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opinión

Lo que marzo de 2019 te enseñó

28/03/2019 - 

VALÈNCIA. La verdadera trascendencia de lo que ha supuesto para el valencianismo vivir marzo de 2019 podremos palparla en unos cuantos años. Digamos que ha sucedido uno de esos episodios tan raros por los que, en vivo y en directo, sabes que se está componiendo parte de las páginas de los libros propios de historia. “¡Lo del centenario de aquel 2019…!”. Con el mérito añadido de que por medio ni había títulos ni señuelos. Solo el club ante sí mismo. En su profundidad. Sin agentes exteriores. Para quienes hemos vivido primero los años plomizos, luego la miel del nuevo rico y después la batalla final entre cainitas por despedazar el VCF, estas semanas ha sido el mayor chute de autoestima posible. Ciertamente inesperado, tal que un gol en el 93. Cuando, descreídos, esperábamos poco, llegó mucho. La activación de una efervescencia que se moría por clamar la identificación con su club, más allá de dirigentes o jugadores de paso.

Aprovechemos a partir de ahora. Sería una verdadera ceguera seguir ajenos a una masa encendida, a un grupo de jugadores que atraviesan la memoria de década en década. Queríamos que el Centenario fuera el punto desde el que prendiera un club más fuerte. Hemos celebrado la fortaleza de un club que es capaz de levantarse sin el impulso de sus gobernante. Todo está bien. Fuimos felices. Aquí las afinidades cuando se ofrecen emociones. ¿Pero qué proponéis desde ahora, querida dirigencia? 

Activación de Mestalla

Al igual que acabamos el domingo admirando el pelazo de Farinós, hay motivos para alucinar con una respuesta popular que ni ha venido dirigida verticalmente ni ha dependido simplemente de un grupo de animación. 

La querida dirigencia debería, si eso, más allá de la tarta del rey, repensar en qué tipo de club creían haber recaído. Si, fuera de adanismos, entendieron de verdad el potencial que tenían entre manos. 

Activación de los jóvenes valores

Como la fiesta de marzo del 19 parece no querer acabar nunca -maldito abril…- Carlos Soler siguió endulzando la semana a golpe de exhibición. Fuera la bravura de las olas mediáticas, Soler tiene un progreso que requiere paciencia y fineza. La suma de Soler, Gayà, Ferran o Kang In dibujan, con origen en Paterna, un mapa del progreso. Es un discurso poderoso. Los que lo valen acaban llegando, más allá de arrebatos tiquismiquis creyendo que el entrenador no pone a los nuevos. Es una cuestión de tiempo. 

Activación de la estabilidad en el banquillo

¡El entrenador! Si Marcelino, asistido por el comodín de Alemany, fue capaz de resistir la insostenibilidad del empate infinito, un acierto de club, poder sostener un proyecto largo con el mismo entrenador es una cualidad complicada por la que hay que apostar. El entorno, siempre vilipendiado, ha demostrado madurez para contener la insatisfacción. Entrenador, entrenador, entrenador. Es el momento de consolidar la apuesta.

Activación económica

Tras poner en orden la autoestima, hecha la gran sentada del valencianismo, con el músculo social bien entrenado, podemos comenzar a reclamar qué hay de lo nuestro: esto es, del crecimiento de la entidad. Más allá de los pasteles y los discursos no hay evidencia de qué crecimiento buscamos, cómo va a subsanar la querida dirigencia el colapso y la insostenibilidad del modelo más allá de pretender sacar a la Virgen para que llueva.

Aprovechen marzo de 2019...

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