VALÈNCIA. Si usted es del Valencia y no tiene ya el gusanillo del tamaño de una boa constrictor en el estómago, algo falla.
Nos acercamos a uno de esos partidos que determinarán la temporada para bien o para mal pase lo que pase, y quien más y quien menos ya está a estas alturas de semana que se sube por las paredes.
Porque jugar una final es un dulce que no le amarga a casi nadie, y todo lo que rodea el partido está rodeado de mucha tensión. Aquí todo el mundo se la juega y defiende sus intereses con la mayor firmeza posible.
No voy a entrar en si encendieron la mecha desde Bilbao entrando en el cliché de que el Valencia paró mucho el partido. Básicamente por tres motivos: uno, porque afear las armas del rival denota nerviosismo si hubieran alabado la propuesta del Valencia CF es porque el resultado hubiera sido muy distinto.
Dos, porque siendo cierto que una de las armas del Valencia es interrumpir el juego de rival, mucha gente está jugando a la confusión interesada de mezclar el concepto del equipo incómodo (el Valencia lo es) con el equipo violento. Y miren, por ahí ni de lejos. Las faltas vienen recogidas en el reglamento y el listón (lo dije hace años cuando Bordalás se sentaba en el banquillo rival) lo marca el árbitro.
Y tres, porque si un equipo resultó perjudicado en San Mamés fue el Valencia. Con una falta sobre Soler pitada al revés y que significó el gol local. Por una entrada a Soler que debió significar una cartulina roja para Dani García (y ojo con la de Berenguer a Bryan Gil que si lo coge, lo parte por la mitad), y por un penalti de libro a Hugo Duro que ni Munuera Montero ni el VAR quisieron ver. Pésimo Munuera e incapaz el VAR.
Hablando del colegiado, anda el personal soliviantado con la designación de Gil Manzano para el partido de mañana. Y andan mosqueadas las dos partes. No nos engañemos, a Gil Manzano la presión se la pone principalmente Munuera Montero y su ceguera (quiero ser benévolo y tildarlo sólo de ceguera) a la hora de no señalar uno de los penaltis más claros que uno recuerda en mucho tiempo. Pase lo que pase, la presión es para Gil Manzano. Unos pensarán si se equivoca que ha ido a compensar y los otros, que ha sido para que no le acusen de equilibrar la balanza. El corporativismo arbitral es un problema que multiplica los errores. El VAR debió avisar a Munuera en San Mamés del penalti a Hugo Duro, aquí paz y allá gloria. Aún así, hay que desearle la mejor de las suertes al colegiado. Le va a hacer falta.
Dicho todo esto (por cierto, las disculpas de Dani García a Arias más justificándose él que ofreciendo el pertinente descargo sonaron igual de convincentes que la elección de TVE para escoger representante en Eurovisión), queda ya el partido. Seguro que Mestalla apretará y marcará el primero (lo ha hecho toda la vida). Y a partir de ahí, a sufrir. Y si Dios quiere, a festejar ¿Quién dijo miedo habiendo hospitales?