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opinión

Los árbitros del VAR son humanos

6/02/2020 - 

VALÈNCIA. Tiendo a pensar que la mayor teoría de la conspiración sobre el planeta Tierra es la propia realidad. Que no hay nada que levante más sospechas que los propios hechos sin reverso. También creo que sobrevaloramos la capacidad del prójimo para diseñar pérfidas estrategias. Todo es más caótico y desordenado de lo que pensamos y las decisiones más dañinas muchas veces son, en lugar de enormes complots, producto de una concatenación aleatoria. 

En cambio no sé qué pensar si, después de un largo proceso de empatía para con los árbitros escudándonos en su faceta humana, después de llevar la cuestión al progreso que el soporte tecnológico produciría al contrabalancear el error personal con las pruebas tecnológicas, después de todo, desembocamos en el mismo punto de partida: criterios no homologados que dependen de la arbitrariedad personal.

Como si el único avance fuera la colectivización del error. Los humanos ya no son solo el trío arbitral, ahora también los árbitros del VAR son seres vivos que sienten, padecen y se equivocan. Seamos comprensivos. 

Cuando un futbolista del Granada en el transcurso del partido interviene una jugada alargando el brazo y cambiando la suerte de la acción de peligro, cuando se percibe por el televisor, cuando el VAR no levanta acta, cuando sí lo hace en una mano a ciegas, cuando lo hace en un tiempo sin margen determinado la suerte de un partido… entonces es cuando los principios de igualdad que la solución tecnológica debía garantizar se desbaratan. 

Bastaría con una explicación para resolver el criterio. Por qué una no, por qué otra sí. Por qué ante la misma visibilidad, ante las mismas condiciones ambientales (un hombre ante una pantalla, aislado del ruido), decide una cosa y su contraria. La ausencia de razones, la evidente falta de argumentaciones, conduce a la ponzoña, a los pensamientos conspiranoicos, a cubrir con un velo de confusión partes del juego fáciles de aclarar.

Y no, claro que el Valencia no se despide de la Copa del Rey por el VAR. Ni por todo lo contrario. Desde luego que no debería ocultar desempeños desafortunados en el equipo. Pero como la distancia entre ganar la Copa y caer en cuartos es lo suficientemente escasa, cómo no atender a variables que distorsionan la igualdad competitiva. Por supuesto, aclárese, no estaría escribiendo sobre todo esto si el perjudicado hubiese sido el Granada. Disculpen la parcialidad. 

Pareciera que el VAR español ha conseguido su objetivo central: difuminar la identidad de las responsabilidades arbitrales, convertirlas en una nebulosa sin rostro. 

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