VALÈNCIA. No fue el del jueves uno de esos partidos que pasarán a la historia del Valencia en competiciones europeas. No lo será porque vivimos un encuentro ciertamente anodino en Mestalla cuando, posiblemente, el aficionado esperaba un mayor derroche goleador ante un rival ínfimo. Cierto es que el buen resultado cosechado el jueves anterior en Celtic Park a quien obligaba a aventurarse para conseguir el gol era al equipo escocés y, aunque lo intentó y mandó en el césped mientras tuvo once futbolistas sobre el terreno de juego, seguramente hubiera necesitado cuatro partidos y que el Valencia jugase sin portero para anotar los tres goles que necesitaba para pasar a Octavos. Pero es que, además, se quedó con un hombre menos con lo que, si en algún momento albergaron el sueño de superar la eliminatoria, con la expulsión sólo quedaba esperar que el Valencia se animase a dar una pasito adelante y ver entonces cuántos goles encajarían los escoceses en un partido que prácticamente era ya un entrenamiento con público.
En cualquier caso, ahora que ‘vienen curvas’ sí está plenamente justificada la administración de esfuerzos y, al fin y al cabo, el Valencia hizo lo que tenía que hacer: superar la eliminatoria. Con mayor o menor brillantez pero... superarla. Y, una vez liquidado el trámite del Celtic, la nueva ilusión europea se llama Krasnodar, lo que obliga al equipo de Marcelino a una escala, algo incómoda, en Rusia para proseguir el viaje hacia Bakú que todavía está lejos en el mapa y en el calendario. Antes de soñar con una visita a Azerbaiyán hay que plantar cara a otros frentes abiertos tanto o más importantes que el de la Europa League: El primero mañana domingo en Butarque, porque dos empates en casa consecutivos suponen un resbalón que dejaría de ser considerado como tal conquistando los tres puntos en Leganés y el equipo pepinero que entrena Pellegrino no tiene, seguramente, el nombre ni el aura que rodea al Celtic de Glasgow pero –y ojalá me equivoque- va a presentar muchos más problemas que los escoceses para ser doblegados en su casa.
Y si el asalto a Butarque se presenta como una cita importante, qué decir de lo que nos espera el jueves próximo en Mestalla. Sin duda el partido, hasta el momento, más importante de esta temporada centenaria. Ni más ni menos que la posibilidad de -once años después- vivir otra final con todo lo que ello conlleva. No va a ser fácil para Marcelino motivar convenientemente al grupo de cara al choque de mañana con lo que se avecina el jueves en Mestalla pero... ha de hacerlo porque , llegados a este punto, no se puede escapar el tren de la Liga. Sin prioridades porque ya no es momento de priorizar, pero con la mente fría necesaria con la que abordar todos los compromisos con opciones verdaderas de salir victorioso. Esa es, y no otra, la exigencia que marca vestir la camiseta del Valencia CF. Ahí es donde queríamos vernos, ahí es donde estamos y es el momento de dar el Máximo y un poquito más. El camino se pone cuesta arriba y no hay otra opción que no pase por culminar el ascenso por tortuoso que pueda parecer. Si estuviéramos los miércoles y los jueves viendo a los demás por la tele y esperando el partido de cada domingo nos comería la envidia. Ha llegado... la hora de la verdad.