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EL MURO / OPINIÓN

Huesos famosos

Foto: KIKE TABERNER

Si nos ponemos podríamos tener una buena serie de À Punt. Después de Santángel, Colón, Cervantes o Jaume I nos toca de nuevo Sant Vicent. Y mientras tanto la Roqueta sin uso. Esto de las expediciones municipales es de CSI

11/11/2018 - 

Hay que ver lo que nos gusta buscar huesos humanos o atender leyendas y fábulas que deberían quedar para la posteridad como lo que son, un misterio oral que transmitir como simple y enigmática narración urbana o mártir. Pero si detrás de todas ellas hay necrofilia, mejor que mejor.

Si al menos fueran ricos tesoros, aún entendería esas obsesiones de Indiana Jones que a algunos acompañan en sueños, políticos incluidos o los primeros, porque bien saben que eso de excavar y buscar entre despojos ofrece titulares, votos inesperados, fotos y declaraciones, aunque no conduzcan a nada. Pero si por alguna de esas toca la fibra sentimental, ahí que vamos. Digo lo de los tesoros porque en EE UU y Canadá funcionan auténticas empresas dedicadas a su búsqueda con millonarias inversiones y grandes beneficios económicos.

Leo que el Ayuntamiento de Valencia ha reservado 500.000 euros en su presupuesto de 2019 para realizar excavaciones en Sant Vicent de la Roqueta, aún sin uso definitivo después de tantos años pero restaurado elegantemente, para ver si encuentran, entre otros, los huesos de nuestro patrón y mártir. Espero que ese dinero no se vaya sólo en la aventuras de los exploradores Ribó y Sarriá. Confío también que en esa partida esté contemplada una buena asignación para la urbanización global del entorno.  

Esto de buscar al mártir tiene su miga porque mientras algunos especialistas en su vida y obra sitúan la posibilidad de encontrar lo que queda de él en Valencia, otros no dudan en señalar a Lisboa o a la sacristía del monasterio de Sant Pere de Besalú (Girona). Allí hace años se separaron las placas que sujetaban la supuesta cabeza de plata con el cuerpo de madera policromada para ver si de verdad guardaban restos del religioso o algún documento de identificación. En el interior del mismo sí se encontraron fragmentos de huesos, pero todo quedó finalmente en el aire.

No olviden el caso de los restos de Jaume I en Poblet que es de novela y ya dio mucha literatura y juego. Aunque, si nos ponemos serios, yo iría más allá a ver si es verdad que el poeta de nuestro Siglo de Oro, Ausias March, no está realmente enterrado bajo la lápida de la Catedral con su nombre impreso en el sudario, sino en los aledaños de la portada románica, como algunos sostienen. Nos íbamos a divertir buscando huesos famosos.

Nadie duda que una vez realizadas excavaciones en Sant Vicent de la Roqueta aparecerán muchos esqueletos humanos. Los mismos que se encontraron en la primera década de 2000 en una zona contigua.

Foto: KIKE TABERNER

Y es que, como nos pongamos a la caza del hueso esto no habrá hecho más que comenzar. Junto a cualquier convento con historia hay un cementerio, como el que aún existe en los jardines del MuVIM con los enfermos que fallecían en el antiguo hospital, como así está documentado. De paso, podríamos seguir la cruzada ósea por San Miguel de los Reyes y remover la capilla donde se dicen están enterrados Germana de Foix y Fernando de Aragón, duque de Calabría, un espacio en el que a falta de dos aseguran que hay tres. Misterios de la vida o de la ciencia, cacofonías incluidas.

En fín que, a falta de tener un Cervantes al que buscar o un Colón que rescatar tenemos a Sant Vicent como inmediato objetivo de nuestras aventuras municipales estilo Coronel Fawcett por el Amazonas.

Está muy bien que la ciudad recupere cierta idea arqueológica, aunque no seria e incompleta de formas, pero quizás serían más interesantes otros objetivos y planes más allá de hipotéticas investigaciones de restos humanos a encontrar. Pero da igual, todo gobierno local merece una aventura.

Recuerden si no cuando al Gobierno del reparto del Pollo (Unión Valenciana-PP) en el Ayuntamiento de Valencia le dio a aquella concejala llamada Lola García Broch por emprender su propia aventura municipal en búsqueda de los huesos de Luis de Santángel, el judío, comerciante y prestamista de la Corona que financió los viajes de Colón a las Américas. Y allí que se fueron raudos a romper la paz de las monjas de clausura para levantar el Convento de la Trinidad porque un iluminado estaba seguro de que el magnate del XV se encontraba allí, fijo. Al final no salió nada. Pero dio para una campaña mediática que no se olvida.

Como no se olvida el zahorí contratado en su día para iniciar la primera búsqueda de Sant Vicent en la Roqueta y al que le vibraba la cuerda de reloj que usaba -igual sufría temblores nerviosos-. Finalmente se rindió después de que le abrieran un agujero de muchos metros de profundidad. Algunos apuntaron en su día que esos temblores estaban motivados por el paso de los trenes del suburbano que cruza la Plaza de España, pegada al convento.

Yo, a estas alturas, como municipio me preocuparía de que alguien diera solución, por ejemplo, al solar de la calle Salvador, años en estado de abandono. Es propiedad de las Corts y hace décadas hasta se pensó en construir en él una vivienda destinada a la Presidencia de nuestra cámara autonómica en plan loft chachi. No hay que olvidar que desde hace muchos lustros las competencias arqueológicas están en manos de la Generalitat o de los constructores ya que pagan de su bolsillo las excavaciones por los que los servicios municipales de arqueología son convidados, pero de piedra

En ese solar, tapiado desde hace mucho tiempo, se encuentra la primera torre romana de Valencia. Pero nadie mete mano. No se sabe si por miedo competencial o retraso administrativo. Pero ponerlo al menos en valor diría mucho de quienes se han de preocupar de nuestro patrimonio. Crear un jardín arqueológico visitable y limpio o adecentar su entorno no vendría nada mal. Daría mejor imagen a los miles de cruceristas que lo cruzan camino de l’Almodí, l’Almoina y la plaza de la Virgen. Total, sólo se trataría de modificar la normativa urbanística de un entorno protegido pero de alto valor arqueológico. Mucho más sencillo que buscar huesos.

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