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La historia le recuerda al Valencia la dificultad de ser efectivo en el mercado de enero

Muchos millones, muchos futbolistas y poca rentabilidad. Así suele ser el mercado de invierno cuando se acude con poco dinero. Una tabla de salvación pocas veces rentable.

2/12/2017 - 

VALÈNCIA. Prácticamente se pierde en la noche de los tiempos el nacimiento real de la ventana de invierno para realizar fichajes. Pese a que los más ortodoxos la fijan en la temporada 1994-95 lo bien cierto es que la memoria aún alcanza para recordar algunos casos anteriores. Aunque aislados, la realidad es que hay que viajar unos diez años antes -como mínimo- para comprobar que el parón invernal ya servía para que los clubes intentaran remediar en invierno el mal trabajo realizado durante los meses de calor.

Quienes acumulen ya cierta cantidad de años pueden recordar -en el caso del Valencia CF- al "Toti" Iglesias. Era la temporada 83-84 y el fulgurante inicio del Valencia CF entrenado por Paquito se diluyó con una facilidad inusitada. Para intentar reconducir la marcha deportiva se decidió buscar a un tercer futbolista argentino (el Valencia ya contaba en esos momentos con Kempes y Urruti). El elegido fue Raúl Iglesias. Delantero que militaba en Rosario Central con buen promedio goleador. Llegó a Valencia con 99 goles en su carrera profesional y tras media temporada en Mestalla, se volvió a Argentina con...99 goles en su carrera profesional. La incorporación fue un fiasco y nunca acabó de adaptarse al fútbol español. Eso sí, volvió a su Argentina natal y siguió haciendo goles con una facilidad como jamás se le vio a orillas del Turia.

Otro episodio destacado ocurrió en la campaña 87-88. El Valencia de Di Stéfano pasaba apuros para mantener la categoría tras el retorno a primera división y alguien le ofreció a la directiva de Arturo Tuzón fichar por seis meses al argelino y estrella del Oporto campeón de Europa, Rabah Madjer. El africano estaba peleado con los portugueses y buscaba una estación de paso antes de saltar a otro club. El debut de Madjer fue ante el Ath. Bilbao una fría tarde de invierno. Llenazo en Mestalla para ver al jugador que respondió con un gol de cabeza nada más comenzar el encuentro. Aún así el Valencia acabó perdiendo ese encuentro 1-2 y la realidad es que salvo algún destello aislado más (un aceptable partido ante el Mallorca en el antiguo Lluis Sitjar), sus constantes y misteriosas lesiones le hicieron distar mucho del rendimiento que se le presuponía a un futbolista de su nivel.

No fueron mucho mejores los 90. Estuvieron marcados por fichajes más estrambóticos y populistas, que por jugadores de los cuales guardar un grato recuerdo. Como por ejemplo la desdichada incorporación (temporada 93-94) del "alacrán", Victor Hugo Aristizábal, sólo un gol y de penalti en el campo de La Celadilla de Utiel en un amistoso contra los locales. Años más tarde (96-97) el Valencia apostó por traer en invierno dos refuerzos: Leandro y el "Burrito" Ortega. Del primero hay que decir que pasó a la historia al celebrar un gol yéndose a una esquina del Calderón y simulando los movimientos de un can cuando hace aguas menores. De Ortega decían quienes le vieron entrenar que, posiblemente, ha sido el futbolista de mayor calidad individual que jamás piso Paterna. Lamentablemente para el Valencia CF, este futbolista es uno de los destacados miembros de la cofradía del "si él hubiera querido". Así que al año siguiente y tras la llegada de Ranieri se volvió para su país.

El final de los 90 registra el primer fichaje que justificó su llegada -al menos en el inicio-: Adrian "La Cobra Ilie". El rumano llegó de la mano de Javier Subirats, quien lo encontró en el en el invierno de 1997 en el Galatasaray turco. Su aportación para la remontada valencianista entre enero y junio de 1998 fue apoteósica. Diecisiete partidos de liga jugados con doce goles en su haber. Su siguiente temporada aún fue aceptable (la de la Copa de La Cartuja), pero poco más. Su vida poco recomendable para un futbolista de élite y su indolencia llevaron a que Héctor Cúper lo definiera como un "desperdicio de talento". Poco después llegaría también en diciembre su compatriota Dennis Serban. Mejor dejar aquí la tarea de recordarle. 

