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La casa por el tejado

2/05/2021 - 

VALÈNCIA. Lo siento. Ha sido salir a la luz el nombre de Robert Moreno como candidato al banquillo del Valencia, y no he podido evitar volver a escribir sobre el futuro entrenador. Por lo que parece, Moreno es el favorito de Peter Lim para suplir a Javi Gracia. Es un perfil Celades. Es decir, un técnico menor, dúctil, que no pondría reparos a las directrices marcadas por el propietario. Si se confirma que Moreno es el nuevo capricho de Meriton para dirigir al equipo la próxima temporada, volveremos a cometer los mismos errores que antaño. Es decir, que a Lim le importa un pito el rendimiento deportivo del Valencia la próxima temporada y que priman sus intereses personales por encima de una entidad centenaria como la nuestra. Todo es un sinsentido.

Con el tema del entrenador nos encontramos con un problema doble. Por una parte está el hecho de que no hay una persona capacitada para decidir con criterio. Por la otra, que muy pocos van a ser los entrenadores cualificados que se dejen seducir por el banquillo del Valencia. A estos dirigentes ya les han tomado la matrícula y será complicado encontrar un técnico experimentado que se deje engañar. Ningún entrenador de postín va a comulgar con ruedas de molino. Todos ya están avisados de cómo se las gastan los actuales mandatarios de Mestalla. Como ya he dicho, el gran problema radica en quién decide el nombre del entrenador que vendrá.

Hace unos días Santiago Cañizares recordaba una anécdota de cuando el Valencia fichó a Rafa Benítez. Un directivo preguntó con sorna si el Valencia había firmado a un torero  debido a la coincidencia de su apellido con la de El Cordobés. El exguardameta contaba que la plantilla desconfiaba de un entrenador que llegaba a Mestalla de Segunda División. “Entró en el vestuario de forma humilde. Nos dijo que nosotros habíamos jugado una final de Champions, pero que él tenía herramientas para poder ayudarnos”, revelaba, “por fortuna la elección fue de Javier Subirats”. Con esto último Cañizares lo dijo todo. Ahí es donde radica la clave del éxito. Que en el club haya una hombre de fútbol sobradamente preparado para decidir qué es lo que hay que hacer en cada momento.

El Valencia, por desgracia, adolece de esa figura. Por tanto, hay que comenzar por el principio. Es decir, por fichar a un director deportivo que conozca la idiosincracia particular de este club y al que le haya acompañado el éxito. Antes que hablar de nombres de futuros entrenadores, se llamen Bordalás o Diego Martínez, hay que incorporar con urgencia a un un director deportivo. Y tiene que ser esa persona la que diseñe el proyecto futbolístico de la próxima temporada. Él se encargará de decidir el estilo de juego, confeccionar la plantilla y, por supuesto, poner encima de la mesa de Meriton el nombre del entrenador. Pero mucho me equivoco o esto de lo que hablo es una quimera. En el Valencia de Lim, antes que contratar a un arquitecto, se empieza a hacer la casa por el tejado. En Mestalla no se hacen las cosas como se debe, sino que estamos al albur de las fluctuaciones bursátiles del Dólar de Singapur. Vaya faena.

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