VALÈNCIA. Las dos Coreas, con el valencianista Kang In Lee en la del Sur, juegan el martes un histórico partido de clasificación para Catar 2022, en lo que supone el primer encuentro intercoreano disputado en Pionyang en tres décadas y un nuevo ejemplo del desafecto que viene mostrando hacia su vecino Corea del Norte, que no dejará retransmitir en directo el cruce.
El encuentro se disputa el martes a las 17.30 hora local (8.30 GMT) en el estadio Kim Il-sung de la capital norcoreana, ciudad que solo una vez antes ha sido escenario de un partido (un amistoso en octubre de 1990) entre los dos países, que técnicamente permanecen en guerra desde los años 50.
El encuentro corresponde a la tercera jornada del grupo H dentro de la segunda ronda de clasificación en la región asiática para el Mundial de 2022.
En julio, el sorteo encuadró a las dos Coreas en el mismo grupo, pero la federación surcoreana (KFA) no supo hasta finales de septiembre que el partido se jugaría en Pionyang (hasta la fecha, Corea del Norte había optado por jugar todos sus partidos domésticos oficiales contra el Sur en China).
Desde entonces, la federación norteña (PRKFA) y otros órganos norcoreanos se han negado a responder a prácticamente cualquier consulta de la KFA en materia de logística, en consonancia con el trato que el régimen ha dado al Sur desde principios de este año.
Tras el acercamiento diplomático vivido en 2018, Corea del Norte ha optado por endurecer tremendamente su postura ante su vecino por la falta de avances en las negociaciones sobre desnuclearización con Estados Unidos.
Desde primavera, el régimen de Kim Jong-un ha emitido múltiples mensajes criticando al Gobierno surcoreano por no forzar un cambio de postura en Washington y ha realizado varias pruebas de armas.
Así se llega a un partido para el cual Corea del Norte no ha emitido visados para nadie a excepción de jugadores y cuerpo técnico surcoreanos: ni aficionados, periodistas o equipos de retransmisión televisiva del Sur han obtenido el permiso especial que requieren para ir al país vecino.
Además, la nula respuesta en el terreno logístico ha supuesto que el combinado que entrena el portugués Paulo Bento haya tenido que viajar hasta Pekín para obtener el visado para a continuación volar desde allí hasta Pionyang.
Esto ha significado un viaje de dos días en vez de una travesía por aire o carretera que podría haber durado apenas unas horas si el Norte lo hubiera autorizado.
En ese ambiente, que se antojará muy hostil en el estadio Kim Il-sung, aterriza la selección surcoreana, que cuenta entre sus principales talentos al capitán Son Heung-min (Tottenham) o a los jóvenes medios Lee Kang-in (Valencia) o Hwang Hee-chan (Salzburgo).
Los surcoreanos han destacado como principal amenaza a Han Kwang-song, que milita como delantero en el filial del Juventus.
La historia favorece a los sureños, que han ganado siete de los dieciséis encuentros intercoreanos disputados (ocho acabaron en empate), aunque los norcoreanos cuentan con la baza de que su única victoria llegó precisamente en 1990 en el único partido disputado hasta la fecha en Pionyang.