VALÈNCIA. Poco, muy poco o nada me dicen los resultados de los partidos amistosos de pretemporada. Ni los que se juegan en verano antes del inicio de la Liga ni tampoco, por lógica, éstos encuentros que la mayoría de los clubes se han visto obligados a disputar en fechas menos habituales debido al Mundial de Qatar. No me dejo influir ni guiar por los marcadores estivales. Ni me vengo arriba cuando el Valencia ha levantado un trofeo en agosto ni tampoco cuando cualquier equipo de medio pelo le colorea la cara antes de comenzar el curso. “Los partidos amistosos son solo amistosos”, afirmaba con una certeza aplastante un antiguo entrenador de Mestalla cuyo nombre no viene al caso. De ese técnico, del que puedo escribir un libro, ya hablaremos en otro artículo.
Partiendo de esa evidencia tan absoluta sobre los partidos amistosos de mi amigo el entrenador, e insistiendo en que los resultados no son un termómetro fiable, sí que es cierto que las sensaciones que se transmiten en cada encuentro son muy importantes. A partir de ahí, de esa percepción que no se puede cuantificar, uno ya puede comenzar a sacar unas conclusiones con las que no ir demasiado desencaminado. Yo confío mucho más en esas primeras impresiones tras presenciar los bolos veraniegos del Valencia (y los jugados en este parón invernal), que en el resultado final del mismo.
Pero a lo que vamos. Hablando de conclusiones. El Valencia ha disputado cuatro partidos amistosos y lo que he visto me genera intranquilidad. Estos bolos invernales me han dejado frío. Al margen de los resultados, la falta de solvencia en defensa y los errores individuales son motivo de preocupación. Se ha ganado al Leeds S21 (8-0) y el Clermont (4-2), pero se ha perdido contra el Nootingham Forest (1-2) y el AZ Alkmaar (1-3). Que sí, que los "amistosos son solo amistosos”, pero tengo mis dudas. La inseguridad en defensa ha sido una constante que se ha repetido en tres de esos cuatro encuentros. También los errores individuales. Y lo más preocupante es que ninguno de esos rivales eran de empaque ni disfrutaban de futbolistas capaces de marcar diferencias.
Esto de lo que hablo es algo que ya se ha visto durante la disputa de las primeras catorce jornadas del campeonato. Aunque hay futbolistas de la retaguardia que han mejorado con respecto a otras campañas, como por ejemplo Diakhaby, y otros que no han desentonado del todo, como Cömert y Özkacar, lo bien cierto es que el Valencia ha estado mucho mejor en lo ofensivo que en lo defensivo. De hecho, el equipo llegó al parón del torneo doméstico con 22 goles a favor (cuarto máximo goleador por detrás del Barça, Madrid y Athletic), pero fue el noveno que más tantos (15) recibió. Estoy convencido que, pese a que Gattuso lanza a los suyos a una ofensiva brutal en cada encuentro, también está preocupado por lo que concede su equipo en defensa. Porque en su próximo partido, ante el Villarreal, el resultado sí que vale.