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OPINIÓN

La culpa és de la gent

Un lema irónico con el cual revolverse ante la tendencia de culpabilizar al aficionado de todos los males que afligían a la institución: "La culpa és de la gent", decíamos...

3/05/2017 - 

VALENCIA. Antes de la eclosión de las redes sociales, cuando trataban de hacernos sacar el autobús para celebrar un cuarto puesto, unos amigos en un foro de internet inventamos un latiguillo, un lema irónico con el cual revolverse ante la tendencia de culpabilizar al aficionado de todos los males que afligían a la institución: "La culpa és de la gent", decíamos.

Eran tiempos de dirigentes evadiendo responsabilidades, de voceros empecinados en que las masas salieran a la calle a celebrar algo que es costumbre en Mestalla; ya que no hay clasificación más repetida en su historia que un tercer puesto, sólo seguido del cuarto lugar. Pretendían conmemorar lo ordinario para elevarse ellos a cotas extraordinarias. No hay que disculparse por tener una historia que respetar.

La culpa era de la gent porque dirigentes y entrenadores los pintaban de malos de la película en lugar de irse ellos a tratarse esa indolencia esgrimida. Eran diablos caprichosos por no tolerar que convirtieran a su club en algo que no era: En un conglomerado mediocre y complaciente.

Si te preguntas sobre el origen de ese tópico típico contra el público mestallero nace de aquellos meses. De ir a Madrid a proyectar penas y venderse a costa de maldecir a su propia afición.

Claro, que aquello se podía entender. Quedar cuarto y ser hateado no es lo mismo que pertenecer al peor Valencia de la historia y pretender que te aplaudan por ello. Que es lo sorprendente en este caso. Porque alucino que estos de ahora, perpetradores de tales infamias, y capaces de empeorar la temporada pasada (si no suman al menos 4 puntos antes del final) estén más pendientes de si les pitan que de dejar de hacer el ridículo.

La gent, vamos a decirlo todo, es también responsable de muchas cosas porque contribuyó a generar caos o poner (inconscientemente) palitos en la rueda. La gent, digámoslo también, debería elevar el discurso y tener mayor altura de miras en lugar de dejarse engañar tan fácilmente por truhanes y traficantes del sentiment.

Pero la gent, al menos antaño, sólo quiere que el Valencia sea el Valencia y no un compendio de temporeros sin ambiciones que no entienden que quedar decimosegundos en un campeonato donde el Leganés puede salvarse sin necesidad de hacer siquiera 30 míseros puntos es una vergüenza.

En los viejos tiempos imaginábamos situaciones como esta con gradas incendiadas o cosas así. Debían ser ingenuidades de adolescentes. Lo sorprendente hoy es ver la relativa pasividad con la cual se aceptó. Tal vez ocurra como ocurrió con la sociedad, que de considerar inaceptable cobrar 1000 euros celebra ahora conseguir un empleo por 600 con un porrón de horas extra no remuneradas.

Será que somos más de protesta pacífica, de dejar de acudir al campo o pitar con remordimiento de conciencia contra un equipo que decide ir andando a los partidos o dejarse remontar por falta de intensidad encuentros ganados en el minuto 75.

Tal vez seamos demasiado buenos, y por eso toleramos que los jugadores se hagan fotos riéndose del aficionado. Qué desapercibido pasó esto y los follones que se montaban por darle el brazalete a Banega.

El desnorte debe ser tan contundente que la falta de decoro y traición a los valores más básicos se acepta con normalidad. Estará ahí la explicación de que ni dirigentes ni futbolistas respeten a la entidad, a su historial ni a sus aficionados buscando con insistencia la excusa o la coartada con la que inhibirse, culpabilizando con una desfachatez inusitada a una masa que lleva dos años aguantando al peor equipo que jamás conoció. Envalentonados — ¡encima!— al nivel de reciminarles que les piten, o si su actitud como hinchas es así o asá.

"La culpa es vuestra, que no queréis tragaros esta mierda", se cansó de repetirnos  (con buenas palabras) LayHoon.

Debe ser esa la explicación a tal colección de directivos entrenados en echar balones fuera, o a tanto jugador dejándose ir, fuera de forma, de rendimiento insultante, de tour por las radios sacando pecho a la mínima; como suele hacer Gayà.

Sospecho que ni siquiera deben visionar sus partidos en diferido, porque de hacerlo, entiendo, sentirían un mínimo de decoro y se cortarían un poco. O al menos, disimularían mejor esas micciones tan sonoras.

Yo es que estoy bastante harto de soportar a personajes negligentes dándonos lecciones constantemente sobre qué debemos sentir o hacer. O cómo comportarnos. Sobre todo si se trata de unos que ignoran dónde están y qué representa eso que llevan bordado al pecho. A tipos que quieren darle normalidad a una desfeta extraordinaria convirtiendo al Valencia en lo que nunca fue, y que encima nos alegremos por ello.

Estáis para quejaros de la gente. Aquí se viene a ganar, chaval. A pelear, no a celebrar 100 partidos ni ampliaciones de capital. Se viene a rebelarse contra la oligarquía establecida, a correr más que nadie para molestarles. No de vacaciones. Ni a creerse Maradona por hacer dos taconcitos o ganarle al Celta. Para eso os vais por donde vinisteis, porque no valéis para llevar esta camiseta.

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