LA CANTINA | ANÁLISIS / OPINIÓN

La mascarilla de la campeona

18/09/2020 - 

Cristina Ferrando llegó a la final de Alcobendas, su sede, de las cuatro que había para disputar el Campeonato de España, con un mejor salto de 1,81, pero se marchó habiendo superado el 1,87, la mejor marca española del año -igualada con la sorprendente Claudia Conte en el heptatlón, que saltó lo mismo por la mañana- y dejando dos buenos intentos, aunque derribando el listón, sobre 1,90 metros. La atleta del Playas de Castellón es de esas saltadoras que unos segundos antes de iniciar la carrera visualiza y gesticula de forma llamativa lo que va a hacer, recuerda todos los gestos técnicos que contiene su prueba: coger velocidad en perpendicular al listón, ir girando hacia la horizontal para batir de espaldas, arquearse sobre el listón y levantar las piernas en el último momento, cuando la gravedad atrae ya al saltador hacia la colchoneta.

Como todas las pruebas técnicas tiene su complejidad, requiere de una gran concentración, porque cualquier despiste en uno de esos detalles del salto significa que acaba siendo nulo. Y, encima, Cristina Ferrando, que entrena desde hace años con Claudio Veneziano, un siciliano, de Siracusa, que llegó hace décadas a Castellón, ya era la campeona cuando se enfrentó a los dos metros. Vamos, que se había convertido ya en la estrella del concurso.

A pesar de todo esto, mientras la deportista de Benicarló achinaba los ojos que miraban fijamente hacia el listón, y recreaba en su mente la carrera, la batida y el salto, llevaba la mascarilla puesta. Podría quitársela antes. Mucho antes. Antes incluso de que compita la compañera que salta delante mientras ella espera a un lado. Pero no. Cristina Ferrando la lleva siempre puesta, la mantiene durante la visualización y solo en el último instante, justo antes de dar el primer paso, coge la mascarilla por las gomas, la pliega una vez y se la introduce por el escote del top.

Nada más caer en la colchoneta, celebra o lamenta el resultado e inmediatamente mete la mano en el top, saca la mascarilla y se la vuelve a colocar antes de irse a hablar con su entrenador y regresar a la zona donde descansan las atletas.

Cristina, además de atleta, además de campeona de España de salto de altura, es matrona. Trabaja en un hospital y no concibe ir por el mundo sin protección. Sabe que esto no es una broma, ni una conspiración del Gobierno. Ella lleva meses viendo ingresar a la gente y conoce de cerca las historias de las UCI y las muertes por la Covid.

De ahí que su gesto, simple pero cargado de honradez y responsabilidad, tenga tanto valor -al menos para mí- dentro de una competición, el Campeonato de España, que fue retransmitido tanto por televisión como por 'streaming' y que, por cierto, tuvo unas audiencias notables.

No todos los jóvenes son unos incautos y unos irrespetuosos con los demás. Hay muchos chicos con valores, responsables, que se han esforzado una barbaridad durante estos meses complicados, incómodos y tristes, y que una vez en los Campeonatos de España, con medalla o sin ella, con triunfo o con derrota, se han emocionado. "Este campeonato es un triunfo de todos", ensalzó la gran Patricia Sarrapio para restarle importancia a su quinto título de campeona nacional al aire libre para poner en valor el trabajo de una federación española y un montón de trabajadores que han logrado sacar adelante la prueba más importante del calendario. Un símbolo, por qué no, en estos tiempos de derrotismo. Los atletas, una vez más, dando ejemplo.

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