Libros y cómic

Memorias de la jungla psicodélica

La leyenda negra de Brian Jonestown Massacre, contada por el panderetista más fiestero de los noventa

La editorial Colectivo Bruxista publica en España la divertida biografía del percusionista Joel Gion. Conocemos a través de sus ojos la historia de una de las bandas más salvajes y geniales del reviva

  • Brian Jonestown Massacre.

VALÈNCIA. Los años noventa fueron la década dorada de los beefs entre raperos. La rivalidad entre los artistas de hip hop de la Costa Este y Oeste de Estados Unidos se volcaba en versos sarcásticos, hirientes y seriamente amenazantes, generando a su alrededor una atmósfera hostil, aunque también estimulante para la creación y muy lucrativa. En el rock and roll también hubo buenos “salseos” en aquellos años, con la diferencia de que la cosa no solía escalar hasta los tiroteos; más bien se manifestaba a través del cruce de mensajes envenenados a través de canciones o entrevistas concedidas a los medios de comunicación. 

El caso más claro durante los años noventa fue, obviamente, el que enfrentó a Blur y a Oasis y escindió la escena del pop británico entre los seguidores de una u otra banda. Una rivalidad que reproducía de alguna manera la dicotomía -muy alimentada por los medios- que décadas antes se había dado entre los Beatles como imagen de “chicos buenos” y la de los Rolling Stones como rebeldes marrulleros.  

 

Pero hoy venimos a hablar de una relación de amor y odio un poco menos conocida; la que enfrentó a The Dandy Warhols y a The Brian Jonestown Massacre, dos bandas que competían por liderar el nicho del revivalismo sixties en Estados Unidos durante los años noventa. La suya es una historia fascinante, sobre todo porque quedó registrada con luz y taquígrafos en un documental de culto -Dig! (Ondi Timorer, 2004)- que retrató de una forma muy desnuda, sin trampa ni cartón, las confusas líneas que separan la admiración de la envidia y el deseo de triunfar del sentimiento de culpa por albergar este deseo. 

Durante siete años, la directora de cine Ondi Timorer se convirtió en la sombra de ambas bandas. El proyecto cinematográfico -que en principio no se sabía muy bien en qué se convertiría- arrancó cuando ambos grupos todavía se movían dentro del underground y se llevaban muy bien. Se sentían hermanadas por su estética retro y su afiliación a la música psicodélica de los sesenta, que combinaban con sonidos contemporáneos como el shoegaze. Conforme avanza el metraje de la película, observamos cómo los caminos de los dos grupos se separan, dando lugar a una animadversión que escala hasta llegar a cotas bastante surrealistas. En esencia, el documental pone sobre el tapete la disputa pasivo-agresiva entre dos líderes muy narcisistas, pero diametralmente opuestos en su aproximación al concepto de éxito: Courtney Taylor-Taylor, guitarrista y cantante de The Dandy Warhols, era un fiestero comedido, de carácter más pragmático, mientras que Anton Newcombe, principal compositor de The Brian Jonestown Massacre, era mucho más excesivo y caótico, y estaba convencido de que autenticidad y éxito masivo eran términos autoexcluyentes.

Coincidiendo con el 20ª aniversario de este documental, el festival de Sundance incluyó el año pasado en su Sección Oficial una nueva versión remasterizada, actualizada y con abundante material inédito. Entre otras novedades, Dig XX (2024) incorpora la perspectiva de un testigo de excepción de todo aquello: el pizpireto panderetista de Brian Jonestown Massacre (BJM), Joel Gion. 

Nariz respingona, barbilla apuntando al cielo con arrogancia juvenil, ojos semicerrados, sonrisa sardónica. De las decenas de músicos que han pasado por las filas del grupo californiano desde sus inicios hasta la actualidad, Joel Gion es uno de los más reconocibles y queridos por los fans. No solo por ser uno de los primeros miembros que reclutó Newcombe para su proyecto, sino porque fue el protagonista y/o cómplice necesario de muchos de los líos en los que se vio envuelta la banda a lo largo de los años. 

