Hoy es 13 de octubre
VALÈNCIA. Hay ocasiones en las que el refranero español retrata con exactitud implacable realidades que se nos presentan día a día. Aquel que dice que “Dios le da pan a quien no tiene dientes” viene como anillo al dedo para describir lo que sucede en el Valencia CF y más concretamente lo que atañe a su indigno presidente, a su corte de apesebrados -incluido el bailarín de Anoeta- y al Emperador que los amamanta desde las lejanas tierras de Singapur.
El simple hecho de que puedan disfrutar de un paraíso como Valencia y que lo puedan hacer con los recursos económicos que lo hacen es ya un regalo del cielo y… por lo que cuentan los mentideros gastronómicos y los de la ‘sobremesa’, parece que para ese pan sí tienen todos los dientes que hay que tener. Otra cuestión, bien distinta, en la que exhiben impúdicamente su mellada quijada, es la que tiene que ver con el privilegio infinito de estar al frente de una institución con la grandeza y la historia del Valencia CF y no sólo no saber lavarla a cabo con el mínimo decoro sino llegar a convertirse en el más pernicioso de los males que ha aquejado a la entidad desde que fue fundada en 1919.
¡Qué no daría cualquier valencianista de corazón por vivir la experiencia de ponerse al mando del Club que ama! Con independencia del acierto que pudiera alumbrarle o no en su cometido, seguramente viviría la experiencia con la responsabilidad, la dignidad y el respeto que merece tan alto propósito y, por encima de todo, con el orgullo que conlleva poder dirigir los designios de un proyecto sentimental que acoge bajo su manto a tantas generaciones de personas identificadas con un escudo y un viaje en común. Ellos… no lo reconocen como tal. Por eso ni son capaces de experimentar el orgullo que acarrea, ni albergan sentimiento de responsabilidad ninguno: ‘Papá Lim’ les ha prestado un juguete caro y no les importa romperlo. Ya les prestará otro.
Algo similar sucede con el multimillonario maná de CVC. Una operación que un Club totalmente saneado se pensaría dos veces por tratarse de una hipoteca larga y pesada pero que, en la situación que atraviesa el fútbol actual, es absolutamente comprensible que la gran mayoría de clubes reciban con los brazos abiertos y que, en el caso particular del Valencia CF, se presenta como un traje a medida con el que vestir la vergonzante desnudez de los últimos once años con un mausoleo de hormigón varado en la Avenida de las Cortes. El premio gordo del Euromillón llama a las puertas del Valencia en el momento más acuciante aunque, lamentablemente, caerá en las peores manos posibles. Porque… sí: que la Liga haya trabajado una operación de tal magnitud sólo se puede recibir con la gratitud que se recibe una muy buena noticia pero… también es mala suerte -para el valencianismo- que quien vaya a administrar tan generosos recursos sea la “banda de los mellados”.
Ya que la sufrida afición valencianista carece de mecanismos efectivos para auditar y hacer un seguimiento eficaz a los pasos que puedan perpetrar una vez abran la bolsa del dinero, esperemos que la Liga sí sepa estar a la altura y fiscalice la finalización del nuevo estadio. Más vale que, aunque sea por una vez, el Emperador comprenda que debe poner la dirección del proyecto en manos de profesionales y no en las manos que ha puesto la dirección de la política deportiva del Club. Y más vale que las instituciones públicas exijan todas las cautelas necesarias que garanticen que la obra se terminará y no volverá a quedar detenida para escarnio del valencianismo y de los valencianos en general que no merecemos ver afeada una de las entradas más importantes de la ciudad. Las cautelas que no exigieron los patronos de la Fundación cuando vendieron las acciones a quien no tenía intención alguna de terminar el estadio.
Quiera Dios que todos los mecanismos institucionales funcionen para asegurarse de que el valencianista pueda disfrutar, a medio plazo, de un estadio digno. El valencianista… de momento, no puede más que rezar todo lo que sepa, romperse la garganta animando a su equipo, rompérsela en el minuto 19 del partido de esta tarde y de cada partido en Mestalla para no se olviden de que sabemos reconocer al enemigo -lo segundo no está reñido con lo primero- y salir a la calle el 11D para dejar claro que el Valencia CF es una cosa y la “banda de los mellados” … otra bien distinta.