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La opinión de los otros

19/02/2021 - 

VALÈNCIA. Estos días ha saltado al primer plano de la actualidad el tema de la libertad de expresión en España a causa del encarcelamiento de un rapero por culpa de sus canciones. No voy a entrar en tan espinoso debate, y menos en un momento en el que las protestas han desembocado en altercados de orden público que cuestionan sus propios objetivos. Pero es oportuno recordar que, en el entorno del Valencia, Meriton Holdings lleva laminando la libertad de expresión desde hace unos años al aplicar un sistema de censura y control respecto a todo lo relacionado con el club que ha propiciado acciones tan ridículas como la desaparición de Marcelino de las fotos oficiales del club o la prohibición de hacer preguntas a algunos medios de comunicación en las ruedas de prensa pospartido. 

El aparato represor de Meriton alcanza a todos los ámbitos del club, desde aficionados hasta periodistas, pero son estos últimos los que lo padecen con mayor intensidad, dado el empeño de la cuadrilla de Singapur por ofrecer al exterior una imagen idílica del club que justifique las acusaciones de racismo y xenofobia que han vertido sobre la sociedad valenciana. En fin, una estrategia fascista de manual.

Dentro de esa maquinaria totalitaria para controlar el entorno y silenciar las voces de la disidencia, hay una profesión creada por Meriton que me parece fascinante. Es el tipo que se dedica a recopilar la información generada en los medios de comunicación en la que se habla de Lim, Murthy y demás componentes de la pandilla de cuatreros que gobierna el club. Es un tipo al que imagino gran parte del día delante del ordenador buscando noticias, entradas de blogs, podcasts y perfiles en las redes sociales para traducir su contenido al inglés y elaborar un informe a partir del cual sus jefes tomen las medidas represivas que consideren necesarias para ejercer el fascismo cotidiano al que nos tienen acostumbrados.

A ese mismo tipo (u a otro) lo imagino a mediodía y por la noche escuchando las emisoras de radio en las que se habla del Valencia, los espacios de información y las tertulias, transcribiendo todas las palabras que escucha, traduciéndolas al inglés e identificando a los hablantes para redactar otro informe que sirva para más represalias. Hasta hace poco, el destinatario de esa ingente información era Kim Koh, un tipo con un nombre que sonaba a simio gigante y que, durante algo más de seis años, fue hombre fuerte de Peter Lim en Valencia, comisario político de la propiedad y experto conocedor de la gastronomía valenciana, gracias a su permanente trabajo como bon vivant en los restaurantes de la playa de la Patacona. Ahora parece que dicha responsabilidad la ejerce Joey Lim, más adepto a los bocadillos y cervezas del Bar La Deportiva que a las paellas marineras.

Este singular oficio ha entrado ya en el podio de mis profesiones absurdas favoritas, en el que hasta ahora figuraban los sexadores de pollos y los dibujantes de penes para el mercado internacional en los cómics hentai. Sin embargo, ni la esforzada tarea de un sexador de pollos ni la del dibujante de penes tiene consecuencias para los demás, si exceptuamos a los pobres pollitos machos en la industria de producción de huevos, pero el trabajo del informador de Meriton sí que tiene consecuencias. 

En los últimos años, dos periodistas, Héctor Gómez y Pedro Morata, han sufrido sanciones por parte de los rectores del club que no solo les impedían ejercer su profesión de manera presencial en todo lo que tiene que ver con el Valencia, sino incluso entrar en Mestalla. Por lo que me ha contado Héctor Gómez, la argucia legal que han utilizado para la represión es su condición de accionista (es decir, que es también, aunque con menos poder, dueño del club) y un artículo de los estatutos adaptado a las necesidades censoras de la pandilla singapurense. Además, Meriton ha presionado a diversos medios de comunicación para que cambien su línea editorial o para que releven de sus puestos a los periodistas no afectos al régimen.

En el fondo, el informante de Meriton es como ese personaje de 'La vida de los otros', aquella película alemana de principios de siglo que retrataba con espeluznante realismo a las personas que trabajaban para la Stasi controlando lo que hacían los intelectuales sospechosos de disidencia, que acaba introducido en un universo que le es ajeno hasta que es consciente de las consecuencias que su trabajo puede acarrear a las personas a las que vigila. Como el espía alemán, el aparentemente inocente recopilador de noticias “malignas” sobre Meriton no es sino una pieza más en el engranaje ideado por ellos para acabar con la libertad de expresión en el Valencia CF.

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