Los sin nombre

VALÈNCIA. Hace una semana se anunció el inesperado fichaje de Fernando Llorente por el Eibar, equipo con el que ya ha debutado. La contratación de un delantero de tamaña magnitud para jugar en un club tan pequeño, parece desproporcionada a primera vista. Pero este fichaje tiene su miga. Lo explicaré más adelante. De momento digamos que Llorente, jugador con un brillante palmarés a sus espaldas, entre los que se encuentra un Mundial y una Eurocopa, se añade a esa larga lista de refuerzos sorprendentes que siempre nos depara el mercado futbolístico. Su fichaje me recordó, salvando las distancias, a cuando un Levante UD de Segunda incorporó a su proyecto (en momentos bien distintos de su historia) a dos estrellas de impacto mundial como fueron el irrepetible Johan Cruyff o Pedja Mijatovic. Los granotas siempre podrán presumir de eso.

Superado el asombro inicial de ver a Llorente debutar en Segunda división con el Eibar ante el Oviedo, lo hizo con victoria in extremis, se me vinieron a la cabeza los fichajes que el Valencia realizó la pasada temporada para reforzar a su equipo en la ventana de invierno.Y pensé que, tan desconcertantes o más incluso que el de Llorente por el Eibar, fueron las tres incorporaciones que llegaron a Mestalla ante el asombro general del personal: Ferro, Oliva y Cutrone. De hecho, y profundizando en este asunto, creo que me desconcertó mucho más la contratación de éstos últimos que la del delantero vasco (que, por cierto, el Valencia lo tuvo a tiro en su día). Es más, estoy convencido de que ese tridente, por llamarlo de alguna manera, se lo metieron con calzador a un descontento Javi Gracia para callarle la boca. Y que al entrenador no le quedó otra que achantar.

Entre los fichajes de Ferro-Oliva-Cutrone por el Valencia y el de Llorente por el Eibar hay una gran diferencia. Pese a sus 36 años, el delantero vasco me parece un tipo más que interesante para disfrutar de minutos de calidad en Ipurúa. Y que sabe el rol que juega en el equipo. Si el futbolista marca goles, el Eibar puede soñar con regresar a Primera división. De hecho, ya segundo en la tabla tras el Almería. Si el delantero no marca los goles esperados, al menos la figura internacional de Llorente (y el hecho de ser vasco, que eso también cuenta) le dará un plus reputacional a un club armero que necesita sumar en lo anímico tras bajar de categoría. Pase lo que pase con ese fichaje, el Eibar siempre gana.

Sin embargo, las incorporaciones invernales del Valencia del año pasado, Ferro-Oliva-Cutrone, no solo no rindieron a nivel futbolístico sino que tampoco dejaron nada que llevarse a la boca a la parroquia de Mestalla. Los sin nombre, porque digan lo que digan los tres eran unos semidesconocidos para el gran público futbolístico, pasaron desapercibidos sobre el terreno de juego. Su rendimiento fue anecdótico y apenas disfrutaron de oportunidades para demostrar esa clase que se les presuponía. Si es que en algún momento la tuvieron, claro. Que, por lo que hemos visto en lo que llevamos de año, Ferro, Oliva y Cutrone siguen sin demostrar nada en los equipos en los que militan. Si al menos hubieran tenido algo de repercusión a nivel internacional, social o institucional… Pero es que ni eso. Fueron una castaña.

Me planteo todo esto porque en el entorno valencianista ya se habla de los fichajes de este mercado de invierno. Si el club se plantea firmar en enero, cosa que dudo porque no hay un duro y tiene pinta que Lim no los va a poner, tengo muy claro que el futbolista que llegue a Mestalla debe hacerlo para mejorar la plantilla. No fichar por fichar para callar a nadie. Bordalás quiere un central y un mediocentro. Esas son las carencias que claman al cielo. Pero cuando se habla de nombres (como Arambarri y Djené), una cosa es que lo que desea el entrenador y otra muy distinta los nombres, o los sin nombre, que maneja la propiedad. El Valencia no puede cometer los errores del curso pasado en materia de fichajes. Aunque, conociendo a Meriton, igual es mucho pedir.