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Guedes, la esperanza blanca

18/03/2022 - 

VALÈNCIA.  Se está hablando mucho en los corrillos futbolísticos sobre el juego que ofrece el conjunto valencianista. Los partidos por lo general son trabados, intensos, disputados, llenos de interrupciones, contactos, faltas, duelos. En general el juego tiene poca continuidad. Si queremos edulcorar el juego valencianista diríamos que son partidos con un gran rigor táctico. Lo que traducido al lenguaje popular diríamos que son un tostón en el que sólo nos salva que la suma de puntos al final del partido nos den una agónica alegría. 

¿Pero por qué a estas alturas del campeonato el Valencia no puede ofrecer un juego más fluido? Unos aficionados lo achacan al entrenador, otros a los jugadores, otros a la planificación deportiva, otros a la bisoñez de algunos jugadores, otros a las lesiones que no permiten continuidad en las alineaciones, otros a la igualdad de los equipos. 

No creo que haya una sola causa y también creo que algo de todo también está siendo el detonante de este pobre juego. Partiendo de la base de que jugar bien es muy diferente para cada persona, considero que jugar bien es ser sólido cuando no se tiene el balón y ser capaces de crear situaciones de gol en el área contraria cuando lo tenemos. Cuando alguna de estas facetas no se equilibran bien el resultado suele ser nefasto. El Valencia en el aspecto numérico tiene un buen resultado de goles a favor en su casillero. 

Podríamos decir que en el aspecto ofensivo el equipo tiene un buen promedio. Los números de goles en contra denotan una sangría fuera de lo normal. De los peores de esta Liga. Con estos goles encajados es muy difícil, por no decir imposible, entrar en Europa vía Liga. Gracias a Dios nos queda la Copa. Bordalás, me consta, ha intentado por todos los medios equilibrar ambas facetas del juego. Ha variado jugadores y sistemas tácticos. No lo ha podido conseguir hasta el momento. Cuando ha intentado ser más valiente ofensivamente los agujeros en defensa han sido enormes. 

Y cuando se atrinchera en el área le cuesta un mundo llegar a crear situaciones de gol. Los centrocampistas ven pasar el balón por el aire y los delanteros no acaban de tener situaciones claras de gol porque los balones vienen casi siempre de balones lanzados desde la defensa donde la ventaja es para los defensores contrarios. No hay claridad en el centro del campo y las distancias son muy largas al estar el equipo muy replegado. 

Al final el entrenador ha optado por esta última opción. Cerrar atrás, no encajar y buscar una escapada o un tiro de Guedes o una jugada de estrategia en la que Carlos Soler ponga el balón en la cabeza de algún delantero. Esta es la solución del míster. Pero no porque a él le guste jugar así sino porque individualmente, cuando el equipo no está arropado y con acumulación de hombres en defensa, no es capaz de ser solvente para solucionar los problemas que les causan los rivales tanto a nivel individual como colectivo. 

El sábado veremos ante el Elche si el equipo da una mejor versión en el aspecto ofensivo y podemos albergar una mínima esperanza de acercarnos a las posiciones europeas. Si seguimos con la versión de los últimos partidos y sólo nos aferramos a cerrar la portería nuestra esperanza tiene un nombre: Gonzalo Guedes. Cuidémoslo porque es una de las mejores bazas para el decisivo y trascendental partido de la Cartuja de Sevilla. 

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