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historias del murciélago

La primera luz tras la oscuridad

30/03/2024 - 

VALÈNCIA. Tras el trauma que supuso en 1986 el descenso a segunda división, el Valencia CF enmendó rápidamente la plana volviendo a la máxima categoría al año siguiente. La perfecta mezcla entre jóvenes que ya comenzaban a acumular experiencia (los Quique, Giner, Fenoll, Fernando, Arroyo…) y una batería de veteranos con el poso necesario (Sempere, Arias, Subirats) pero con una base hecha de jugadores de la casa, obraron que la pesadilla fuera lo más fuigaz posible.

A esta plantilla se le unieron algunos retoques de fuera como Pedro Alcañiz o el uruguayo Miguel Ángel Bossio, mundialista con su país en México 86 y que aceptó jugar con el equipo valencianista en la segunda división.

En la temporada de su vuelta a primera, y pese a algún triunfo sonado como el 0-1 en el Nou Camp que supuso la destitución de Terry Venables, el Valencia sufrió para mantener la categoría hasta el punto que a 8 jornadas del final, la directiva presidida por Arturo Tuzón decidió destituir a Alfredo Di Stéfano del banquillo y poner al secretario técnico Roberto Gil para eludir que el equipo se complicara otra vez la vida con las posiciones peligrosas de la tabla clasificatoria.

Pero antes de llegar a esas últimas 8 jornadas Mestalla volvió a vivir una nueva ilusión en medio del sufrimiento. Una luz que sacó al equipo de la rutina de ese club austero que gastaba poco y se sustentaba con gente de la casa.

Al comienzo de la temporada 1987/88 en Portugal el Oporto se encontraba en plena reestructuración tras ganar un año antes (temporada 86/87)  en el entonces Prater vienés la antigua Copa de Europa 2-1 en la final al Bayern de Munich (gran favorito en aquella final). Los “dragoes” se impusieron gracias a los goles de un extremo brasileño, Joary y a un excelso gol de tacón del argelino Rabah Madjer.

Pero la relación entre el héroe portista en la final del 87 y el club portugués se deterioró a la carrera. El africano quería salir como fuera del Oporto y el Valencia CF aprovechó la oportunidad para traerse al campeón de Europa cedido por 6 meses. Pese a que la primera opción que manejaba el club para reforzarse aquel invierno era el delantero escocés -ex del FC Barcelona- Steve Archibald, Di Stefano “aconsejó” con sus peculiares métodos tanto a Arturo Tuzón como al secretario técnico Roberto Gil, que desecharan la contratación del británico que no era un jugador del agrado del entonces entrenador valencianista.

La expectación que produjo la llegada de Madjer fue tan desbordante que Di Stéfano se vio obligado a cerrar los entrenamientos (antes eran todos a puerta abierta) para poder trabajar con algo de tranquilidad.

El debut de Rabah Madjer se produjo el 3 de enero de 1988 en un Mestalla que registró una extraordinaria entrada. Pese a la fría tarde, la visita del Athletic de Bilbao y el debut del futbolista argelino, muy pocas fueron las entradas que se quedaron sin vender aquella tarde.

En los dos primeros balones que tocó Madjer (quien por cierto debutó con el 8 a la espalda en una época en la que las camisetas iban sin el nombre del futbolista detrás y los dorsales no eran fijos y de inicio iban del 1 al 11), el rumor en la grada fue generalizado. Sin duda alguna se trataba de un futbolista muy diferente de los visto por estos pagos en los últimos años.

Es más, Madjer hizo rozar el paroxismo a la grada cuando avanzó al Valencia en el marcador en el minuto 15. Subirats metió un balón aéreo entre el punto de penalti y el área pequeña y Madjer le ganó la partida a los centrales del Athletic y ante la indecisa salida de Biurrun, metió la cabeza para alojar el balón al fondo de la portería.

El Atheltic acabó remontando hasta llevarse el triunfo por 1-2. Con los minutos se fue diluyendo el efecto Madjer y su juego, Un fiel reflejo de lo que sería su trayectoria en Valencia. Jugó 14 partidos y anotó 4 goles (el ya mencionado, en la ida y en la vuelta ante el Atlético de Madrid y ante el Mallorca). Es cierto que conforme pasaron las jornadas el rendimiento del argelino fue acorde con alguien que se sabe en una estación de paso.

Acabó la temporada, y Madjer volvió al Oporto tras su fugaz aventura a orillas del Turia. No será de aquellos jugadores que pase a la historia por su rendimiento en el club, pero aquel murmullo de la grada el enero en medio de una fría tarde de invierno valenciano y aquel estallido de Mestalla en el minuto 15 fueron el primer rayo de luz tras una época oscura. El sol más brillante, sin embargo aún estaba por salir.


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