VALÈNCIA. Entre tanto desencanto y tanta frustración popular, hay quien sigue
confundiendo lo importante con lo urgente. Es importante que el equipo no
tire la Copa, que sea capaz de remontar a un Getafe que es más duro que los
clavos de un ataúd, que pase una eliminatoria que nunca puede estorbar en
su camino y que el equipo demuestre que está capacitado para disputar una
competición que un club grande no puede afrontar de perfil. Es importante
que el club siga trabajando para fichar un punta porque el equipo muere de
ausencia de malicia, es importante que el VCF no se vuelva a equivocar en
el mercado y es importante que todos los que esperan un fichaje bueno,
bonito y barato, tengan los pies en el suelo y sepan que hace años que ya
se retiró Don Mario Alberto Kempes, el Matador. Es importante que el
valencianismo siga creyendo en la causa, que siga exigiendo porque paga y
que aunque le estén dando razones para desconfiar de su equipo, siga
arropándole con paciencia china y abrumador afecto a unos colores. Es
importante que los que sienten amor por esa camiseta sigan debatiendo sobre
si debe jugar uno u otro, sobre si tal jugador es más líder o menos y sobre
si el planteamiento del entrenador al que se idolatraba el curso pasado y
se cuestiona este, es más o menos acertado. Y es importante que, pase lo
que pase, el valencianista de a pie sepa interpretar en y discernir la
diferencia entre pedir mucho más en la temporada del Centenario y arrojarle
a la cara la efeméride a todo bicho viviente, culpando si hace falta al
empedrado.
Y todo eso está muy bien y es importante, pero lo urgente es el Villarreal.
Un equipo convaleciente, que puede recitar de memoria el tango del “orgullo
de haber sido y el dolor de ya no ser”, que está en un sinfín de
turbulencias, que está necesitado de puntos y se asoma al precipicio. Un
equipo que tiene el talento en el mismo lugar que el ánimo, en los pies. Un
equipo que ha sacado puntos de Mestalla en los últimos cuatro choques. Y un
equipo al que este VCF tiene que ganar, sí o sí, porque es el partido que
va a marcar el desenlace de la temporada. Si ganas, miras hacia arriba y
compras un billete para el parque de atracciones. Si pierdes, miras hacia
abajo y vuelves a la casa de los horrores. Fichar a fulano y mengano va
bien como metadona, pero la droga dura es ganar, el pan de cada día son los
tres puntos y si no ganas al Villarreal, que es lo urgente, de nada vale lo
importante. Que el equipo intenta casi todo sin salirle casi nada no tiene
discusión. Que el vestuario, cuando se olfateó una posible cama, tuvo un
par y salió al cruce, no está en cuestión. Que el cuerpo técnico se devana
los sesos para esconder defectos y potenciar virtudes, es una realidad. Que
Mestalla está dando todo sin recibir casi nada, también es un hecho. Por
todo eso, ganar al Villarreal es urgente.
Lo urgente es recuperar la autoestima, recobrar confianza, achicar agua,
demostrar que este equipo tiene espíritu de supervivencia, volver a
opositar a Europa y ver, después de una tormenta de mucha porquería, otra
vez, el vaso medio lleno. Lo urgente es ganar.