Hoy es 4 de octubre
VALÈNCIA. Diría que no queda ningún levantino que confíe en que Calleja conseguirá el ascenso. Yo no conozco ni a uno, vaya. Y eso que son legión los que piensan que hay mejor equipo que el curso pasado. Tengo dudas sobre si Danvila aún confía en ascender con él o si solo le mantiene porque “es una persona entrañable”. Eso declaró en la SER cuando le preguntaron por él, como si las cualidades humanas fueran motivo para mantener en el banquillo a quien está dinamitando las opciones de reconstrucción de este Llevant. También respondió que, si venían con 5 millones a por Pablo, haría lo que decidiera Miñambres. Es desolador que quien debe hacer frente al complicadísimo brete en que estamos sumidos muestre esta capacidad para pilotar un club de fútbol en su parcela más crucial, la gestión estrictamente deportiva.
27 millones a corto plazo no son, ni mucho menos, insalvables. El Llevant no está en una situación grave por la deuda, que también, sino porque, tras una rueda de prensa y algunas entrevistas, el consejero delegado que ha quedado al frente solo ha generado más y más desconfianza y desconcierto. En la afición e incluso en las oficinas, el vestuario y en todas las secciones. O Danvila se ha explicado muy mal o no tiene ni idea de cómo sacar esto adelante. Ese es el drama.
Tampoco conozco ni a un levantino que piense que el Llevant puede escapar del actual atolladero en Segunda. Quizá, de nuevo, Danvila sea el único. Dice que su objetivo es hacerlo sostenible en Segunda y que la piedra angular para ello serán los 3 o 4 millones que se obtengan de la gestión comercial del estadio. Ojalá todo sea, ya digo, que se explica fatal. Soy un defensor acérrimo de la austeridad y del aprovechamiento máximo de los recursos, pero es una locura no comprender la importancia capital de volver a la élite. Revela un desconocimiento terrible del contexto histórico y social del levantinismo.
Si damos credibilidad a las declaraciones de Danvila, a las ideas e intenciones que ha manifestado, lo veo tan incapaz de gestionar el Llevant que, inevitablemente, surgen dudas y sospechas. De entrada, queda poco creíble que alguien con tan escasa idea de fútbol se juegue su patrimonio personal (gran parte de él, por lo que dicen) para asumir la actual situación. Danvila ya declaró que si llegaba alguien con dinero, le devolvía los diez millones y ponía lo que hacía falta, él se hacía a un lado. Ojipláticos nos dejó. Ahora dice que todo nos lleva a una ampliación de capital, ya que Gedesco se niega a renegociar, aunque unos días atrás declaró que estaba prácticamente hecho.
Y de nuevo me pregunto dos cosas: ¿Es la ampliación de capital un eufemismo para ejecutar una venta encubierta del club? ¿Hubo en algún momento otro plan, para Danvila?
Quien me lee, sabe que soy radicalmente contrario a la venta del Llevant UD, ahora y siempre. Con reservas, confié en Danvila porque me pareció audaz y valiente su apuesta, pese a la situación, y compré su discurso de que la entidad quedara en manos valencianas, manteniendo un reparto amplio de poder. Lo hice también porque me merece el máximo respeto quien se juega su dinero. Y porque me gustó su humildad para reconocer que había sido parte del problema, más aún cuando en aquel Consejo nadie parecía saber nada de lo que sucedía ni ha asumido ninguna responsabilidad.
Ahora me pregunto: ¿Y si todo ha sido una coartada para eliminar competidores? ¿Y si los mismos que nos han metido en este problemón, han urdido ya la venta del club, de forma torticera? Me gustaría pensar que no, que Danvila tiene un plan y que nos dijo la verdad. Sus declaraciones, sin embargo, indican lo contrario: que no hay más plan que una ampliación que podría acabar convertida en una venta encubierta.
Estamos hartos de dimes y diretes, de medias verdades, de cuentos chinos, de un entrenador incapaz de sacar lo mejor de este equipo y de que jueguen con nuestros sentimientos. El club hoy es un solar por culpa de quienes lo gestionaron en los últimos años y de una Fundació cómplice. Hoy y siempre, la afición es el gran activo del Llevant. Su ilusión es el motor del futuro. Dejen de dilapidarla. Respeten a esta hinchada. Escúchenla, respétenla (insisto), venérenla. O estamos muertos.