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opinión pd / OPINIÓN

Lo de proteger al vestuario

6/02/2022 - 

VALÈNCIA. Curioso. Mientras Postigo declaraba que el Levante "no da el mínimo" que exige la Primera División tras la tocata en Getafe, Alessio Lisci salió en defensa del vestuario suavizando el repaso del rival. Dijo el italiano que el equipo tiene que "trabajar y callar" y no "vender motos", pero la realidad es que al entrenador se le acaban los inventos semanales para evitar que públicamente decaiga la matemática del milagro que supondría no perder la categoría. El cuerpo técnico granota, este viernes encabezado a pie de campo por Darío Navarro, lo tiene más complicado de lo que jamás hubiera pensado: hay futbolistas que son un suspiro de lo que fueron hace tan solo un año, está resultando imposible poner orden en tal anarquía defensiva, el equipo vuelve a entregar la cuchara antes de tiempo... y aún así el entrenador defiende a sus jugadores. Hoy voy a pelear a la contra del levantinismo más sentido: me parece una estrategia inteligente. 

Soy de los que piensa, y ojalá me equivoque, que al Levante no lo salva ni Alessio Lisci ni Arrigo Sacchi -la cosa en el Ciutat ya hace tiempo que no va de banquillos-, y también que sería estúpido abrir una brecha entre entrenador y plantilla más grande de lo que ya una situación de tal dramatismo termina agrietando a un equipo. No hace falta que el entrenador subraye que Enes Unal trituró la cadera del propio Postigo, ni que critique la pérdida de Pepelu en ese mismo gol, ni que señale a Clerc por comerse otra marca, ni que abronque en público a Radoja, Bardhi o Roger porque el equipo no es capaz de dar tres pases seguidos y mirar la portería contraria. Todo eso queda claro y patente. No se preocupen, ya lo decimos nosotros. La realidad es diáfana. Alessio y Darío no pueden huir de su responsabilidad en las derrotas, es cierto. Porque siempre se mira primero al banquillo y no están siendo capaces de sacar el barco a flote. Pero el paso de las jornadas me hincha en la sensación de que su porcentaje de culpa es cada vez menor y de que el levantinismo lo tiene cristalino.

Y es que también es inteligente la afición del Levante. Pocas gradas con las expectativas del Ciutat este año asumen una realidad tan lejana y aplastante. Necesario recordar que hace cosa de meses levantó algún mosqueo el no ganar en el Villamarín para meterse en la batalla por puestos europeos, y ahora en Orriols ya se ha aceptado el descenso virtual. Solo se pide dignidad, respeto y un poco de coco. Un proyecto para ir ilusionándose con el ascenso de 2023, un director deportivo para comprar y vender, y un Consejo de Administración que pueda ser fiscalizado. Lo lógico y normal, desde luego. No debe de ser demasiado para el mejor presidente de la historia del club. Uno que, aunque sea uno de los mínimos de la decencia que no tienen en la otra acera de la ciudad, da la cara de vez en cuando para contar sus realidades. Pero es que incluso a pesar de la deriva deportiva, en el campo del Levante se canta contra Quico Catalán y se vitorea a un Alessio cuya bala va camino de ser quemada por el club. 

Y de ahí la inteligencia de no partir al vestuario, de no abofetearlo en público y sí de sacudirlo en privado como hace el actual cuerpo técnico. De ahí la necesidad de ser sincero, pero también cuidadoso. Ese es el estilo. El propio entrenador es una patata caliente que la entidad tiene encima de la mesa porque, después de 10 años en la casa y un ascenso de dos pisos casi de golpe en la escuela, se piensa que es "un entrenador de futuro". Así lo definen muchos en Buñol. Habrá que decidir sobre su contrato, que acaba en junio -¿lo hará la nueva dirección deportiva? ¿cuándo y por qué tan tarde?-. Sería una lástima que el italiano y su cuerpo técnico dejasen el Levante a causa de que la institución haya encadenado malas decisiones, una detrás de otra, durante un curso pésimo en casi todos los estamentos. Eso sí, el fútbol de élite es un matapersonas y los dramas de este calibre vician relaciones. Todos los caminos parecen llevar a Roma, nunca mejor dicho. Ojalá ese sendero sí se enderece. Alessio, sí, lo de Getafe recordó mucho a lo de Villarreal, pero quedan 16 jornadas de aguantarnos, que diría aquel también en el otro lado del Turia. No los revientes... todavía.

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