VALÈNCIA. El fútbol no espera a nadie y Paco López y los jugadores lo comprendieron, resetearon y canalizaron la ‘incomparecencia’ ante la Real Sociedad como tocaba. Ese desastre y el recuerdo de una histórica Copa del Rey que persistirá, sabiendo que habrá que continuar conviviendo con lo que pudo ser y a la vez mirar hacia delante. La previa del derbi estuvo envuelta de esa sensación de desánimo (y también de orgullo) por el sueño que se acarició y la incógnita de cómo respondería el equipo. Una cautela por las consecuencias físicas y emocionales de la despedida copera y que también estaba muy presente el estreno liguero en territorio comanche. En aquellos primeros días de septiembre pensábamos (perdón por generalizar) que conquistaríamos Mestalla y acabamos escaldados.
Paco pidió al equipo que no se quedara “anclado en el dolor” y pasara página. Solamente habían transcurrido ocho días del gol de Berenguer de rebote en el minuto 112 y cinco de la derrota en San Sebastián sin apenas margen ni fuerzas para llorar las penas. Con 12 jornadas por delante (ahora 11), el Valencia aparecía en el calendario como punto de inflexión y con un montón de propósitos: olvidar el mal trago, abrir brecha con el vecino para acabar por delante en la clasificación por primera en la historia (cinco por encima tras el 1-0), consolidar la permanencia (12 de distancia con el antepenúltimo… los 23 del Deportivo Alavés) y aspirar a nuevos retos. 35 puntos, novenos y mirando al frente. Hay que llegar a esos 40-42 cuanto antes y luego ya veremos si se puede soñar más o menos en grande.
Pese a que delante estaba una de las peores versiones valencianistas que se recuerdan, con el añadido de las ausencias por sanción de futbolistas capitales, os reconozco que no me fiaba, que tenía dudas y que incluso, con el caos que viven, les veía un pelín más favoritos que nosotros (pero muy poco más) por el efecto emocional de la Copa. No escondo que ese pensamiento lo trasladé en las tertulias de radio en las que participé durante la semana. Me puse la tirita antes de tiempo por si acaso. Es raro porque yo suelo excederme en el optimismo cuando llegan los Levante-Valencia y viceversa. Me merecía el ‘cagón’ que me escribió Pedro Zamora, compañero de la Cadena Cope, al WhatsApp tras el triunfo. Todo vino porque horas antes, para el programa del mediodía, les había enviado un audio con esa vibración inusual que sentía. Fueron 39 segundos que finiquité con el deseo de que el equipo me demostrara que “el luto ha acabado” y así lo hizo. En mi estado de ánimo previo también me daba mucha rabia que en un partido así no hubiera público en un Ciutat que hubiera vibrado con el triunfo más especial de la temporada.
Del derbi resaltaría que el Levante se protegió ante las limitaciones físicas y no se excedió ni se sobreexcitó por esas ganas de más que siempre genera en Orriols este cara a cara. Que supo sufrir cuando tocó bajar al barro, aunque tampoco necesitó una versión exultante para confirmar el dominio granota en la ciudad. Es que además perdonó, el resultado fue corto y hubiera sido increíble que el Valencia se llevara un punto si Aitor Fernández no hubiera repelido el remate a bocajarro de Manu Vallejo. Es cierto que el rival ayudó (sobre todo Diakhaby) y también que el equipo empieza a dominar con y sin balón, que ya no es únicamente ese bloque ‘temerario’, con posesión y pegada, que se descuidaba en la retaguardia y convertía en misión imposible poder dejar la portería a cero. Ni mucho menos Paco y su cuerpo técnico abogaban por esa montaña rusa, sin buscar solución a ese desenfreno. No se van a inmolar, no lo hacen adrede, ni se disparan al pie (ni ellos ni cualquier otro entrenador), aunque pareciera un mal endémico sin solución. El Levante mantiene su etiqueta de vistoso (con De Frutos, Morales y Roger como artífices), pero es más práctico, se expone menos… salvo en el Reale Arena.
Es una magnífica noticia que ya no se dependa como antaño del goleador de turno (Felipe Caicedo, Koné o Martins) para cumplir el expediente y consolidarse entre los mejores. Con sus sombras y aspectos a mejorar (que los hay y no hay que obviar), se ha construido una base alrededor de un estilo y un perfil definido de futbolistas para aspirar a un futuro ilusionante y enterrar el cortoplacismo y la autocomplacencia. Un crecimiento en colectivo y también en el plano individual. El Levante está en boca del planeta fútbol y en este escenario están saliendo muchos jugadores reforzados. En esa necesidad de hacer caja para afrontar el próximo proyecto, las vías de mercado que en el inicio de curso se reducían a Aitor, Campaña y Bardhi se han ampliado y los focos apuntan con fuerza y merecimiento a unos cuantos.
La mente está centrada en el encuentro del viernes en el Villamarín, pero me apetece saborear un poquito más el derbi y recordar unos cuantos datos. Hacía cinco años sin esta aureola ganadora (desde el 13 de marzo de 2016 con el 1-0 de Giuseppe Rossi). Ya son 12 jornadas por delante en la clasificación como en la 2012/13 y el Valencia es el equipo que más veces ha sucumbido en el Ciutat en Primera con ocho triunfos, por los siete frente a la Real Sociedad y el Espanyol. Una alegría con dos nombres propios: Roger y Paco López. ¿Qué debe hacer más el Pistolero para tener una oportunidad en la selección absoluta? Por sus números y su impacto en el crecimiento global merecía haber estado entre los 24 elegidos para los tres primeros partidos oficiales de la Roja rumbo al Mundial de 2022.
El ‘9’ siguió agrandando su protagonismo ante su víctima favorita con su undécimo tanto liguero y el quinto en estos duelos de rivalidad vecinal, consolidando su condición de máximo goleador en los 30 disputados por detrás de Morales, Guillot, Villa, Feghouli, Santi Mina y Parejo, todos con tres. Mientras que el míster de Silla, que igualó los 128 partidos oficiales en la historia del Levante de Luis García, se quitó la espina que arrastraba contra el VCF y de los 20 equipos que conforman la actual máxima categoría solamente le queda derrotar a los tres que ascendieron la temporada pasada (Cádiz, Elche y Huesca) y ante los que todavía habrá que enfrentarse en las 11 jornadas que restan. Sus preferidos son el Getafe y el Real Betis, ambos con cuatro triunfos.
¿Y ahora qué? Pues a seguir con lo nuestro, sin dejar de acelerar, silenciando a esos que creen que el Levante ya ha hecho la temporada ganando el derbi, a esos que analizaron un triunfo claro y merecido desde los deméritos blanquinegros y no por las virtudes granotas y a esos ‘príncipes’ a los que solamente les queda Marcelino para sonreír y hacer propios sus triunfos en el Athletic. Estamos muy vivos, molestando, destrozando con argumentos ese pensamiento único al que algunos aún se aferran con la yema de los dedos sin ser conscientes de que la tendencia está cambiando y, sobre todo, sin dejar de creer en lo (im)posible.