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La escafandra

10/07/2021 - 

VALÈNCIA. Soy de los muchos que no ha visto jugar a Omar Alderete nunca. Algo que, en sí mismo, no tiene porqué ser bueno ni malo ya que, ni acostumbro a ver los partidos del Hertha de Berlín, ni los de la selección paraguaya de fútbol. Sí es evidente de que no se trata de uno de esos fichajes que paraliza la ciudad, no por ser un futbolista mediocre sino porque no forma parte del imaginario común de quienes tenemos un conocimiento limitado acerca de los cientos de jugadores que juegan lejos del mando de nuestra televisión y, seguramente, nuestras preferencias se acercan más a aquellos  que hemos visto triunfar en un ámbito más conocido. En cualquier caso, creo que hay varias cosas que sí podemos celebrar con la llegada del central paraguayo que van más allá del rendimiento que pueda terminar ofreciendo con la camiseta del Valencia. Por una parte me parece muy positivo que se haya levantado, aunque sea con futbolistas de perfil medio y con operaciones de cesión con compra condicionada, el bloqueo que ha imposibilitado el refuerzo de la plantilla por parte del máximo accionista en las últimas ventanas de mercado: no es para tirar cohetes pero es algo. Sólo cabe recordar de qué manera engañaron a toda la afición valencianista y al entrenador que acababan de contratar el verano pasado bajando la persiana de los fichas sin incorporación alguna después de 'malvender' y regalar a jugadores muy importantes.

Y también me parece positivo que, ante la absoluta ausencia de una estructura deportiva carente de conocimientos y ganas de trabajar, sea el criterio del entrenador el que marca el camino. No es, desde mi punto de vista, la fórmula ideal porque entiendo que una entidad como el Valencia CF debería contar con con un entramado adecuado como para que, a estas alturas y sabiendo desde hace tiempo las carencias de la plantilla, fuese capaz de moverse en el mercado y anticipar movimientos estratégicos en beneficio del equipo pero... como el Valencia no tiene ni quiere tener nada de eso, ni siquiera nada que se le parezca remotamente, mejor que sea el criterio de tu entrenador que el de un presidente metido a director deportivo cuyo conocimiento es nulo, el de un secretario técnico que -hasta el momento- no ha oficiado sino de secretario del presidente o el de un agente que -aún siendo el mejor del Mundo- no tiene como objetivo el beneficio del Valencia sino el suyo propio.

Está claro que nos hemos convertido o... nos han convertido en un equipo que ha dejado atrás los fichajes de futbolistas contrastados en las mejores ligas europeas para formar parte de ese grupo de clubes más modestos que tienen que bucear en el mercado de lo desconocido para descubrir el talento allá donde se encuentre escondido aunque nos toque bucear con una escafandra prestada por el entrenador de turno pero... mejor bucear con escafandra prestada que hacerlo 'a pelo' y con los pulmones limitados por el desconocimiento. 

Tratándose de un futbolista que , por su contundencia y relevancia en el juego aéreo, se ajusta a la idea de fútbol de Bordalás -a falta de constatar su calidad y capacidad de adaptación a un liga como la nuestra- se antoja como un movimiento adecuado entre los muchos que hay que hacer en lo que queda de verano por delante y sería conveniente que sea el primero de los pasos que hay que dar para que la plantilla sea más solvente que la del ejercicio pasado y más cercana al modelo de fútbol con el que se ha hecho fuerte el propio Bordalás en los equipos que ha entrenado. 

Si se trata, única y exclusivamente, de un gesto con el que tranquilizar al entrenador para volver con la política de demolición iniciada tras el 11-S de 2020, ni habremos avanzado nada, ni demostrarán haber aprendido nada del desastre reciente.

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