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corresponsal de "despierta américa" en españa

La Rambleta acoge el humor ‘chévere’ de Paula Arcila

La colombiana, ‘embajadora’ en España del programa Despierta América, triunfa con un humor inteligente en el que el primer blanco de sus puyas es ella misma

14/02/2020 - 

VALÈNCIA.- Afincada en Madrid desde hace un par de años (tras vivir en Miami desde los 19), a Paula Arcila (Medellín, 1975) se le conoce en Estados Unidos por ser la voz de España en Despierta América — uno de los programas de televisión con más audiencia en el mundo hispano—. Aquí, compagina sus labores de corresponsal en el espacio “Sin rollos” del programa de Univisión con su faceta de actriz.

El 2019 el monólogo Un Cambio Demente está inspirado en su nueva vida en Europa tras dejar una exitosa carrera en Miami y enfrentarse a los miedos que provocan los cambios, especialmente cuando nos enfrentamos a lo desconocido. Arcila ya visitó València en abril del pasado año, y consiguió colgar el cartel de Sold Out en el Teatro Talia con una promoción basada casi únicamente en el boca a boca. Este domingo regresa con su espectáculo a Espai Rambleta.

“Es un monólogo teatral, no stand up”, explica Arcila, “de humor y comedia, pero también de mucha reflexión en el que hablo de las obligaciones que tenemos hombres y mujeres, pero sobre todo mujeres con el tema de la pareja, las relaciones personales, que creemos que la felicidad está en la pareja, el matrimonio y los hijos. Y puede que para mucha gente sea así, no lo critico, pero para otras personas puede que no”.

Arcila reconoce que su trayectoria vital le permite contar con la ventaja que supone ser colombiana, haber vivido en EEUU y vivir en España: “es maravilloso poder hacer chistes de tres culturas. Sí, Miami es una ciudad multicultural con tantas nacionalidades que allí aprendí a comunicarme con todas ellas, y aquí ahora, en España, también me estoy alimentando bastante de vuestra cultura”, dice.

Al teatro por casualidad

Aunque sobre las tablas parece que haya nacido para la actuación, lo cierto es que llegó al teatro casi por casualidad. Por casualidad y porque era inevitable, dado su carácter inquieto de periodista-guionista-presentadora-locutora-lo que salga. Ya estaba asentada como periodista cuando Los monólogos de la Vagina (la obra de la norteamericana Eve Ensler estrenada en EEUU en 1996 y que ha recorrido medio mundo) llegó a Miami y le invitaron a interpretar a uno de los personajes.

Tras Los monólogos… se sucedieron las invitaciones para participar en otras obras (Mujeres Ligeras; Malas…). “Me gustó tanto la experiencia que incluso me apunté a una academia de actores”, recuerda, “pero me llegó la siguiente oferta para teatro, Cuando la muerte llama, y luego otra y otra, hasta que decidí escribir mi primer texto Miss Cuarenta, que fue mi puesta de largo como artista completa, desde empresaria a guionista”. El éxito de la obra la mantuvo varios años en cartel y con ella giró por todo EEUU y Latinoamérica.

La actriz y presentadora reconoce que su humor es su mejor carta de presentación, y que en Despierta América, lo que ha cautivado más a la audiencia es su espontaneidad al tratar los temas y su capacidad para darle la vuelta a cualquiera de ellos con un chiste. De ella se ha escrito que “hasta lo escatológico resulta elegante”, un excelente resumen de ese sentido particular, pero que tampoco puede hacer olvidar su faceta más seria: el podcast Una reina sin medidas (más dos millones de followers en Facebook), en el que da voz a miles de mujeres latinas que no tienen posibilidad de ser escuchadas. Esa combinación de humor y rigor es, también, la clave del éxito de su libro autobiográfico del que el podcast toma su nombre.

Sobre Un cambio Demente y su estilo en general recuerda que “hay muchas formas de hacer humor, y se puede ser hiriente, pero no es mi estilo. Yo no me corto, lo digo como lo pienso, pero no busco herir. Para mí no hay humor femenino ni masculino, aunque existan diferencias, pero eso de hacer guerra de sexos sobre el escenario, con los chistes de que no levantan la tapa del wáter y eso, pues como que no. No me interesa, yo quiero que los hombres vengan y se rían, no que estén en la butaca porque acompañan a su novia. Creo que mi secreto es que en el fondo hablo de mí y me río de mí: me doy duro, y la gente se identifica”.

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