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PUNT DE FUGA / OPINIÓN

Lo que nos deja Madrid

14/05/2021 - 

Durante la última semana se han publicado un aluvión de artículos analizando los resultados de las elecciones madrileñas. Algunos muy buenos, otros tan previsibles que podrían perfectamente estar escritos de antemano (de hecho, no tengo pruebas, pero tampoco dudas de que en no pocos casos eso ha sido efectivamente así). Ni me corresponde añadir nada a ese ejercicio de introspección ni tengo ningunas ganas, francamente. 

Ahora bien, lo que es indudable es que como consecuencia de los resultados electorales se ha producido una sacudida en la política española y eso es algo que si que tiene interés para quienes vivimos fuera de Madrid y sí que ha (re)abierto algunos debates que tienen carácter estratégico. Para poner un poco de orden en algunas ideas dispersas voy a dividirlas por apartados:

Lo malo es que es cierto

Es algo que leí en un tweet de César Rendueles hace algún tiempo: “Lo malo de lo de “el gobierno más progresista de la historia” no es que sea mentira. Es que es verdad.” En otras palabras, lo duro no es que este gobierno defraude nuestras expectativas, lo duro es que aquello de lo que venimos y aquello que puede venir es infinitamente peor. Es más, el Gobierno de España no es solo una excepción en la propia historia de España, lo es por su inserción en el contexto europeo. No existen gobiernos en Europa situados a la izquierda del ejecutivo español.

Pero este no es un argumento que deba usarse para contestar a las críticas desde la izquierda, o no solo, o no sobre todo. Este es un dato que debería servir para advertir a esa parte del gobierno que no para de descerrajarse tiros en el pie (un saludo muy especial desde aquí a José Luís Ábalos). Que apenas una semana después de las elecciones madrileñas se hayan cometido errores tan graves sobre cuestiones tan variadas como los peajes, los toros, la reforma fiscal o el decaimiento del Estado de Alarma, es incomprensible. 

Dicho esto, y aparcada cualquier tipo de autocomplacencia hay algo evidente: No puede haber prioridad política más importante en estos momentos que salvaguardar el gobierno de coalición y empujar para que avance. Esto lo han comprendido perfectamente fuerzas políticas como ERC y EH Bildu que, en principio, no tendrían por qué haber optado por ello. Cualquiera que pretenda hacer tabula rasa con eso y plantear su propia agenda a costa y en contra del gobierno estará cometiendo una enorme irresponsabilidad.

FOTO: EFE

Menos Madrid

Una duda que me asaltaba durante la campaña electoral de Madrid es si tiene sentido, desde posiciones progresistas, alimentar un madrileñismo identitario. Es una duda que no pretendo contestar porque, de nuevo, tampoco me toca. Y aclaro también que lo que me genera dudas para el caso madrileño, me parece en cambio perfectamente lógico en cualquier otro lugar empezando por el País Valenciano. Estoy convencido desde siempre de que los valencianos tenemos que reforzar nuestra identidad como pueblo para poder plantear con fuerza reivindicaciones que han sido históricamente desatendidas. Ahora bien, si la capital del reino ha llegado donde está, es fundamentalmente porque el resto de España se la ha cargado a los hombros y la ha llevado en volandas. Esta misma semana se publicaba que el 35% de los funcionarios estatales están concentrados en Madrid, es el punto de conexión del modelo radial de infraestructuras viarias y ferroviarias, donde está el mayor aeropuerto de España y donde, como consecuencia de la concentración del poder político, tienen su sede más del 50% de las grandes empresas de toda España.

Invitar a los madrileños a que se miren (más todavía) el ombligo genera dudas. Quizás (no lo sé) precisamente en Madrid, se debiera optar exactamente, por lo contrario, invitar a los madrileños a salir de su burbuja y mirar que ocurre en el resto de España, por qué lo cierto es que España cada vez aguanta menos a Madrid. Quizás Madrid sea el lugar donde la izquierda debería tener un discurso genuinamente patriótico y netamente español, y recordar que, si la capitalidad rinde beneficios, también debe conllevar responsabilidades. 

