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Hasta donde lleguemos

1/10/2023 - 

VALÈNCIA. Veo jugar a un Celta que camina dubitativo por la Liga y no puedo evitar recordar la etapa de Rafa Benítez en el banquillo de Mestalla . Fueron años muy felices tanto en lo deportivo como en lo profesional. Infinidad de recuerdos imborrables de un tiempo feliz que nunca más volveré a disfrutar. Partidos, estadios, viajes, finales, entrenamientos... Y en cada uno de ellos, una vivencia, una anécdota o una frase que comparto con los lectores de Plaza, que comento con mis amigos o que cuento a mis hijos. 

En la previa del partido del Valencia ante el Betis, tras ver lo justo que llega el equipo debido a una negligente planificación deportiva, me viene a la cabeza el verano de 2002. En mis charlas con Benítez, me expresaba su malestar por la ausencia de fichajes. El Valencia defendía el título de Liga, pero el entrenador se quejaba de la ausencia de unos refuerzos que le permitieran dar un salto cualitativo, a la vez que competir con los grandes de Europa. Y tenía razón. Esa temporada, todas la novedades de la plantilla fueron futbolistas del filial. Hasta el mercado de invierno no llegó ningún fichaje: Reveillere. La tirantez del técnico con el director deportivo, García Pitarch, era evidente. En el momento de máxima tensión Benitez dijo basta. "Hasta donde lleguemos", espetó. Y ahí quedo la cosa. 

Esa temporada, en Liga, el Valencia se quedó fuera de la Liga de Campeones. Un punto le separó del Celta, el actual equipo de Rafa, ¡que casualidad!. En Champions, Héctor Cúper rubricó su venganza y el Inter nos eliminó en cuartos de final. Se perdió 1-0 en San Siro, pero en Mestalla el Valencia ofreció a su hinchada un recital de fútbol y le dio un baño al rival. Jamás he visto tantas ocasiones de gol y una superioridad de tamaña magnitud. Ni tampoco un penalti tan escandaloso como el de Materazzi a Juan Sánchez. Sin embargo, el 2-1 no bastó. Al Valencia no le alcanzó. A la salida del campo, Baraja me preguntó: "Lo hemos hecho todo bien. ¿Qué nos ha faltado?". No le respondí. Simplemente le hice un gesto con la cara. Él sabía la respuesta. Y yo sé que me entendió. 

Eran otros tiempos. Es cierto. Otro Valencia que nada tiene que ver con el actual. Ni como club ni como equipo. Ni en cuanto a los objetivos. No se parecen en nada. Son el cielo y la tierra. El mejor momento de la historia de la entidad y, sin duda, el peor. Pero creo que, salvando las distancias, aquella frase de Rafa Benítez es aplicable a lo que sucede en la actualidad. Porque el Valencia de Baraja, un equipo comprometido como ninguno y cuyos futbolistas se dejan la vida en cada partido, llegará hasta donde las fuerzas le acompañen. Carente de calidad como para volver a Europa, ausente de refuerzos de empaque, huérfano en puestos clave y con una plantilla muy limitada tanto en lo cualitativo como en lo numérico, al equipo poco más se le puede pedir que lo que está haciendo hasta ahora. Solo se puede decir: "Hasta donde lleguemos".

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