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Ipronics: La revolución de las telecomunicaciones se gesta en València

iPronics comercializa y democratiza el acceso al inmenso poder computacional de la fotónica, la ciencia que explota las ventajas de las señales que viajan a través de la luz

| 21/09/2020 | 2 min, 21 seg

VALÈNCIA. La transmisión de datos se ha convertido en un elemento clave para prácticamente ejecutar cualquier tarea. Ordenadores, coches autónomos, inteligencia artificial o el internet de las cosas; todo necesita un intercambio masivo de información que hace necesario desarrollar nuevas tecnologías que incrementen la velocidad y la precisión con las que se mueven estos sistemas. Un mercado que sigue creciendo y en el que las grandes empresas tecnológicas ahondan pero en el que, todavía, queda mucho por avanzar.

En esta misión se encuentra la compañía iPronics, spin off de la Universitat Politècnica de València cofundada por el catedrático de Fotónica y Comunicaciones José Capmany, quien quiere ir un paso más allá en un camino empresarial que ya empezó con VLC Photonics. Director del Instituto Universitario de Telecomunicación y Aplicaciones Multimedia (iTEAM), Capmany se ha aliado con Ivana Gasulla y Daniel Pérez para llevar al mercado un chip fotónico programable que permita ‘democratizar’ esta fórmula reduciendo los costes, un modelo que, a día de hoy, se hace de forma específica para cada cliente. 

El equipo lo completan Prometheus Das Mahapatra, investigador del iTEAM, y Eladio Crego, en calidad de CEO. Además, cuenta con la presidencia no ejecutiva del alicantino Iñaki Berenguer, ingeniero de Telecomunicaciones, que desde hace años impulsa sus empresas desde Nueva York y cursó sus estudios en la UPV. De hecho, mantiene su vínculo con la universidad, donde también tiene la sede valenciana de Cover Wallet, su última compañía que acabó vendiendo a Aon. 

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La idea de iPronics es emular algo que ya pasó hace cuarenta años con los chips electrónicos. Y es que estos circuitos pasaron de producirse de manera individual para cada uso a replicarse todos en cadena con la opción de ser programados para su fin con software. «Hemos identificado una oportunidad de negocio que ya ocurrió en electrónica y es que se pasó de circuitos diseñados para una aplicación especial con costes muy elevados a circuitos programables con costes más bajos», recuerda quien fuera premio Jaime I. «En vez de hacer un hardware específico se empezó a fabricar siempre lo mismo y, según lo que se quiera que haga, se programa».

* Lea el artículo completo en el número de septiembre de la revista Plaza

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