El Valencia CF crece y llega su época de más esplendor. Con ella, un fichaje que quedaría para siempre en el corazón de la grada. Es el invierno del 2001 y el Valencia CF trae procedente de River Plate a Pablo César Aimar. Debut imponente en Champions ante el todopoderoso Manchester United con caño a Ryan Giggs incluído. Más allá de aportación efectiva y de gustos, es incuestionable que Aimar se ganó un lugar en el corazón del aficionado valencianista.

Durante los tres años mágicos de Rafa Benítez, fue curioso comprobar como sólo vino un refuerzo el año de entreligas. En la temporada 2002.03, el Valencia se hizo con la cesión del lateral francés Anthony Reveillere. Rindió bien la media temporada en la que estuvo en Mestalla, pero una maniobra de las habitualmente incomprensibles de Suso García Pitarch, deó al Valencia CF sin lateral pese a que la voluntad de Benítez era la de contar con el futbolista.

Durante los años siguientes, no hay mucho que tirarse a la boca hasta que se llega a la caótica temporada 2007-08 (caótica en liga, que no en Copa). El Valencia incoporó a Banega y Maduro. El primero puro talento y cero voluntad, y el holandés, muy voluntarioso y poco más. Pasaron antes con más pena que gloria.

En la temporada siguiente, el Valencia acertó de pleno ante la emergencia de acudir al mercado a por un portero. Lesionado Renan Brito y sin confianza aún en Vicente Guaita, los de Mestalla van hasta White Heart Lane para repatriar a un César inactivo a quien su aventura en las islas se le tornó pesadilla. El fichaje del portero extremeño fue todo un acierto, siendo un jugador destacado en muchos encuentros de las dos temporadas y media que disputó con los de Mestalla.

En la 2009-2010 el Valencia CF se fue hasta Rusia para fichar a un futbolista que estaba dando que hablar en aquel país y en la Champions cada vez que actuaba con el Rubin Kazan: Alejandro "el Chory" Domínguez. Nunca llegó a adaptarse. Acostumbrado a ser el hombre importante de todos los equipos en los que había jugador, venir a Valencia para ser un hombre de complemento y rotación dentro de las ideas de Unai Emery, no le ayudó en nada.

Una de las mejores incorporaciones que se recuerdan en el mercado invernal es la de la temporada 2010-2011. Braulio Vázquez halla en Gremio, en Brasil a un espigado y desconocido delantero que acabó cantando gol muchas veces con la casaca blanquinegra: Jonas Gonçalves. Con debut goleador en San Mamés, Jonas fue uno de los fichajes más rentables teniendo en cuenta la irrisoria cantidad por la que se cerrró su incoporación, 1´2 millones de Euros.

Hasta la temporada 2013-2014, el Valencia CF no mueve ficha en invierno. Eso sí, se cobra toda la inactividad de años anteriores de una tacada: cinco futbolistas aterrizan en Mestalla. Es el año de Pizzi en el banquillo y Rufete en la dirección técnica haciendo un "Moneyball". Vezo, Vargas, Senderós, Vinicius y Keita llegaron ese invierno.  Pese a la revolución, el equipo quedó fuera de Europa.

Con la llegada de la administración Lim, siempre se han producido fichajes en invierno. El primer año fue Enzo Pérez. Un timo a precio de oro, cuya incidencia negativa acabó en "cuasi" regalo a River Plate.

Al año siguiente, con García Pitarch en los despachos y Neville en el banquillo llegaron Siqueira y Cheryshev. Como esta es la sección de fútbol, mejor lo dejamos aquí y ahorramos comentarios hirientes.

Y la temporada pasada el Valencia fichó Zaza y Orellana. El primero fue traído a precio de oro y tras insistencia de Césare Prandelli antes de dimitir. Ahora es una de las estrellas del equipo. Y de Orellana, comentar que se puso a tiro tras ser despachado por su conducta por Berizzo del Celta. Su rendimiento fue paupérrimo y ahora ya está camino de Ipurúa: un auténtico fiasco.

En definitiva, que es una evidencia (reconocida por el propio club) que se va a fichar en el mercado de enero. Pero ¿Cómo? ¿Dónde? ¿A qué precio?

La historia demuestra que una cosa es la necesidad -existente- y otra el acierto. En la ventana invernal es complicado encontrar la pieza que buscas, al precio que te cuadre, y que no sea un descarte de otro club. 

Imposible, no. Pero complicado, mucho.

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