La “leyenda negra” de BJM -que quizás no es el grupo más yonqui de la historia, pero probablemente sí el que más peleas ha protagonizado sobre el escenario, ya fuese con el público o entre ellos mismos- ha quedado reflejada en un libro muy divertido titulado Memorias de la Jungla Psicodélica. Siguiendo el ritmo de The Brian Jonestown Massacre, publicado en España hace escasas semanas por la editorial Colectivo Bruxista. En él, Joel Gion traza con sus propias palabras la historia de este grupo súper prolífico y musicalmente genial, pero que se boicoteaba a sí mismo una y otra vez, arruinando las relaciones con la industria discográfica y, en consecuencia, lastrando su potencial ascenso en las listas de éxito. 

 

Eran, sobre todo en sus inicios, una pandilla de inadaptados, que apenas tenían casa ni dinero para comer, pero que se las apañaban para pasarse el día bebiendo y consumiendo sustancias, lo que obviamente abonaba su comportamiento salvaje y su malísima reputación. El mascarón de proa de este navío del caos era Anton quien, dejando aparte la apariencia de estar como las maracas de Machín, es uno de los músicos más geniales de su generación. BJM se ciñe a la perfección a la descripción de “banda que te encanta odiar, y que odias que te guste tanto” (“Band that you love to hate and the band that you hate to love”). 

El talento compositivo de Newcombe siempre ha superado con creces el de Courtney Taylor-Taylor; una apreciación que, ni en sus momentos de mayor enemistad, ponía en duda ningún miembro de The Dandy Warhols. Sin embargo, fueron los de Portland los que se convirtieron en estrellas del rock mundiales; especialmente después de que su canción “Bohemian Like You" (incluida en su disco de 2001 Thirteen Tales from Urban Bohemia) sirviera de banda sonora para un anuncio de Vodafone. The Dandy Warhols estuvieron dispuestos a hacer una serie de concesiones creativas y de imagen que eran impensables para BJM, por muy precaria que fuese su situación económica. De ahí que, tal y como cuenta Gion en este libro, cada vez que estaban cerca de firmar con un sello importante, Anton hacía algo (consciente o inconscientemente, no queda claro) para reventar la oportunidad. El ejemplo más paradigmático de esto fue la mítica pelea entre los miembros del grupo que se produjo en el Viper Room de Los Angeles el día que habían invitado al concierto a los ojeadores de varias discográficas. 

Volviendo a los beefs de los que hablábamos al inicio de este artículo, recordemos los que protagonizaron estas dos bandas. Los primeros en “disparar” fueron The Dandy Warhols en 1997, cuyo primer single en el sello Capitol Records fue una canción titulada “Not If You Were The Last Junkie On Earth” que apuntaba, sin asomo de empatía, a la adicción a la heroína de su “amigo” Anton. La letra -y el videoclip grabado para la ocasión por el fotógrafo y director David LaChapelle- no dejan lugar a dudas de la mala leche soterrada en los versos: I always knew that you were insane / With your pain / but I never thought you'd be a junkie/ Because heroin is so passe. Anton sirvió su venganza poco después en la canción “Not If You Were The Last Dandy On Earth”, incluida dentro del LP Give it Back! (Bomp records): “Yeah, you look so groovy / And the chicks all scream It's like a 60's movie/ You know the one I mean and you look so cool/ And you look so hot and you look so wasted / And, baby, I know why / Take my money take my time / Take my sister i don't mind”. 

En su libro, Gion explica su salida como miembro fijo de BJM, aunque no ha dejado de sumarse a algunas de las giras del grupo durante los últimos años. La próxima, por cierto, llegará a España en mayo, dos años después de la publicación de su último álbum, The Future is your Past. A pesar de no haber ganado tanto dinero como sus archienemigos, podemos decir que el tiempo le ha dado la razón a Newcombe, quien lleva más de quince años editándose a sí mismo en su sello A Recordings y girando por todo el mundo sin venderse a la industria más de lo necesario. Pueden decir de él que es intratable, pero no que no ha sido leal a su talento y a sus principios.

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