Hoy es 5 de octubre
VALÈNCIA. En algunos clubes -como el Atlético de Madrid, con sondeo retroactivo- la cuestión evolutiva del escudo es relevante. Esa máxima de escudo o logo, de culo o codo. Esa diatriba que en muchas plazas ofrece a los aficionados una realidad incómoda: el club no responde ante ellos, sino ante una clientela en cualquier parte. Por tanto, quienes seguían creyéndose militantes, se despertaron como simples usuarios.
El Leeds de Radrizzani (Aser Ventures), cuando era ejemplo de gestión y avance, sucumbió a la gran tentación de cambiar su escudo. Por los cien años, se propuso eliminar la ancestral rosa de York (el puntal geolocalizador) y reemplazarlo por un escudo como hecho por una IA en la que un aficionado parecía estar atragantándose. El Leeds tuvo la suerte de contar con una comunidad compacta y una propiedad que escuchó y cedió: más de 70.000 firmas lograron frenar el cambio.
Los símbolos son relevantes porque manifiestan el enraizamiento a una cultura y una sociedad, previenen de acabar siendo solo un equipo virtual, desubicado y desvinculado. Pero el manoseo constante de la simbología nostálgica está comenzando a ser una trampa: no dejamos de ver anuncios sobre camisetas noventeras que los clubes recuperan; promos en los barrios donde los clubes nacieron. Una estratagema que lleva a creer que basta con eso, que es suficiente con tener un lazos de unión aficionado-club basados en el pasado, y no en el futuro.
Si, como es el caso del Atlético, a las espaldas negocia con empresarios de cualquier lugar para colocar la propiedad a cambio de un magnífico margen de beneficio, quizá los símbolos no son suficientes. La melancolía retro se convierte en un señuelo para que el resto (a quién pertenecen los clubes, qué vinculación territorial tienen) parezca no importar.
Sorprende que, en todo este tiempo, a Lim no se le haya ocurrido variar el escudo. Aunque, si se piensa, es lógico: su utilización del club no es activa, no es reformista, sino pasiva. Meriton no aspiraba a cambiar el club (sí, evidentemente, a controlar sus órganos de poder). El ejercicio ha consistido mucho más en tomar al Valencia por un sujeto en espera y dejar que pase el tiempo ante el posible aprovechamiento de buenas oportunidades de mercado.
Por eso, incluso cuando extrajeron del frontal de Mestalla su escudo, ni tan siquiera se reformó. Tan solo se hizo que pareciera que se reformara.
Los asesores florentinos de Lim deberían aconsejar al propietario que sacara pecho por no cambiar el escudo (quizá Murthy sugirió añadirle un madroño). Desde 1921, el mismo escudo. Propietario: Meriton Holdings. Aunque me temo que fue simple desdén.