VALÈNCIA. Para el partido de Champions contra el Ajax tengo plena confianza, no porque estoy seguro de que vamos a hacer una primera parte flojita y una segunda de vértigo, ni porque estoy convencido de que nos van a tirar a puerta un buen número de veces, pero que nosotros vamos a salir victoriosos del intercambio de golpes, o porque doy por descontado que el corazón se lo van a dejar los Parejos, Rodrigo y compañía. Por nada de esto: estoy convencido de que vamos a ganar porque a este equipo le va mucho la mala vida y el partido del martes es de esos que bordean la frenética sensación de estar al borde de un precipicio y dar un salto con los ojos cerrados. Ahí, en estas situaciones, este equipo no se siente cómodo (nadie lo puede afirmar), pero tampoco le da miedo saltar y a ver qué pasa.
Este equipo necesita verse solo ante el peligro, sin red abajo, para tomar la iniciativa de sacar todo su potencial. Viven de la falta de confianza de quienes están viendo el partido y dejan de creer en ellos. Viven de la tensión física que supone llevar físicamente hasta el límite cualquier partido. Y de momento no ha muerto, sino todo lo contrario. Necesita saber que solo le queda una bala, que solo le queda un minuto, que solo tiene aliento para una carrera más o que solo le queda el milagro de última hora. Lo necesita y realmente se lo cree, por eso acaba consiguiéndolo en muchos casos. En otros casos, en cambio, no.
Estoy convencido de que es esa negatividad de base, ese run-run de cada partido, lo que les da fuerzas y una voluntad orgullosa para cambiar cualquier situación de juego. No es que Celades tienda a equivocar el planteamiento de inicio y luego lo rectifique, con aguda prestancia. No es que juguemos con tres arriba o con dos, o que hagan de interiores a los extremos o viceversa: nada de esto es, porque el cambio real está en la cabeza de estos peloteros que, a diferencia de otras épocas, no dudan en que puedan cambiar el fluir de la historia de cada partido. Todo lo demás es discutible, tal y como ocurre cada lunes en las cafeterías de media Comunidad Valencia, o en las tertulias de la otra media: que si las bajas, que si la falta de acierto arriba, que si la defensa sigue cometiendo errores, que si los penaltis en contra, que si esto y que si lo otro. Todos y todas tenemos entrenadores dentro de nuestro pequeño corazoncito resignado a dejar la táctica para nuestros momentos de desaire frente a nuestro equipo, porque cuando gana y golea en verdad te da lo mismo que juegue con ocho defensas o con veinticinco delanteros. Al final, la táctica es siempre un reproche que lanzamos al aire cuando las cosas no funcionan. Pero a este equipo le va esa mala vida y su cambio táctico no es el suyo, sino el tuyo (nuestro), cuando le dan la vuelta a la situación y dejas de ver si menganito juega solo arriba o de segunda punta o si los laterales desdoblan por fuera y pasas a ver que lo están dejando todo y que esa fuerza de su unión está moviendo la rueda del partido para su lado contrario.
En verdad, me da lo mismo cómo prepare Celades el partido contra el Ajax porque sé que serán otras cosas las que primen en el desarrollo del enfrentamiento. Nos hemos acostumbrado a sufrir y eso es bueno, porque te hace impredecible ante los rivales, que no saben cómo reaccionarás ante las situaciones adversas, pero también nos hace vulnerables, porque jugar a todo corazón puede dejarte sin latido en un momento dado y necesitas de un punto de calidad futbolística para afrontar ciertos duelos y situaciones. Todo puede ocurrir, pero sé que si la cosa se pone fea este equipo sacará lo mejor de sí: lo malo es que no sabe sacarlo cuando la cosa pinta bien. Esta vez, llegas dependiendo de ti mismo para clasificarte a la siguiente fase, pero con más cosas en contra que a favor, ya que el Ajax es un equipo bien trabajado y difícil cuando tienen el balón en los pies. El equipo inglés, por su parte, lleva dos derrotas en tres partidos en su liga, quizá porque está pensando en su final de Champions, y eso no creas que es una mala noticia, porque tanta obsesión también bloquea las piernas. Con casi todo en contra solo te vale la victoria para asegurarte continuar y luego esperar otros resultados: me imagino cualquier escenario, pero confío en este equipo. También te digo una cosa: esta mala vida que me da el Valencia va a acabar conmigo a este paso.