VALÈNCIA. Salir ganador de un reto mayúsculo en el que estaba en juego su continuidad como futbolista de élite ha fortalecido mentalmente a Jesús Vázquez. Su regreso llega con un discreto tatuaje en su brazo derecho, donde se puede leer la palabra 'Hope' (Esperanza) y un puñado de cicatrices emocionales que lo han fortalecido como persona y lo han convertido en un jugador más maduro que cuando abra 2024, concretamente el 2 de enero, cumplirá todavía 21 años.
Desde que el 27 de septiembre el jugador publicó en su perfil de Instagram que estaba ingresado en un hospital de Pamplona porque padecía un problema neuromotor, hasta su reaparición en Arosa, jugando los 90 minutos de la segunda ronda de la Copa del Rey, Vázquez es otra persona. Mismo futbolista con distinta mentalidad y valores diferentes.
"Felicidad inmensa por poder participar durante 90 minutos después de cuatro largos meses. Momento de recuperar y pensar ya en el Getafe, comienzo de un nuevo proceso", manifestó en Instagram, el canal de comunicación que utiliza junto a su perfil en X.
En Getafe apenas disputó 15 minutos, pero ese tiempo y el que acumuló en Copa le sirvieron para reencontrarse como jugador. Rubén Baraja y el cuerpo técnico, que han estado muy pendientes del problema de salud por el que ha pasado el lateral zurdo, lo impulsaron al once inicial en las dos últimas jornadas de 2023. Frente al FC Barcelona y ante el Rayo Vallecano, Vázquez fue titular. Sumó 81 minutos en Mestalla y 71 en Vallecas. El Valencia recupera otro efectivo, uno que ha estado en un tris de perder.
"Tras varios días en silencio y de incertidumbres, Gracias a Dios, después de 5 días ingresado, podría haber sido un susto mayor y haber tenido que dejarlo todo. Pero creemos que todo ha salido bien.
Espero poder comenzar con la rehabilitación cuanto antes y poder estar de vuelta junto a todos mis compañeros. En momentos como estos son en los que realmente te das cuenta de lo que vale la pena y lo importante que es la familia y la gente que te quiere, gracias a todos por los mensajes de preocupación". Con esas palabras, Vázquez alertó a la afición del Valencia la tarde del miércoles 27 de septiembre antes de que el equipo jugase en casa ante la Real Sociedad.
Todo como consecuencia de una bacteria que entró en su cuerpo semanas atrás, que comenzó provocándole dolores en la espalda, y que confundió a los servicios médicos hasta el punto de que se le recomendó que trabajara más las lumbares.
Durante el partido que el equipo disputó en Mestalla ante el Atlético de Madrid el 16 de septiembre, Jesús se da cuenta de que su cuerpo no le responde como debería y así lo comunica al cuerpo técnico cuando Baraja lo requiere para entrar en el campo y sustituir a Gayà.
Aquella bacteria le provocó un problema neuromotor que estuvo cerca de sentarlo en una silla de ruedas y apartarlo del fútbol. Por eso su vuelta ante el Arosa SC en Copa y el minutaje de calidad ante Barça y Rayo Vallecano es una victoria vital. La mejor de su vida.
Ahora, tras salir de un agujero negro, relativiza otros problemas menores y mundanos, y valora cada progreso con su cuerpo por pequeño se sea. Sus registros físicos en Paterna van marcando mejoras, camino de volver al top 3 de la plantilla en velocidad y potencia.
De momento prefiere centrarse en el aspecto defensivo hasta que su físico le permita impulsarse por banda y tener más presencia en fase ofensiva para generar desequilibrio en el costado derecho de los rivales. Por eso ante el Barça y el Rayo estaba más centrado en defender a sus pares que en proyectarse en ataque. Va despacio, no tiene prisa. Durante estas Navidades va a trabajar para mejorar en resistencia y en explosividad hasta llegar a los valores previos a su enfermedad.
Antes de arrancar la temporada su objetivo estaba en generarle competencia a Gayà, disputar minutos en el Valencia y recuperar presencia en la selección española sub-21 que disputará los Juegos Olímpicos de París el próximo verano. Hoy quiere ir paso a paso. Y ya está en el raíl para volver a ser el mismo jugador al que una maldita bacteria casi lo aparta del fútbol. Es su victoria de vida. La más importante.