia de Tomás Felipe “El Trinche” Carlovich, conocida por el espectacular Informe Robinson sobre este jugador (muy recomendable), nos da una idea de lo que se respira en el sureste de Santa Fé. La rivalidad entre Central y Newell´s es antológica, llegando a disputarse derbis de muchísima tensión que podrían definirse como una auténtica locura. Lo positivo, es que entre un equipo y otro, con la ciudad por bandera, nutren al fútbol argentino y mundial de jugadores de gran talento que los aficionados disfrutamos en cada partido. Jugadores que están en la élite del futbol actual como Icardi, Banega, Di Maria, Correa, Garay o Leo Messi son nacidos en la ciudad. Para los nostálgicos valencianistas Juan José Urruti o Rubén Ciraolo son naturales de Rosario y un ilustre reciente como el Kily González jugó y creció en el “Gigante de Arroyito” feudo de Central. Menotti, “Tata” Martino, el “Loco” Bielsa, los Solari, Óscar Ruggeri o Valdano entre otros, fueron rosarinos conocidos a nivel mundial que jugaron o entrenaron en Central o Newell´s.
Desde hace un tiempo, uno de esos rosarinos ha aparecido frotando la lámpara. Un joven zurdo llamado Giovani Lo Celso, se apoderó de la batuta “canalla” en Rosario. Un pasador hábil y muy inteligente, donde todo ataque pasa por él. Un 10 que pone la pausa y lee las jugadas a la perfección. Ve huecos donde pocos tienen la suerte de ver, obseso del juego entre líneas, organiza, distribuye, domina las transiciones y pone “magia” en cada jugada. Buen asistente, juega detrás de los delanteros y llega al área contraria pero no suele ser goleador. Posee una técnica sublime, descaro y precisión en cada pase. Se sabe que algo bueno va a pasar cuando el “Monito”, como se le conoce en Argentina, tiene el balón. Característico en él, el pase picado que deja solo al delantero en forma de auténtico lujo. A su corta edad y con un físico justo, sabe aguantar la pelota, pelar y ser duro en la presión sin rehuir para nada las tareas defensivas. Está en todas partes con o sin balón; él manda. Con buen disparo, a balón parado, su zurda también tiene poder y el 21 de Rosario era el encargado de diseñar la estrategia estando en el campo.
Tras unos años en la base siendo un jugador más que destacado, el argentino nacido en 1996, debutó en 2015 ante Vélez Sarsfield. Desde entonces, se quedó en el primer equipo jugando asiduamente, participando en 35 partidos de Liga y dando 10 asistencias. Jugó también Libertadores y recientemente la Copa Argentina, donde Rosario alcanzó la final con derrota ante el River del omnipresente Lucas Alario. Compartió centro del campo con Franco Cervi, dos años mayor que él y que ahora muestra su estilo rosarino en Benfica (lo ven como sustituto de Di María aunque está costándole entrar). También grandes noches de fútbol con Marco Ruben, conocido por la afición del Villareal. Formó parte de la Argentina olímpica este verano en Río, aunque cayeron estrepitosamente en fase de grupos al empatar con Honduras el último partido y perder el gol average. Seguramente, pese a esto, llegar a Europa le valga para hacerse definitivamente hueco en la sub-21 de su país y en un futuro no muy lejano en la “albiceleste” absoluta. Su formación pasó por la academia de Jorge Griffa, exjugador del Atleti o Espanyol y que instruyó como entrenador a jugadores como Carlos Tévez, Maxi Rodríguez, Gago o Batistuta. Una leyenda a la hora de sacar a primera línea el talento que hay en categorías inferiores que lo compara con el mismísimo Zinedine Zidane, Pablo Aimar o los principios de Juan Román Riquelme. Un tipo de jugador que según el entrenador de 81 años “escasea”.
Bonito regalo de Reyes se lleva el PSG ahora en Enero, aunque fichado en verano por 15 millones de euros. Los rumores le acercaban con el “Cholo” al Atleti o a la Roma, pero finalmente el “canalla” fue a París (como ya lo hizo Ángel Di María). El ex del Madrid, es el ídolo del Giovani y lo seguía desde la grada como un aficionado más del equipo de Santa Fe. Al igual que él, Di Maria, se forjó en las categorías inferiores de Central y fue subiendo escalones hasta llegar a Europa para triunfar. Cuenta Lo Celso que el “Fideo” le llamó el día de su debut en primera y que se encerró en el baño sin contárselo a nadie creyendo que era una broma. Desprende una naturalidad envidiable fuera y dentro del campo que va en línea con la madurez de un chico que sabe dónde va a meterse y del que se esperan grandes cosas. En París, el joven veinteañero, entrará poco a poco en el esquema del equipo, donde a pesar del fichaje de Draxler, la baja de Pastore puede darle cancha. De hecho el alemán y el rosarino debutaron hace una semanas en un amistoso en Túnez demostrando lo que son capaces de hacer juntos. Al argentino le falta el debut oficial.
Comenta que para él es una “experiencia única y un reto” y que “dará lo mejor de sí cada minuto”. Dado los últimos resultados, y a falta de ver su aclimatación, la llegada del “enganche” puede ser un soplo de aire fresco en la capital francesa; ponerlo y ver si la rompe, será cuestión del entrenador. En un equipo que debe dominar los partidos, un director de orquesta como él puede ser clave, aunque, la exigencia dadas las inversiones en el PSG, que no va como debe ir en Ligue 1 y que tiene como rival al Barcelona en Champions, es muy alta.
Cumplido pues el sueño de su vida, que era debutar con Rosario y ser futbolista de primera, se abre un nuevo horizonte para el “Monito” en el que va a jugar con su ídolo en Europa. Habrá que ver como gestiona Unai el talento (o quizá otro entrenador dadas las circunstancias en París), para sacar el máximo rendimiento a la nueva joya argentina. Todo el mundo habla bien de Lo Celso, esperamos oír aquello de: “iba a venir y… vino”.