Tutti frutti

Una de las reflexiones que más me ha dado que pensar ha sido la de Javier Pérez Royo, especialmente en su afirmación de que España nunca podrá ser un país plenamente democrático hasta que se constituya como Estado Federal. De ahí la necesidad de que la izquierda deba articularse, primero ella misma, federalmente.

Una de las labores de pedagogía política en las que más ha insistido Podemos en los últimos años, aún sabiendo que eso implicaba costes políticos enormes, ha sido defender que España es un país plurinacional. Pero lo cierto es que ese concepto no consigue captar del todo la propia diversidad de identidades existentes. En España hay naciones, hay regiones y hay realidades intermedias a lo largo de un continuo entre uno y otro extremo. España es fundamentalmente asimétrica y por lo tanto no puede existir una única forma de encaje de cada realidad territorial concreta. Por eso una confederación de partidos nacionalistas de izquierdas no puede tener un alcance estatal, porque ofrecen una única respuesta a diferentes preguntas. Los manchegos no se sienten manchegos del mismo modo que los valencianos nos sentimos valencianos, ni nosotros nos sentimos valencianos del mismo modo en que los catalanes se sienten catalanes. Por eso es necesaria una fuerza política estatal que se defina como española pero que a su vez tenga la flexibilidad suficiente para dar un encaje específico a cada realidad territorial.

La italianización

Partiendo de cero Podemos ha logrado en 7 años tener presencia en muchos Gobiernos autonómicos y en el Gobierno de España. Eso es algo que no tiene precedente histórico. Ahora bien, es cierto que lo ha logrado pagando un precio muy elevado en todos los aspectos posibles. El desgaste sufrido ha sido muy importante y esto se ha notado en las diferencias entre los resultados electorales de 2015 y de 2019.

Ahora bien, también es cierto que los adversarios de Podemos han pretendido darlo por muerto desde el principio. Es fácil tirar de hemeroteca porque el mismo titular se ha repetido una y otra vez a lo largo de años. Pero eso no debería llevar a nadie a confundirse, los adversarios de Podemos son adversarios del espacio político que ocupa Podemos, y no trabajan para cargarse solo a Podemos, sino para estrechar lo máximo posible el espacio que ocupa. Por eso, quien piense que matar a Podemos abre la posibilidad de ocupar el espacio que ocupa, se equivoca.

Hace no mucho en España muchos pensaban que no había espacio para un partido de extrema derecha. Seguramente, para mucha gente sea inconcebible la posibilidad de que en España no exista una formación política transformadora con un peso específico relevante. Se equivocan. Perfectamente puede no existir, perfectamente España podría ser Italia: con dos formaciones de extrema derecha encabezando las encuestas y una miriada de minigrupos de izquierda sin que ninguno rebase el 3% de los votos. 

Empieza ahora

En sus últimas apariciones públicas, la vicepresidenta del gobierno y ministra de empleo, Yolanda Díaz, ha reiterado un mensaje: “la legislatura empieza ahora”. Todo parece indicar que empezamos a dejar atrás lo más duro de la crisis y el proceso de vacunación augura que la recuperación podrá sostenerse en el tiempo sin graves recaídas. Con todas sus limitaciones ese escenario debería permitir que el Gobierno pueda retomar su programa de gobierno y así debe exigírsele.

No es lo único que empieza ahora. En su retirada Pablo Iglesias no solo situó a Yolanda Díaz como su relevo en el liderazgo del espacio de Unidas Podemos, también dibujó un horizonte estratégico para la formación: alcanzar la Presidencia del Gobierno. Un objetivo que ahora resulta pretencioso (como poco) pero que permite colocar un objetivo sobre el que todo empiece a moverse.

En las próximas semanas Podemos realizará su próximo congreso del que previsiblemente saldrá elegida coordinadora Ione Belarra. En el primer Podemos se tomó una decisión que ha tenido una enorme trascendencia durante años: sacrificar la estructura territorial de la organización para concentrar todos los esfuerzos en lograr el mejor resultado posible en las elecciones generales. Hoy es evidente que el futuro de la organización pasa por su fortalecimiento territorial y que ninguna formación política puede conservar su fuerza a nivel estatal sin una buena implantación territorial. Las próximas elecciones generales están previstas para 2023, antes llegarán las elecciones en Andalucía y en el País Valenciano. Lo que vaya ocurrir en el futuro, empieza ahora.

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